ROMA – Este domingo, cinco años después de su primera visita, el Papa Francisco regresó a la isla griega de Lesbos, hogar de miles de migrantes que ven en este pequeño trozo de tierra la puerta de entrada a Europa, con la promesa, en la mayoría de las veces incumplida, de una vida mejor.
“Estoy aquí para decirles que estoy cerca de ustedes de corazón; estoy aquí para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos cargados de miedo y de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos surcados por demasiadas lágrimas”, dijo Francisco, hablando a cientos de migrantes en el campo de refugiados de Kara Tepe. “Hace cinco años, el Patriarca Ecuménico y querido hermano Bartolomé dijo en esta isla algo que me impactó: ‘El que les tiene miedo no los ha mirado a los ojos. El que les tiene miedo no ha visto sus rostros. El que les tiene miedo no ve a sus hijos. Olvida que la dignidad y la libertad trascienden el miedo y la división. Olvida que la migración no es un problema del Oriente Medio y del África septentrional, de Europa y de Grecia. Es un problema del mundo’”.
El Papa citó el discurso que dio el Patriarca cuando los dos visitaron la isla de Lesbos juntos, para intentar visibilizar el drama que viven cientos de miles de migrantes, tanto en Europa como en el resto del mundo. Las Naciones Unidas estima que la crisis migratoria actual es incluso peor que la desencadenada por la Segunda Guerra Mundial.
En esta oportunidad, sin embargo, Francisco no visitó el campo de refugiados de Moira, en su momento el más grande de Europa, albergando a unas 10,000 personas, porque el mismo se incendió en septiembre de 2020.
En Kara Tepe, las condiciones en las que viven unas 2,200 personas son mejores, pero familias enteras siguen viviendo en contenedores y algunos en grandes carpas con servicios higiénicos muy precarios.
Según datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados, en Lesbos hay 2487 refugiados y solicitantes de asilo, de los cuales 2144 viven en el campo de Kara Tepe. El 68 por ciento llegó de Afganistán, aunque hay muchos de Somalia (11%) y de la República Democrática del Congo. Los niños representan el 30% del total, tres de cada cuatro tienen menos de 12 años y un 8% de ellos está solo.
Después de criticar la indiferencia de algunos países europeos ante el flujo migratorio a través del Mediterráneo, Francisco suplicó fuertemente: "Detengamos este naufragio de civilización".
"¡No dejemos que el Mare Nostrum (mar nuestro) se convierta en un desolador mare mortuum (mar de la muerte), ni que este lugar de encuentro se vuelva un escenario de conflictos! Les suplico: ¡detengamos este naufragio de civilización!", clamó desde Kara Tepe ante representantes de los refugiados, cooperantes y también la presidenta griega, Katerina Sakelaropulu.
Francisco dirigió sus palabras después de haber saludado cariñosamente, uno por uno, a cientos de migrantes durante un recorrido por el campo, a pie. Muchos le contaron sus historias, como la mujer que perdió a toda su familia durante el viaje, huyendo de la guerra.
La crisis humanitaria es “un problema del mundo”, y así como la pandemia “nos ha afectado globalmente, nos ha hecho sentir a todos en la misma barca, nos ha hecho experimentar lo que significa tener los mismos miedos”, cuando se trata de la crisis migratoria, nadie parece dispuesto a ocuparse, sentenció el Papa.
“Es triste escuchar que el uso de fondos comunes se propone como solución para construir muros, para construir alambres de púas”, denunció el argentino, hijo de migrantes italianos que llegaron a la Argentina huyendo de la guerra y el hambre. “Ciertamente, los temores y las inseguridades, las dificultades y los peligros son comprensibles. El cansancio y la frustración, agudizados por la crisis económica y pandémica, se perciben, pero no es levantando barreras como se resuelven los problemas y se mejora la convivencia, sino uniendo fuerzas para hacerse cargo de los demás según las posibilidades reales de cada uno y en el respeto de la legalidad, poniendo siempre en primer lugar el valor irrenunciable de la vida de todo hombre, de toda mujer, de toda persona.”
“Cito una vez más a Elie Wiesel: ‘Cuando las vidas humanas están en peligro, cuando la dignidad humana está en peligro, los límites nacionales se vuelven irrelevantes’”, dijo Francisco.
El Papa citó en repetidas oportunidades al escritor nacido en Romania y superviviente del Holocausto, incluido durante su discurso en 2016, para aceptar el premio Carlo Magno, otorgado anualmente a personas que trabajan incansablemente para mantener la unidad de Europa.
"¿Qué te ha pasado, Europa humanista, campeona de los derechos humanos, la democracia y la libertad? ¿Qué te ha pasado, Europa, tierra de poetas, filósofos, artistas, músicos y hombres de letras? ¿Qué te ha pasado, Europa, madre de pueblos y naciones, madre de grandes hombres y mujeres que supieron defender y dar su vida por la dignidad de sus hermanos?” dijo Francisco aquel 6 de mayo, citando a Wiesel.
El escritor Elie Wiesel, superviviente de los campos de exterminio nazis, que falleció en el 2016 en Estados Unidos, solía decir que hoy es necesario realizar una "transfusión de memoria". Es necesario "hacer memoria", tomar cierta distancia del presente para escuchar la voz de nuestros antepasados.
Durante el discurso más esperado de sus cinco días de gira por Chipre y Grecia, Francisco también denunció que después de casi dos años de pandemia, aún “todo parece terriblemente opaco en lo que se refiere a las migraciones”, criticando también a los países europeos que no están en la primera línea de la acogida: “Persisten en tratar el problema como un asunto que no les incumbe”.
El Mediterráneo, que “durante milenios ha unido pueblos diversos y tierras distantes” y ha sido “cuna de tantas civilizaciones”, ahora “parece un espejo de muerte”, “un frío cementerio sin lápidas”, insistió. Y, dirigiéndose directamente a los cristianos, dijo: “esto no es ideología religiosa, son raíces cristianas concretas”.
“No escapemos rápidamente de las crudas imágenes de pequeños cuerpos sin vida en las playas”, pidió, visiblemente conmovido.
“Cierres y nacionalismos -nos enseña la historia- llevan a consecuencias desastrosas. La historia, repito, nos enseña, pero todavía no hemos aprendido. Que no se vuelvan las espaldas a la realidad, que termine el continuo rebote de responsabilidades, que no se delegue siempre a los otros la cuestión migratoria, como si a ninguno le importara y fuese sólo una carga inútil que alguno se ve obligado a soportar”, clamó Francisco en este centro de refugiados ubicado en la capital de esta pequeña isla del Mar Egeo ubicada a unos 20 kilómetros de Turquía. El Papa llegó a Lesbos en avión, dese Atenas.
“Hay que enfrentar las causas remotas, no a las pobres personas que pagan las consecuencias, siendo además usadas como propaganda política. Para remover las causas profundas no se puede sólo resolver las emergencias. Se necesitan acciones concertadas”.