El presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos ha hecho un llamamiento a la "oración ferviente" para poner fin a la violencia en Tierra Santa, mientras la guerra entre Israel y Hamás se acerca a su primer año y amenaza con convertirse en un conflicto regional aun más amplio.
"Como saben, nuestra fe católica nos enseña a tener esperanza incluso en medio de las circunstancias más oscuras, porque Cristo ha resucitado de entre los muertos", dijo el arzobispo Timothy P. Broglio, quien también dirige la Arquidiócesis para los Servicios Militares de EE.UU., en una carta fechada el 2 de octubre y publicada el 3 de octubre.
El arzobispo señaló que el 7 de octubre se cumple el primer aniversario del ataque de Hamás de 2023 contra Israel, cuando militantes de la Franja de Gaza irrumpieron en aproximadamente 22 localidades de Israel, matando a tiros a más de 1.200 personas -- la mayoría de ellas eran civiles -- y tomando como rehenes a más de 240 civiles y soldados.
"El trauma de ese día -- el más mortífero para el pueblo judío desde el Holocausto -- continúa para los israelíes y para la comunidad judía de todo el mundo, que clama por el regreso de los que siguen retenidos como rehenes y que lucha contra el dramático aumento de los incidentes antisemitas en todo el mundo", dijo el arzobispo Broglio en su carta.
Señaló que "en la consiguiente guerra contra Hamás en Gaza, se calcula que han muerto más de 40.000 personas, la mayoría civiles", citando una estadística facilitada a los medios de comunicación por el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por Hamás.
El arzobispo también señaló el aumento de los ataques contra civiles palestinos en Cisjordania, así como los incidentes anti-musulmanes en Estados Unidos y en el extranjero, que "han aumentado drásticamente en el último año".
En septiembre, los ataques de la guerra se extendieron al Líbano, donde tiene su base la milicia chiíta Hezbolá, respaldada por Irán, y "el conflicto entre Hezbolá e Israel se ha intensificado trágicamente hasta convertirse en un conflicto armado", dijo el arzobispo Broglio.
Lamentó "la terrible pérdida de vidas en Israel y en Gaza, así como el repunte de los crímenes de odio aquí en Estados Unidos y en otros lugares (como)... una fuente de gran dolor para nosotros como católicos".
"La compasión no es un juego de suma cero", dijo el arzobispo Broglio. "Escuchamos los gritos de lamento de todos nuestros hermanos y hermanas -israelíes y palestinos, judíos y musulmanes y cristianos-, todos ellos traumatizados por estos acontecimientos. Nos unimos en el luto por todas las vidas truncadas. Compartimos el ferviente deseo de una paz duradera".
"Tanto la tradición judía como la islámica enseñan que 'quien destruye una vida, es como si hubiera destruido un mundo entero, y quien salva una vida, es como si hubiera salvado un mundo entero, (Talmud de Jerusalén, Sanedrín 4:9; Corán, 5:32)'", dijo el arzobispo Broglio, citando pasajes similares del Talmud, la amplia colección de leyes y comentarios rabínicos del judaísmo, y del Corán, el texto sagrado del islam.
Ambos pasajes recuerdan "el inmenso costo cuando se destruye la vida humana", así como "nuestra obligación de trabajar para salvar la vida", dijo el arzobispo Broglio.
También señaló que el 16 de septiembre, "nuestros hermanos y hermanas musulmanes celebraron la fiesta de Mawlid al-Nabi, el nacimiento del profeta Mahoma", mientras que la noche del 2 de octubre, "nuestros hermanos y hermanas judíos celebran el comienzo de Rosh Hashaná, el año nuevo judío".
Estas celebraciones "están destinadas a llenarnos de esperanza, pero este año llegan en un momento de gran angustia", dijo el arzobispo Broglio.
Sin embargo, "de la muerte Dios saca una nueva creación", dijo.
Al acercarse el aniversario del 7 de octubre "en un momento de angustia y trauma", el arzobispo instó a sus compañeros obispos y fieles a "buscar formas de expresar nuestra solidaridad con nuestros hermanos y hermanas judíos y musulmanes", y a "comprometernos a combatir todas las formas de odio dirigidas contra judíos y musulmanes, y a trabajar por una paz duradera en la tierra natal del Señor Jesús".
Monseñor Broglio también pidió a los obispos del país que inviten al clero y a los fieles laicos de sus diócesis a unirse para reservar el 7 de octubre como día de ayuno, oración y penitencia, como ha pedido el patriarca latino de Jerusalén, cardenal Pierbattista Pizzaballa, a los cristianos de Tierra Santa.
Esa "ferviente oración", unida a la del Papa Francisco, busca el fin de la violencia en Tierra Santa, el regreso seguro y rápido de todos los rehenes, y "la conversión de los corazones para que se supere el odio, abriendo un camino a la reconciliación y la paz", dijo el arzobispo Broglio.