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Francisco, Rusia y la consagración al Inmaculado Corazón de María

ROMA — Un problema con la cobertura mediática de los asuntos globales es que muchos reporteros y expertos no hablan “el idioma” de la religión, lo cual tiene como resultado que a menudo pasan fácilmente por alto la importancia del trasfondo religioso de cualquier acontecimiento serio que se esté desarrollando.

Tal es el caso de lo relacionado con Ucrania, en el que los reporteros frecuentemente han estado exagerando lo que el Papa Francisco dice o no dice sobre la guerra de Vladimir Putin, y, en cambio, a veces han minimizado considerablemente la importancia de lo que él hace o deja de hacer.

El mejor ejemplo de esto que tenemos en estos momentos es el anuncio del Papa de que consagrará Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María el día 25 de marzo, y que su principal asistente para la caridad, el cardenal polaco Konrad Krajeweski, realizará simultáneamente el mismo acto de consagración en el famoso santuario mariano de Fátima.

Es probable que éste sea el paso más audaz que el Papa Francisco haya emprendido hasta ahora con respecto a la guerra, pero para comprender esto se requiere de un poco de fluidez en el lenguaje católico.

Fue en Fátima que el día 13 de julio de 1917, los videntes informaron que la Virgen María les había dicho que algún día ella le pediría al Papa que consagrara Rusia a su Inmaculado Corazón, en unión con todos los obispos del mundo.

Los videntes comentaron que María les dijo: “Si mis peticiones son escuchadas, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia”. “Los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas.”

Doce años más tarde, los videntes dijeron que la solicitud de la Virgen ya había llegado. Desde entonces, Fátima se convirtió en punto de confluencia para los promotores de la fe católica durante la Guerra Fría, quienes vieron los mensajes de Fátima como una profecía del mal soviético. El hecho de que el Papa Francisco reviva ahora la devoción de la era de la Guerra Fría que es tal vez la más contraria a Rusia, es, por lo tanto, una iniciativa bastante audaz, especialmente porque, aunque los principales medios de comunicación puedan no entenderlo del todo, los rusos ortodoxos ciertamente lo comprenden.

Un día después del anuncio del Vaticano, el patriarca Cirilo de Moscú, el líder espiritual de los aproximadamente 110 millones de ortodoxos rusos del mundo, publicó su propia iniciativa mariana, llamando a sus seguidores a que, durante la Cuaresma, eleven su oración a María como la Theotokos, lo cual generalmente se traduce como Madre de Dios pidiéndole la paz.

El patriarca ortodoxo ruso Kirill de Moscú y el presidente ruso Vladimir Putin caminan para colocar flores en un monumento a Minin y Pozharsky, los líderes de una lucha de liberación de 1612 contra los invasores extranjeros, en el Día de la Unidad Nacional en la Plaza Roja en Moscú en esta foto de archivo del 4 de noviembre de 2015. Un grupo de teólogos ortodoxos ha emitido una declaración condenando el apoyo del Patriarca Kirill a la guerra en Ucrania. (Foto CNS /Natalia Kolesnikova, Reuters pool)

(Un amigo y colega del cuerpo de prensa del Vaticano concretamente anticipó esto, diciendo inmediatamente después del anuncio del Vaticano que el Patriarca Cirilo tal vez realizaría su propia consagración, en espíritu de rivalidad, orando por la conversión de la OTAN. Dado que el Patriarca Cirilo ha estado emitiendo cada vez más declaraciones a favor de Putin, yo dije de broma que él tal vez podría lograr que Siria, Serbia y otros aliados del Kremlin se unieran, y que eso podría llamarse el “Sínodo general de los parias”).

La decisión del Papa Francisco se dio como una respuesta a una solicitud de los obispos de rito latino de Ucrania, publicada en el sitio web de ellos, el día 2 de marzo.

“Pedimos humildemente a Su Santidad que realice públicamente el acto de consagración de Ucrania y Rusia al Inmaculado Corazón de María, tal como lo solicitó la Santísima Virgen en Fátima”, escribieron los obispos.

Otros papas han intentado cumplir con la petición de María, aunque muchos devotos de Fátima consideran esos intentos como insatisfactorios. En 1942, el Ven. Papa Pío XII consagró el mundo entero al Inmaculado Corazón, lo cual incluye, obviamente, a Rusia, pero ese país no fue destacado en la iniciativa.

Además, a su acto de consagración no se sumaron todos los obispos del mundo de acuerdo con la petición de Fátima. Las mismas objeciones se han planteado sobre las consagraciones al Inmaculado Corazón de San Papa Pablo VI, en 1964 y de San Juan Pablo II, en 1984. Esas objeciones se siguen propagando, a pesar de que Sor Lucía, una de las videntes de Fátima, dijo en 1989 que la consagración del Papa Juan Pablo cumplió la petición de María.

Sin duda que muchos devotos de Fátima harán objeciones similares esta vez. María quería que se consagrara Rusia, dirán, no Rusia y Ucrania, lo cual mezcla una nación necesitada de conversión con una que sufre de una guerra injusta.

El padre Antonio Spadaro, SJ, que es quizás el asesor más cercano del Papa, se dirigió

inmediatamente a Twitter para responder, diciendo que el hecho de incluir tanto a Rusia como a Ucrania “rechaza toda forma de ‘Gott mitt uns’, reafirmando la visión no nacionalista de la fe cristiana”. [“Got mitt uns”, que significa “Dios está con nosotros”, fue una frase que se usó en los uniformes y armaduras alemanas desde la época del Imperio Prusiano hasta la Segunda Guerra Mundial, y que a menudo se asocia con la época del nazismo].

“Toda consagración de un ejército contra otro suena a algo ilegítimo y blasfemo”, escribió el Padre Spadaro.

Eso no ha satisfecho a los críticos, quienes también objetan que la consagración sigue sin estarse realizando en unión con todos los obispos del mundo.

Estas quejas se suman al hecho básico de que muchos de los devotos más sólidos de Fátima no son grandes fanáticos del Papa Francisco, de todos modos. El popular blog tradicional Novus Ordo Watch, por ejemplo, describió su reacción al anuncio del Vaticano con la frase Whoop De Doo” (¡Bravo!), y continuó afirmando sin rodeos que debido a que como María le pidió al “papa” que hiciera la consagración, y como el Papa Francisco obviamente no es un papa legítimo, el empeño de hacerlo es, de por sí, inválido.

Es probable que ninguno de esos matices signifique mucho para el típico observador ortodoxo ruso. Con toda probabilidad, ellos simplemente verán al Papa de Roma desempolvando una reliquia de la Guerra Fría para oponerse a Rusia, revelándose de ese modo a sí mismo como el capellán de la OTAN. Pueden estar seguros de que ése será probablemente el giro que los medios estatales rusos le darán la consagración, por ejemplo.

Sin embargo, los marianistas mismos evaluarán ese acto; por lo tanto, vale la pena por lo menos incluir la consagración a la hora de evaluar exactamente qué tan audaz ha estado dispuesto a ser el Papa Francisco. Cierto que él no ha mencionado todavía a Putin por su nombre, pero está aparentemente dispuesto a arriesgarse a empujar al oso ruso en un lenguaje espiritual que ambas partes entienden, incluso si nosotros, los que trabajamos en los medios a veces no lo captamos.

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John L. Allen Jr.