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El Papa: Las familias deben ayudarse unas a otras y construir comunidades centradas en Cristo

CIUDAD DEL VATICANO -- La soledad causa un daño tremendo, incluso a las familias, dijo el Papa Francisco a los líderes internacionales del movimiento laico "Equipos de Nuestra Señora".

"Con vuestro carisma, ustedes pueden convertirse en socorristas solícitos de los necesitados, de los que están solos, de los que tienen problemas en sus familias y no saben con quién hablar, ya sea porque tienen vergüenza o han perdido la esperanza", dijo durante una audiencia con estos líderes en el Vaticano el 4 de mayo.

"En sus diócesis, ayuden a las familias a comprender la importancia de sostenerse mutuamente y de trabajar en conjunto; a construir comunidades donde Cristo pueda 'habitar' en los hogares y en las relaciones familiares", dijo. "Cuando no hay comunidades cristianas, las familias se sienten solas y la soledad hace mucho daño".

El movimiento laical, que se formó en Francia en 1938 y se ha extendido a numerosos países, se dedica a mejorar la vida espiritual de los matrimonios.

El Papa Francisco dijo: "La familia cristiana atraviesa una auténtica ‘tormenta cultural’ en este cambio de época y se ve amenazada y tentada en diversos frentes".

La labor de los equipos de este movimiento, por tanto, es "preciosa para la Iglesia", ya que "acompañan de cerca a los matrimonios para que no se sientan solos en las dificultades de la vida y en su relación conyugal".

"Considero que en el mundo de hoy es muy urgente ayudar a los jóvenes a descubrir que el matrimonio cristiano es una vocación, una llamada específica que Dios dirige a un hombre y a una mujer para que puedan realizarse plenamente en su capacidad generadora, convirtiéndose en padre y madre, y brindando al mundo la gracia del sacramento que han recibido", dijo.

"Esta gracia es el amor de Cristo que se une al de los esposos", dijo; es Cristo quien da a la pareja "la fuerza para crecer juntos cada día y permanecer unidos".

El Papa les pidió que se centraran especialmente en ayudar a las parejas de recién casados a "experimentar la belleza del sacramento recibido", aprender a rezar juntos y descubrir cómo la fe entra en su vida matrimonial para que puedan "hacer un espacio a Jesús y, con él, puedan cuidar su matrimonio".

Junto con sus sacerdotes, pueden abrirse a la acogida de familias jóvenes, dijo.
"Sean como llamas que encienden otras llamas a la fe, especialmente entre los matrimonios más jóvenes. No permitan que acumulen sufrimientos y heridas en la soledad de sus hogares. Ayúdenles a descubrir el oxígeno de la fe con ternura, paciencia y confianza bajo la acción del Espíritu Santo", dijo.

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Carol Glatz