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CIUDAD DEL VATICANO -- Las familias son la cuna del futuro de la humanidad, dijo el Papa León XIV durante una Misa de clausura del Jubileo de las Familias, los Niños, los Abuelos y los Mayores.

"El mundo de hoy necesita la alianza conyugal para conocer y acoger el amor de Dios, y para superar, con su fuerza que une y reconcilia, las fuerzas que destruyen las relaciones y las sociedades", dijo en la homilía de la Misa celebrada el 1 de junio en la Plaza de San Pedro.

Ese día también se celebró la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, y en las palabras pronunciadas tras la Misa el Papa León agradeció a todos "los trabajadores de los medios de comunicación que, cuidando la calidad ética de los mensajes, ayudan a las familias en su tarea educativa".

En la familia, dijo el Santo Padre en su homilía, la fe "se transmite junto con la vida, de generación en generación: se comparte como el pan de la mesa y los afectos del corazón. Esto la convierte en un lugar privilegiado para encontrar a Jesús, que nos ama y siempre quiere nuestro bien".

Dirigiéndose a todas las parejas casadas, el Papa dijo que "el matrimonio no es un ideal, sino el modelo del verdadero amor entre el hombre y la mujer: amor total, fiel y fecundo," y les capacita para "dar vida, a imagen de Dios".

"Los animo a que sean para sus hijos ejemplos de coherencia, comportándose como desean que ellos se comporten, educándolos en la libertad mediante la obediencia, buscando siempre su propio bien y los medios para acrecentarlo",dijo a los matrimonios.

"Y ustedes, hijos, sean agradecidos con sus padres: decir 'gracias' por el don de la vida y por todo lo que con ella se nos da cada día es la primera forma de honrar al padre y a la madre", dijo el Papa León.
Dirigiéndose a los abuelos y a las personas mayores, les pidió que "velen, con sabiduría y ternura, por quienes aman, con la humildad y paciencia que se aprenden con los años".

El Papa centró su homilía en la "Oración de Jesús" de la lectura del Evangelio del día (Juan 17, 20-26), en la que Jesús ruega al Padre que todos los discípulos de Cristo no sólo le sigan, sino que también busquen estar en unión con el Padre.

Releyó algunos versículos del Evangelio para subrayar el proyecto de unidad de Dios para toda la humanidad, y dijo, "El Señor quiere que, para unirnos, no nos agreguemos a una masa indistinta como un bloque anónimo, sino que seamos uno: 'Como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros' La unidad por la que Jesús ora es, por tanto, una comunión fundada en el mismo amor con que Dios ama, de donde provienen la vida y la salvación. Y como tal, es ante todo un don que Jesús trae consigo. Es, desde su corazón humano, que el Hijo de Dios se dirige al Padre diciendo: 'Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste'".

"Jesús nos está revelando que Dios nos ama como se ama a sí mismo. El Padre no nos ama menos que a su Hijo unigénito, o sea de manera infinita", dijo el Papa León.

"En su misericordia, Dios desde siempre quiere acoger a todos los hombres en su abrazo; y es su vida, la que se nos entrega por medio de Cristo, la que nos hace uno, la que nos une entre nosotros", dijo el Papa, relacionando la reflexión evangélica con la celebración del jubileo de las familias.

La oración de Jesús "da sentido pleno a los momentos luminosos de nuestro amor mutuo como padres, abuelos, hijos e hijas", expresó.

"Y esto es lo que queremos anunciar al mundo: estamos aquí para ser 'uno', tal y como el Señor quiere que seamos 'uno', en nuestras familias y en los lugares donde vivimos, trabajamos y estudiamos. Distintos, pero uno; muchos, pero uno, siempre uno, en cualquier circunstancia y edad de la vida", dijo el Papa.

"Si nos amamos así, sobre el fundamento de Cristo", dijo el Papa, "seremos un signo de paz para todos, en la sociedad y en el mundo. No hay que olvidarlo: del seno de las familias nace el futuro de los pueblos".

Al beatificar y canonizar a matrimonios que dieron un testimonio ejemplar de vida conyugal, como los santos Luis y Zélie Martin y la beata familia Ulma -- madre, padre y siete hijos pequeños --, "la Iglesia nos dice que el mundo de hoy necesita la alianza conyugal" para descubrir y acoger el amor de Dios y vencer lo que rompe las relaciones y las comunidades, afirmó.

Nadie eligió nacer, dijo, pero alguien estaba allí para ofrecer cuidados. "Todos nosotros vivimos gracias a una relación, es decir, a un vínculo libre y liberador de humanidad y cuidado mutuo", añadió.

Sin embargo, a veces "esta humanidad se ve traicionada. Por ejemplo, cuando se invoca la libertad no para dar vida, sino para quitarla; no para proteger, sino para herir", dijo.

Sin embargo, dijo el Papa, "incluso frente al mal que divide y mata, Jesús sigue orando al Padre por nosotros, y su oración actúa como un bálsamo sobre nuestras heridas, convirtiéndose en anuncio de perdón y reconciliación para todos".

Más de 70.000 personas provenientes de 131 países se reunieron en la plaza tras tres días de eventos jubilares en Roma. Familias de todas las edades y tamaños estaban presentes en la plaza; algunas portaban pancartas o banderas, llevaban sombreros a juego o buscaban refugio bajo los paraguas del caluroso sol de la mañana.

El Papa León se abrió paso entre la multitud antes del comienzo de la Misa, cuando las temperaturas aún rondaban los 70 grados. Dejó de bendecir a los bebés y niños pequeños que se le acercaban cuando un niño le tendió la mano para que se la estrechara. El Papa se asomó desde el papamóvil para chocar los cinco con él, entre los vítores del niño y sus amigos.

Antes de rezar el "Regina Coeli" en la plaza, el Papa rezó por todas las familias, especialmente por las que "sufren a causa de la guerra en Oriente Medio, en Ucrania y en otras partes del mundo. Que la Madre de Dios nos ayude a caminar juntos por el sendero de la paz".

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Carol Glatz