Cuando me casé nunca paso por mi mente la idea de que en la relación no existiría nada que no fuera alegría, contento y felicidad. Fui al matrimonio con mucha ilusión, ganas de ser esposa y pensando que me había casado con el hombre ideal. Estaba en el umbral de mi luna de miel cuando el sufrimiento apareció con muchísima fuerza. Entonces comprendí que mi matrimonio era el trabajo que Dios me encomendaba para perfeccionarme en el amor como mujer y esposa.

El sufrimiento es nuestra identidad cristiana y el ingrediente principal para nuestra alegría. Nuestros sufrimientos son esas experiencias que nos llenan de oscuridad, tristeza, enojo, incomprensión sobre lo que nos pasa, inclusive, muchos optamos alejarnos y pelearnos con Dios aunque la verdad es que con ellos Dios nos llama a conocerle o a volver a Él, nos invita a purificarnos de todo egoísmo y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, “y podemos confiar plenamente en Él explicaba la Beata Teresa de Calculta . No todos comprendemos el sufrimiento en nuestra vida conyugal. Este, es esencial para el aprendiz del amor, sirve para purificar nuestras intenciones de mente y corazón, pues en el matrimonio la tarea es amar al otro, entregarse al otro, olvidarse de sí. Cuando esto no se tiene presente, el sufrimiento puede llegar a verse como un castigo o llevarnos a pensar que Dios nos ha abandonado. Esto no es cierto. Me tomo muchos años comprenderlo.

Recuerdo que lo comprendí luego de ver la película “Hope Springs” que protagoniza Meryl Streep y Toni Lee Jones en cuyo guión Dios está ausente.  La protagonista Kate, vive en un matrimonio que ha perdido la conexión romántica, en el que se diluyo la amistad y dejo que la rutina tomara la batuta. Han cumplido 31 años de casados y se da cuenta de que no es feliz. Ella consciente de esto toma la decisión de hacer algo (contrata una terapia de pareja) , le comunica a su marido su plan, lo invita y este le pregunta, ¿quieres ir a una terapia intensa de parejas en Main? Con un tono de voz en el que claramente se comprende que no sea algo que a él le interese. Ella responde: «estaré en ese avión» y lo hace con servidumbre, sin lágrimas y reclamos, como alguien que sabe que es lo que quiere para su vida. “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento” escribe Víctor Frankl. Él es Psiquiatra y creador de la Logoterapia. Sobrevivió al genocidio nazi en Alemania tras haber estado preso en los campos de concentración.

Cuando una mujer o un matrimonio busca ayuda lo hacen porque quieren mejorar su matrimonio, salvar su amor, perdonar una infidelidad o superar los conflictos entre algunas razones. Quieren superar lo que está provocando sufrimiento. Muchas de estas personas están impulsadas por la fuerza de su fe cristiana, ya que desde lo más profundo creen en la unión de hasta que la muerte nos separe, “lo que Dios ha unido no lo separe el hombre” Marcos 10:2-16 , pero cuando llega la prueba no saben cómo afrontarla. Es aquí cuando tenemos la oportunidad de profundizar en el verdadero sentido de la vida conyugal. Hay personas que lo hacen como lo hizo Kate, buscan ayuda profesional y se toman el tiempo para trabajar en el rescate del amor. Pero si además de buscar la psicoterapia, abrimos la puerta de la fe invitando al sufrimiento a formar parte de nuestra historia, creceremos en amor, sabiduría y felicidad.

En nuestra fe católica tenemos el modelo perfecto a imitar para que la voluntad por amar y velar por el bien del otro vaya por delante siempre. Así que si tú no tienes un matrimonio ideal y quieres seguir junto a él o ella como protagonista del amor, da un salto de fe (por cierto esto le recomendó el sicoterapeuta a Kate) y mira a la Virgen María que simplemente dijo sí.