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El 1 de junio, el Arzobispo José H. Gómez ordenará a 11 nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis de Los Ángeles en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles.

En los días previos a su ordenación, presentaremos a un nuevo futuro Padre. Los Ángeles, ¡conoce a tus nuevos sacerdotes!

Edad: 40 años

Ciudad natal: Tenancingo, México

Parroquia de origen: Iglesia de San Luis de Francia, La Puente

Asignación parroquial: Iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Downey

Cuando Jaime Arriaga era niño, le dijo a su mamá que iba a ser padre.

"Ah, sí, vas a ser padre de muchos hijos", le dijo.

"Pero yo le dije expresamente que no, que voy a ser padre como los que dicen misa", cuenta Arriaga.

Lo que no esperaba es que podría estar diciendo esas misas fuera de su ciudad natal en México. Arriaga, el menor con dos hermanas mayores, se mudó a California cuando tenía 11 años.

Mientras que en México era feliz corriendo por los maizales y jugando al fútbol con los niños del vecindario, en California era más sofocante.

"Hacíamos cosas en familia, pero sobre todo ir al centro comercial, al mercado, ir a lavar la ropa", dice. "Y eso era básicamente todo. Si quería ir al mercado, no podía ir sola. Así que sentía que no tenía la misma libertad que allí".

Jaime Arriaga bendice a una familia tras una misa en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Downey.

Fue a La Puente High School durante un año, pero luego la familia regresó a México. A los 17 años, Arriaga regresó a California, pero en lugar de volver a la escuela, se puso a trabajar.

Trabajar en una planta de procesamiento de alimentos está muy lejos del sacerdocio, pero fue allí donde sintió las primeras punzadas de la llamada de Dios.

Un día, hablando con un compañero de trabajo, éste le habló de su experiencia en el seminario de México. Arriaga se sintió conmovido por la posibilidad.

"Sentí un ardor en el pecho", cuenta. "Y pensé para mis adentros: probablemente podría hacerlo. Pero no le dije nada, a nadie".

Otro encuentro ocurrió cuando un amigo le invitó a un retiro para jóvenes adultos y algo dentro de él cambió después de aquello.

"Creo que fue la felicidad que vi en los jóvenes adultos", dijo Arriaga. "Y eso es algo que necesitaba en mi vida en ese momento".

La experiencia le impulsó a implicarse más en su parroquia, convirtiéndose en lector y ministro extraordinario de la Sagrada Comunión.

Pero todavía le faltaba algo. Seguía anhelando algo más, algo más.

"Así que me dije: '¿Qué más hay para mí? dice Arriaga. "Y mientras seguía haciéndome esta pregunta, finalmente le pregunté a Dios, ¿qué quieres de mí? Y fue entonces cuando empecé a considerar el sacerdocio".

El problema es que no sabía nada del sacerdocio ni de cómo se llega a serlo. Así que, tras investigar en Internet, se puso en contacto con la Archidiócesis de Los Ángeles y dejó un mensaje. Sin esperar recibir respuesta, se pusieron en contacto con él un par de días después.

Jaime Arriaga, a la izquierda, junto con su compañero de seminario Eduardo Pruneda, participa en la misa de diaconado transitorio en 2023 con el obispo auxiliar Marc Trudeau.

Pasó dos años discerniendo, luego más años en la Casa Juan Diego (ahora Centro Reina de los Ángeles para la Formación Sacerdotal) antes de continuar en el Seminario de San Juan.

A pesar de estar finalmente en el camino del sacerdocio, seguía atormentado por la duda, preguntándose si debía continuar o no. En el retiro de fin de curso, recibió un libro sobre San Juan Vianney. En él, leyó que San Juan Vianney tenía devoción a Santa Filomena y animaba a la gente a rezar por su intercesión.

Sabiendo que cerca estaba la iglesia de Santa Filomena en Carson, lo tomó como una señal y fue a la parroquia a rezar.

"Y fue entonces cuando por fin me sentí en paz", dijo Arriaga.

A medida que se acerca su ordenación, Arriaga espera servir y ser una señal para todos, pero especialmente para los menos afortunados, incluidos los inmigrantes y las personas sin hogar.

"A veces tenemos la impresión de que han elegido estar ahí, pero no es así", dijo Arriaga. "Algunas personas simplemente no tienen opción y ahí es donde acaban. Y nosotros estamos llamados a ser el rostro de Jesús. Tenemos que mostrarles que Dios les ama y no les ha abandonado".

"Incluso si es una persona la que sale de la indigencia, creo que eso es algo muy bueno".