El cardenal Joseph Zen, de 90 años de edad, ex obispo de Hong Kong y crítico abierto del Partido Comunista gobernante de China, declaró el lunes por su papel en un fondo de ayuda para las protestas prodemocráticas de 2019.

El caso de alto perfil ha puesto nuevamente en foco los crecientes lazos entre Pekín y el Vaticano, con la Santa Sede evitando realizar comentarios que puedan molestar a China.

Zen, uno de los clérigos católicos de mayor rango de Asia, fue detenido por la policía de seguridad nacional de Hong Kong en mayo junto con otros tres destacados activistas por la democracia, entre ellos la estrella de Cantopop Denise Ho.

Son acusados de no haber registrado un fondo, ya desaparecido, creado para ayudar a las personas detenidas en las protestas masivas contra el gobierno en la ciudad hace tres años. Aunque todavía no han sido acusados de cargos relacionados con la seguridad nacional, Zen y otras cinco personas han sido acusadas por no haber registrado correctamente el ya desaparecido Fondo de Ayuda Humanitaria 612.

Zen, junto con Ho, Ng, así como el académico de estudios culturales Hui Po Keung y el ex legislador Cyd Ho, eran administradores del fondo.

La Ordenanza de Sociedades exige que las organizaciones locales se registren o soliciten una exención en el plazo de un mes desde su creación. Los fiscales dicen que Zen y los demás no lo hicieron.

El fondo ayudó a pagar los gastos médicos y legales de los manifestantes arrestados durante las protestas antigubernamentales de 2019 y dejó de funcionar en agosto de 2021.

Todos se han declarado inocentes. Si son encontrados culpables, se enfrentan a una multa de hasta 10.000 dólares hongkoneses (1.273 dólares), sin pena de cárcel.

Zen llegó al tribunal con un sencillo traje negro y gris con cuello de clérigo, su cruz pectoral y apoyándose en un bastón. Sze llevaba una camiseta negra con las palabras "we stand as one" ("nos mantenemos unidos") estampadas en la parte delantera.

El caso ha conmocionado a la comunidad católica, aunque el Vaticano no se ha pronunciado sobre la detención de Zen, limitándose a decir que seguía de cerca la evolución de la situación.

El papa Francisco respondió una pregunta sobre la situación del cardenal Zen durante el vuelo de regreso de su viaje a Kazajstán, el 15 de septiembre: “Se necesita un siglo para entender a China, y nosotros no vivimos un siglo. La mentalidad china es una mentalidad rica y cuando se enferma un poco, pierde su riqueza, es capaz de cometer errores. Para comprender, hemos elegido el camino del diálogo, abierto al diálogo.”

“Calificar a China de antidemocrática, no me apetece, porque es un país tan complejo, con sus ritmos... Sí, es cierto que hay cosas que nos parecen antidemocráticas, eso es verdad. El Cardenal Zen está yendo a juicio estos días”, dijo Francisco. “Dice lo que siente, y se ve que hay limitaciones”.

La comunidad católica, de 12 millones de personas, está dividida entre la iglesia "clandestina", que reconoce al Papa, y los que acuden a las iglesias sancionadas por el Estado y controladas por la Asociación Católica Patriótica China. Hace años el Vaticano dialoga con Pekín para regularizar esta situación, entre otras cosas, para evitar que China nombre a obispos, un rol exclusivo de la Santa Sede.

Zen ha criticado abiertamente el acuerdo del Vaticano con China, calificándolo de "venta" de los católicos "clandestinos" de China que son leales al Vaticano.

Nacido de padres católicos en Shanghai en 1932, Zen huyó a Hong Kong con su familia para escapar del inminente régimen comunista cuando era adolescente. Fue ordenado sacerdote en 1961 y nombrado obispo de Hong Kong en 2002, antes de retirarse en 2009.

Conocido como la "conciencia de Hong Kong" entre sus seguidores, Zen ha sido durante mucho tiempo un destacado defensor de la democracia, los derechos humanos y la libertad religiosa. Ha estado en primera línea de algunas de las protestas más importantes de la ciudad, desde la manifestación masiva contra la legislación de seguridad nacional en 2003 hasta el "Movimiento de los Paraguas" que exigía el sufragio universal en 2014.

El enjuiciamiento de Zen es el último de una represión en curso contra el movimiento prodemocrático de Hong Kong, que vio cómo el centro financiero asiático se vio sacudido por protestas callejeras durante gran parte de 2019 en resistencia al creciente control de Pekín.

Pekín respondió imponiendo una controvertida ley de seguridad nacional en 2020, que, según los críticos, se ha utilizado para aplastar al movimiento de oposición, revisar su sistema electoral, silenciar a sus medios de comunicación independientes y paralizar a su sociedad civil. La mayoría de las figuras prominentes pro-democracia de Hong Kong han sido encarceladas o se han exiliado.

En Hong Kong, donde hay unos 390.000 católicos en una población de casi 7,3 millones de habitantes, la iglesia católica aún no se ha enfrentado a las restricciones a la libertad al estilo del continente, a pesar de que Pekín refuerza su control sobre la ciudad.