Aceptar el desafío de ser una Iglesia que no se repliega, sino que sale y evangeliza en medio de una sociedad secularizada, es el llamado que el Papa Francisco hizo a la comunidad católica de Luxemburgo durante el encuentro que han mantenido este 26 de septiembre.
La reunión tuvo lugar en la Catedral de Notre Dame de Luxemburgo, el pequeño país europeo de poco más de 660.000 habitantes y que limita con Francia, Alemania y Bélgica.
El Pontífice, quien llegó en silla de ruedas, saludó a un grupo de personas discapacitadas que lo esperaban a la entrada de la catedral, dentro de la cual estaban presentes el gran duque Enrique de Luxemburgo, el Arzobispo de Luxemburgo, Cardenal Jean-Claude Hollerich, obispos, sacerdotes, religiosas y fieles.
Además de escuchar las palabras de bienvenida del Cardenal Hollerich y de tres testimonios, el Santo Padre apreció la puesta en escena del musical Laudato Si’, en el que se mostraron algunos pasajes de la vida de San Francisco de Asís y su sueño de fraternidad entre los seres humanos.
En su discurso ante los fieles católicos, Francisco destacó los cuatro siglos de devoción mariana que celebra el ducado en su advocación de Consuelo de los afligidos, un título que “sintoniza bien con el tema que han elegido para esta visita: ‘Para servir’”, afirmó.
En ese sentido, el Santo Padre aprovechó la ocasión para reflexionar acerca del servicio, la misión y la alegría que implica el llevar el Evangelio a las demás personas, siguiendo el mandato dejado por Cristo a sus discípulos.
Sobre el servicio, el Pontífice explicó que va conectado a la acogida, un aspecto urgente en estos tiempos y que es una de las características de la sociedad luxemburguesa. “El espíritu del Evangelio es espíritu de acogida, de apertura a todos, y no admite ningún tipo de exclusión”, señaló.
Francisco recordó que, en su visita de 1985, San Juan Pablo II “animó a los jóvenes luxemburgueses a trazar el camino de ‘una Europa no sólo de bienes y mercancías, sino de valores, de hombres y de corazones’ en la que el Evangelio fuera compartido ‘en la palabra del anuncio y en los signos del amor’”.
La misión de la Iglesia Católica
En su discurso, el Pontífice hizo referencia a las palabras del Cardenal Jean-Claude Hollerich, quien habló de una “evolución de la Iglesia luxemburguesa en una sociedad secularizada”.
El Papa Francisco agradeció esta expresión porque “la Iglesia, en una sociedad secularizada, progresa, madura, crece”.
“No se repliega en sí misma, triste, resignada, resentida; sino que acepta el desafío, en fidelidad a los valores de siempre, de redescubrir y revalorizar de manera nueva los caminos de evangelización, pasando cada vez más de una simple propuesta de atención pastoral a una propuesta de anuncio misionero”, señaló.
El Santo Padre recordó que “el amor nos apremia a anunciar el Evangelio abriéndonos a los demás”, venciendo “el miedo de emprender nuevos caminos, empujándonos a acoger con agradecimiento la aportación de los demás”.
Finalmente, al abordar la alegría de la fe, el Pontífice hizo referencia al testimonio de Diogo, un joven que compartió la felicidad que experimentó durante la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023, “y la alegría, un año después, al reunirse junto con los demás aquí en Luxemburgo”.
“¿Lo ven? Nuestra fe es así. Es alegre, ‘danzante’, porque nos manifiesta que somos hijos de un Dios amigo del hombre, que nos quiere contentos y unidos, que nada lo hace más feliz que nuestra salvación”, aseguró el Papa.
Para ello, destacó la tradicional procesión que los católicos de Luxemburgo celebran en Pentecostés para recordar “la infatigable obra misionera de San Willibrord, evangelizador de estas tierras”, y en la que “toda la ciudad sale a bailar por las calles y las plazas” hasta la catedral en memoria del santo pastor.
Al término del discurso del Papa, se llevó a cabo la apertura del jubileo mariano por los 400 años de la devoción a la María, Consuelo de los afligidos, advocación patrona de Luxemburgo.
Además, el Pontífice donó una rosa de oro que fue colocada frente a la imagen mariana, “en concordancia con una antigua práctica con la cual los Papas muestran su devoción a la Santísima Virgen María”, informó el Vaticano.
El Pontífice permanecerá en Luxemburgo sólo un día, pues pasadas las 18 horas partirá rumbo a Bélgica, la segunda etapa de este viaje apostólico que culminará el domingo 29 de septiembre.