ROMA - Considerado como uno de los diez mejores teatros de ópera del mundo por su acústica, el Teatro Colón de Argentina se convirtió en el escenario de una representación libre del oratorio de George Frideric Handel sobre la mártir cristiana Teodora, que fue definida por la conferencia episcopal como blasfema.
Durante la representación, celebrada en un lugar público financiado con los impuestos de los argentinos, la actriz Mercedes Morán lee textos de la teóloga protestante argentina Marcella Althaus-Reid, conocida por su teología feminista y queer.
Entre otras cosas, las nuevas incorporaciones al oratorio dicen que "la Virgen es una momia esclava de los pobres, que Dios es el aliento espeso y dulce que produce el pan en los estómagos vacíos” se refiere de modo derogatorio respecto a los sacerdotes.
Aunque muchos de los presentes abuchearon al final de la primera noche, fue el padre Eduardo G. Pérez, que acudió a la obra dirigida por Alejandro Tantanian, quien publicó lo que calificó de añadidos "sacrílegos" a Teodora a través de un vídeo de YouTube y de una carta al director publicada por el diario argentino La Nación.
El sacerdote argumentó que se sentía herido como "cristiano, como sacerdote, como hombre de cultura y como ciudadano, que pago mis impuestos y compro mis billetes con dificultad". Escribió en contra de la "interpretación libre", diciendo que no respetó en nada el oratorio original.
El oratorio trata sobre la mártir cristiana del siglo III Teodora y su amante romano convertido al cristianismo, Dídimo. Se estrenó en el teatro de Covent Garden el 16 de marzo de 1750.
"Recibimos con tristeza y dolor cómo en una pretendida expresión artística se bastardearon y blasfemaron la fe y la religiosidad con palabras que no se pueden aceptar referidas a la Virgen María", escribieron los obispos argentinos en un comunicado difundido este fin de semana.
Estos ataques, escribió la comisión ejecutiva de la conferencia episcopal argentina, "se han vertido nada menos que en el teatro Colón, ícono de la cultura de la Ciudad de Buenos Aires y de nuestra patria, donde los argentinos nos deleitamos con el arte y la música del mundo; ahí se dijeron expresiones que ultrajan la sensibilidad de una porción muy importante de nuestro pueblo, que más allá de su creencia religiosa, siempre respeta a la Virgen.”
En 2019, el 62,9 por ciento de los 45 millones de argentinos se describió como católico, y aunque el número de los que practican su fe asistiendo regularmente a la misa dominical es mucho menor, la piedad popular en el país suele expresarse a través de su amor a la Madre de Dios. Esto cobró vida de nuevo el primer fin de semana de octubre, cuando decenas de miles de personas recorrieron a pie los 65 kilómetros que separan Buenos Aires de Luján, donde se encuentra una pequeña imagen de terracota de la patrona de Argentina.
La peregrinación, señalaron los obispos en su comunicado, se produjo "después de un año lleno de privaciones, incertidumbres y angustias: muchos, con el corazón atravesado por el dolor a causa de haber perdido a familiares y seres queridos".
Como medida de seguridad, la peregrinación anual de los jóvenes a Luján fue suspendida en 2020, para intentar frenar la propagación del COVID-19, que ha matado a más de 115.000 personas. Esta tradición, escribieron los prelados, "es una imagen de la Iglesia peregrina, que a pesar de las pruebas, recibe muchas gracias y consuelos a través de la Madre del Salvador, y por eso, fuimos cantando y caminando para pedir trabajo y salud para nuestro pueblo."
"Comprendo que puede ser molesto, como a mí me pueden molestar muchos discursos que circulan. Pero de ahí a pedir dimisiones o renuncias, o que uno se retracte, me parece que no porque haya libertad de expresión", dijo Tantanian, el director de escena. "Estamos diciendo lo que creemos sobre algunos temas y presentando a un pensador argentino [Althaus-Reid]".
Señaló que lo que querían hacer con la obra era presentar a esta teóloga a sus compatriotas que no la conocen, y que el marco de Teodora -que fue asesinada por su fe- era el adecuado porque Althaus-Reid, que no es católica, "tiene una idea de la teología para los que han sido expulsados de la Iglesia y para todas aquellas minorías que no se sienten representadas por ella, pero que tienen fe."
"Pedimos a las autoridades que velen por una sociedad sana y democrática, en la que se respeten todos los símbolos sagrados, sean de la religión que sean, tanto como se respeta y defiende la libre expresión de los artistas", escriben los obispos en su comunicado.
No es la primera vez que la Conferencia Episcopal Argentina se pronuncia contra lo que percibe como una representación "artística" como blasfema. Por ejemplo, en 2004, el artista argentino León Ferrari realizó una exposición en el Centro Cultural Recoleta, financiado con fondos de la ciudad, en Buenos Aires. Incluía varias pinturas, heliografías y esculturas que, según la propia exposición, podían afectar a la "sensibilidad religiosa" de los asistentes.
Entre esas obras se encontraba La civilización occidental y cristiana, que representa a un Cristo crucificado en un avión de guerra norteamericano, y una serie de collages que combinaban símbolos religiosos con imágenes eróticas, mientras Cristos, imágenes de la Virgen y santos "ardían" en la representación del infierno del artista.
El entonces arzobispo de Buenos Aires y presidente de la conferencia, el cardenal Jorge Mario Bergoglio -hoy conocido por el mundo como el Papa Francisco- escribió una carta en la que definía el evento como una "blasfemia", y expresaba su tristeza por el hecho de que el mismo se celebrara en un centro cultural "que se sostiene con el dinero que el pueblo cristiano y de buena voluntad aporta con sus impuestos."