El 7 de julio, primer día de la Asamblea Plenaria del Episcopado Venezolano, el presidente de los obispos, Mons. José Luis Azuaje, indicó que una de las principales batallas que se deben luchar en el país es el reclamo para que cesen las violaciones a los derechos humanos.
Entre las batallas de hoy en día se encuentra “usar todos los mecanismos constitucionales y legales para reclamar el cese a la violación de los derechos humanos” y el “tomar conciencia del deterioro que sufre el país y asumir las decisiones necesarias para un cambio pertinente de liderazgos que tengan mayor compromiso con el pueblo y no con sus partidos o ideologías”, dijo el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) en la reunión.
También señaló que otras batallas de Venezuela son “el constituirnos como pueblo-nación”, “el retomar la vocación ciudadana”, “la batalla por una educación de calidad”, “el reconocernos como seres con dignidad y que trabajamos caminando juntos hacia la construcción de la fraternidad y la amistad social”.
El 9 de marzo de 2021, la organización no gubernamental independiente venezolana Provea informó que al menos 2.853 personas fueron asesinadas por los diferentes cuerpos armados del Estado venezolano en el año 2020.
La plataforma colaborativa Monitor de Víctimas reportó 87 ejecuciones extrajudiciales desde el 1 de junio de 2020 hasta el 22 de marzo de 2021 por parte del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, las Fuerzas de Acciones Especiales, la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional Bolivariana en la Gran Caracas, según precisa un documento de junio de 2021 de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Frente a las circunstancias que vive el país, Mons. Azuaje, quien también es Arzobispo de Maracaibo, indicó que existe una necesidad urgente “de refundar la nación”, siendo esta una “entidad simbólica que vincula culturalmente el territorio estatal con la ciudadanía, creando la lealtad y la cohesión necesarias para que el vínculo entre el Estado y la ciudadanía sea permanente y estable a través del tiempo”.
Ese vínculo, indicó el Prelado, “actualmente está roto y, por lo tanto, hay que refundarlo”. “Debemos volver a recobrar la fuerza de ser ‘sujetos’, recobrar la autonomía y la libertad como ciudadanos y como nación ante la invasión político-cultural extranjera en la que nos encontramos. No puede haber libertad sin un ‘sujeto’ que asuma ese valor”, añadió.
Refiriéndose a la encíclica Fratelli tutti, Mons. Azuaje dijo que “la reconstrucción, el rehacer la nación, el rehabilitar la política, no se hace de la noche a la mañana, ni tampoco se hace usando los mismos métodos tradicionales de años anteriores”.
En ese sentido, dijo que lo que debe hacerse es “acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto”.
“El gravísimo problema hoy día en nuestro país es que cada uno quiere caminar por separado. Caminar juntos es el camino constitutivo de la Iglesia y, podríamos decir, del pueblo”, aseveró Mons. Azuaje.
El Prelado dijo que el tiempo de la Iglesia de hoy es tiempo de gracia, de inculturación, de escucha, de encuentro, de anuncio, de “construir puentes antes que muros” y de “generar un mejor y mayor nosotros”.
“Solo desde la libertad para expresarnos, escucharnos, dialogar, tomar consejos, juzgar y evaluar lo vivido, decidir en conjunto, podrán ser posible los cambios en nuestra sociedad”, concluyó.