ROMA - Según las Naciones Unidas, 1,5 millones de ucranianos huyeron a los países vecinos durante los 10 primeros días de la invasión rusa, que comenzó el 24 de febrero. Es la crisis de refugiados que más rápido ha crecido en todo el mundo desde la Segunda Guerra Mundial. Se espera que el número crezca exponencialmente en las próximas semanas.
Hablando desde Hungría, desde donde espera llegar a Ucrania, el cardenal Michael Czerny, que es el jefe interino del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral del Vaticano, dijo a Crux que la preparación de su viaje comenzó "poco después de que estallara la crisis".
Czerny fue nombrado enviado papal a Ucrania durante la crisis por el Papa Francisco, quien también envió al cardenal polaco Konrad Krajewski.
"La parte más importante fue que la sección de Migrantes y Refugiados [del dicasterio] facilitó una reunión de los principales actores católicos que iban a colaborar en la respuesta [a la crisis]", dijo el canadiense nacido en Checoslovaquia. El cardenal dirigió la sección hasta finales del año pasado, cuando fue nombrado jefe interino de todo el dicasterio.
De esa reunión, dijo, brotó la sugerencia de hacer algunos gestos concretos que sirvieran como "expresión de la solidaridad del Santo Padre". Tras una discusión con la Secretaría de Estado, “se acordó el viaje actual".
El Papa Francisco anunció la decisión de enviar a dos cardenales a Ucrania el domingo, después de dirigir a miles de personas en la Plaza de San Pedro en la oración semanal del Ángelus. Czerny se dirigió el martes a Hungría, donde se reunió con refugiados en Budapest.
El cardenal salió de Roma por la mañana a bordo de un vuelo de bajo coste para llevar a cabo la misión en nombre del Papa y de "todo el pueblo cristiano", como dijo Francisco el domingo. Su visita pretende llevar cercanía y apoyo a quienes se han visto obligados a abandonar su tierra y sus hogares por la cruel violencia de la guerra producto de la invasión rusa de Ucrania.
Krajewski, limosnero del Papa, salió de Roma hacia Polonia el lunes, y el martes ya estaba en Lviv, donde se reunió con el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana.
Según el gobierno local, todos los días desde hace dos semanas, la estación de tren de Budapest recibe entre 2000 y 2500 nuevos refugiados. La mayoría de ellos son acogidos por Cáritas Hungría, la Orden de Malta y otras organizaciones caritativas relacionadas de algún modo con la Iglesia católica u otras religiones. El gobierno ha ofrecido a los que huyen de la guerra manutención durante al menos tres meses, pero los refugiados no quieren quedarse demasiado tiempo en Hungría: Polonia, Italia y, sobre todo, Alemania son los destinos más buscados, por las oportunidades de trabajo o porque allí viven familiares.
"Lo que llama la atención es que las grandes dificultades que la gente estaba teniendo, sobre todo en términos de inseguridad, eran todas dentro de Ucrania, por la violencia, los bombardeos, las carreteras atestadas y la falta de combustible", dijo Czerny. "Todas las dificultades asociadas a la huida para salvar la vida. Luego las largas esperas en la frontera, a veces de días, por el tiempo que tarda cada persona, cada familia que intenta salir".
Sin embargo, una vez que la gente llega a Hungría, "tengo la impresión de que la respuesta ha sido bien organizada, y que hay una buena cooperación entre la Iglesia y sus organizaciones, y el Estado, es decir, las facilidades o los medios que el Estado está ofreciendo", dijo. "Tengo la impresión de que una vez que la gente llega aquí, es capaz de arreglárselas bastante bien, con muchos servicios proporcionados gratuitamente, y fácilmente disponibles para la gente durante el tiempo que deseen permanecer, pero en gran proporción, luego se van a otros países".
Czerny también dijo que la solidaridad que han expresado hasta ahora los países vecinos de Ucrania es "ciertamente una experiencia bienvenida", pero no le parece tan sorprendente.
"Gracias a nuestro trabajo en la sección de migrantes y refugiados en todo el mundo, he podido comprobar que esto es bastante típico, y por lo tanto no es sorprendente", dijo. "Si la gente reconoce la necesidad, el sufrimiento, la angustia y la vulnerabilidad de la gente que huye, de la gente que se desplaza, responde con generosidad y con verdadera compasión".
Cree que, en términos de actitudes de acogida, lo que el mundo está presenciando hoy desde Polonia, Hungría y otros países vecinos de Ucrania es lo que experimentan las personas obligadas a huir en África, Asia o América Latina.
Czerny relaciona esta actitud de acogida con la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco, publicada en 2020: "La gente responde con fraternidad, de manera samaritana, cuando tiene la oportunidad, y realmente la gracia, de encontrar a sus hermanos y hermanas en necesidad".
Preguntado sobre si su llegada efectiva a Ucrania estaba garantizada para el martes por la tarde, o si todavía estaba en el aire, dijo que, de hecho, está en el aire: "No sé [si llegaremos]. Pero os enteraréis si se produce".
En un comunicado emitido por el dicasterio que codirige con la religiosa italiana Alessandra Smerilli, el Vaticano dice que durante el viaje Czerny continuará señalando las "tristes similitudes" entre los sufrimientos de los ucranianos y los conflictos de larga data que ya no atraen la atención del mundo.
Además, planteará su preocupación por que se permita a los residentes africanos y asiáticos en Ucrania, que también sufren miedo y desplazamiento, buscar refugio sin discriminación. Finalmente, también abordará los "preocupantes" informes sobre el aumento de las actividades relacionadas con el tráfico de personas y el contrabando de migrantes a través de las fronteras.