DILI, Timor Oriental -- En un país predominantemente católico donde el clero es tratado con gran respeto, deben hacer esfuerzos adicionales para seguir siendo humildes servidores de su pueblo, dijo el Papa Francisco a los sacerdotes de Timor Oriental.
"El respeto no debe hacerles pensar en el ministerio como en un prestigio social. No, el ministerio es un servicio", dijo el Papa el 10 de septiembre durante una reunión con obispos, sacerdotes, religiosos y catequistas en la Catedral de la Inmaculada Concepción de Dili.
"Es elocuente aquí el gesto que los fieles realizan cuando se encuentran con ustedes, sacerdotes: toman la mano consagrada, la acercan a su frente como un signo de bendición", dijo el Papa. "Es bonito constatar el afecto del Pueblo santo de Dios en este signo, porque el sacerdote es un instrumento de bendición. Jamás, jamás el sacerdote debe aprovecharse de su oficio, sino que siempre debe bendecir, consolar, ser ministro de compasión y signo de la misericordia de Dios".
El Papa Francisco llegó a la catedral tras visitar el colegio Irmas Alma y a sus alumnos, gravemente enfermos o con discapacidades severas.
Después de estrechar la mano de algunos de los niños y acariciar las mejillas de otros, el Papa Francisco dijo a las hermanas y al resto del personal que cuando Jesús habló sobre el juicio final, dijo que los bienaventurados son aquellos que lo alimentaron, vistieron, cuidaron y visitaron cuando lo hicieron por los demás.
"Esto lo llamo el sacramento de los pobres. Un amor que anima, que construye y que fortalece", dijo. "Sin amor esto no se entiende".
Y luego señalando a un niño llamado Silvan, el Papa dijo que la gente tiene mucho que aprender de los niños del hogar. "¿Qué nos enseña Silvano? …Nos enseña a cuidar. Cuidándolo a él aprendemos a cuidar", dijo. "Nosotros también tenemos que aprender a dejarnos cuidar. Dejarnos cuidar por Dios, que nos quiere tanto".
"Si le miramos la cara, está tranquilo, paciente, durmiendo en paz. Y así como él se deja cuidar", dijo.
En la catedral, Florentino de Jesús Martins compartió su historia con el Papa Francisco. La enfermedad de Parkinson obligó a este hombre de 89 años a jubilarse hace siete años tras más de 60 como catequista a tiempo completo.
"A menudo tenía que caminar de 6 a 10 kilómetros para catequizar. Por el camino, a veces me enfrentaba a retos como la lluvia y el fuerte viento, o pernoctar durante el trayecto", dijo. "A pesar de los desafíos, nunca me desanimé, y continué trabajando con la máxima responsabilidad, celo y devoción".
Cuando terminó de hablar, el Papa Francisco bromeó que "¡había competido con el apóstol san Pablo!".
En su discurso principal a los trabajadores de la Iglesia, el Papa utilizó la imagen de los famosos árboles de sándalo de Timor Oriental y su fragancia, comparándola con la fragancia del Evangelio que da alegría a cada hogar y a cada corazón.
"La evangelización se hace posible cuando nos atrevemos a ‘romper’ el frasco que contiene el perfume; romper el ‘caparazón’ que frecuentemente nos encierra en nosotros mismos y salir de una religiosidad mediocre, cómoda, vivida sólo para necesidad personal", dijo.
La hermana Rosa Sarmento, canosiana, había dicho al Papa que la Iglesia de Timor Oriental era "extrovertida", llena de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa y que enviaba misioneros a países de todo el mundo.
"Me gustó la expresión que utilizó Rosa (en su testimonio)", dijo, "Iglesia en marcha, una Iglesia que no se detiene, que no gira en torno a sí misma, no, que no gira en torno a sí misma, sino que arde a causa de la pasión por llevar la alegría del Evangelio a todos".
"El perfume del Evangelio necesita ser difundido contra todo aquello que humilla, aquello que degrada y que incluso destruye la vida humana; contra las plagas que generan vacío interior y sufrimiento, como son el alcoholismo, la violencia y la falta de respeto de la mujer", dijo el Papa.
La audiencia respondió con fuertes aplausos cuando pidió a las religiosas presentes que fueran "madres del pueblo de Dios".
Cuatro Hermanas Maryknoll, una congregación misionera con sede en Estados Unidos, viajaron desde su casa en Aileu, al suroeste de Dili, para unirse a otros 2.000 obispos, sacerdotes, religiosos y catequistas en la catedral.
La hermana Hyunjung Kim, una trabajadora social que lleva nueve años en Timor Oriental, dijo que le complacía especialmente el énfasis que puso el Papa Francisco la noche anterior en la importancia de la educación, porque es lo único que ayudará a las mujeres y niñas de la nación.
"Aquí el matrimonio precoz es común; las niñas pueden casarse en cuanto empiezan a menstruar, y tienen hijos a los 15 años", dijo. Su escolarización termina, y "no conocen sus derechos".
La tradición de la llamada "hola" o "precio de la novia" sigue siendo muy común, explicó. A menudo es más que una dote; "compran a la chica. Y si hay abusos sexuales, el agresor paga la 'hola', y la familia salva la cara" sin tener en cuenta a la niña.
"Por eso, para mí, todo esto gira en torno a la educación", afirmó la hermana Kim.
Además de la educación y la atención sanitaria en Aileu, las hermanas Maryknoll enseñan jardinería y manualidades que pueden ayudar a las mujeres locales a ganar dinero.
La hermana Maryknoll Susan Wanzagi, quien enseña jardinería, dijo: "Para empoderar a las mujeres, tienen que tener una habilidad. Si el marido siempre da y la mujer siempre recibe, siempre será la segunda. Pero si ambos contribuyen, son iguales".