El 4 de junio, el Arzobispo José H. Gómez ordenará a ocho nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis de Los Ángeles en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles.

La clase de 2022 es el grupo más joven de nuevos sacerdotes en LA en varios años, unidos por su llamado al servicio. En los días previos a su ordenación, presentaremos a un nuevo que pronto será Padre. ¡Los Ángeles, conoce a tus nuevos sacerdotes!

Edad: 35 años

Lugar de origen: Texcoco, México

Parroquia a la que pertenece: San Lorenzo Mártir, Redondo Beach

Asignación parroquial:

Según cuenta Juan Gutiérrez, su camino hacia el sacerdocio ha sido una lucha continua entre él y Dios. Algo que no ha sido cosa de juego, sino más bien, una batalla sostenida durante varias décadas, cuyo trofeo son su corazón y su alma.

“Mi camino hacia el sacerdocio”, dice, “ha sido un constante estira y afloja con Dios”.

Un recorrido con muchos vericuetos, con progresos y pausas. Él creció en un pequeño poblado mexicano, situado a unas 15 millas de la Ciudad de México, sus padres se separaron cuando él tenía 2 años. Él, sus hermanas mayores y su hermano menor fueron criados por su madre, una católica devota que cuidó de que asistieran a misa y recibieran los sacramentos con regularidad.

Sin embargo, cuando llegó a la escuela secundaria afirmó: la iglesia “no es importante para mí”.

Gutiérrez de niño durante un viaje familiar a Ixtapan de la Sal, México.

“Empiezas a escuchar decir que la religión es el opio de los pueblos, que es solamente un invento, y empiezas a creerlo”, recuerda él.

Este fue un período oscuro para Gutiérrez, un hombre de 35 años que empezó a juntarse con gente que no tenía las mejores intenciones: “Me uní al bando equivocado”.

Poco después, a su madre le diagnosticaron un cáncer y Gutiérrez se mudó a Omaha, Nebraska, para reestablecer su relación con su padre y para trabajar ahí, con el fin de ayudar a pagar los tratamientos de su madre. Vivió allí durante unos años antes de mudarse a Los Ángeles.

Gutiérrez se sintió atraído a volver a la Iglesia gracias a un amigo persistente que le estuvo insistiendo en que asistiera a un retiro. De último minuto decidió hacerlo y, aunque no le gustó todo lo que sucedió en el evento, la predicación de uno de los sacerdotes del retiro le llamó la atención.

Al cabo de poco tiempo, empezó a ir a Misa todos los días, a ayudar con los grupos de oración y con los retiros y a visitar al Santísimo Sacramento después del trabajo. Iba con tanta frecuencia a la iglesia que muchas personas, sacerdotes y laicos, le preguntaban si iba a ser sacerdote.

En lugar de sentirse honrado por la pregunta, esto le molestaba. “Respondía yo que no. Yo ya tenía mi plan”.

Ese plan incluía una carrera, una esposa, una familia. La molestia que sentía por dichos comentarios lo llevó a dejar de asistir por un corto tiempo a la iglesia y a abandonar aquellos ministerios. Dejó también de visitar al Santísimo Sacramento. Pero muy pronto, “sentí que ese cambio de estilo de vida no me sentó bien por mucho tiempo”.

Gutiérrez (sexto desde la izquierda) como diácono con amigos y feligreses de la Iglesia San Juan Vianney en Hacienda Heights, donde sirvió durante su año de internado en el seminario. También aparecen en la foto el seminarista Joseph Morel y el diácono Sergio Legarreta, compañero del Seminario de San Juan de la Diócesis de El Paso.

“Cuando dejas de regar una planta, la ves marchitarse poco a poco; así es como yo me sentí”.

Aunque se sentía nuevamente atraído a la iglesia, eso no implicaba necesariamente que estuviera feliz. “Fui muy honesto con Dios, a veces le reprochaba lo que hacía conmigo. Le decía yo: ‘Te platiqué mis sueños y ahora los estás aplastando con este asunto del sacerdocio. ¡No lo quiero!’.

Pero llegó un momento en el que comprendí: si esto es lo que Dios quiere para mí, debería intentarlo”.

Ahora, habiendo llegado finalmente al comienzo de una vocación que muchos otros percibieron en él antes de que él lo hiciera, cuando él ahora orienta a los demás, les dice que elegir el discernimiento puede ser algo “aterrador, intimidante; un asunto que probablemente no queramos en realidad abordar, pero hay una voz que nos dice que tal vez estamos llamados a otra cosa.

“Una hermana me dijo que esto es un proceso, me dijo que siempre que el Señor enciende una vela para ti, no importa cuán pequeña sea esa lucecita, tan solo hay que seguirla a donde nos lleve. Y hay que seguir hablando siempre con Dios al respecto. Mírenme, yo abordé contra toda mi voluntad el discernimiento, y ahora estoy alegre y feliz”.

La ordenación de este año está abierta sólo a los invitados con entrada. Para asistir virtualmente, visite LACatholics.org/ordination.