A diez días del comienzo del 2021, ya surgieron en internet una amplia gama de bromas buscando “devolverlo” después del período de prueba. Sin embargo, hay muchos países que aún tienen esperanza en este nuevo año, y uno de ellos es Nicaragua, que celebrará elecciones presidenciales en noviembre.
La situación política, económica y social en este país centroamericano es inestable desde hace años. La situación se agravó en 2018, cuando la juventud salió a las calles en protesta a un intento del gobierno de Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, quisieron implementar cambios en el sistema social que hubieran sido perjudiciales para los jubilados.
El gobierno dio marcha atrás con la reforma, pero solo después de fuertes enfrentamientos entre los jóvenes, la policía y las fuerzas del ejército, que contaban además con el apoyo de grupos armados pro-Ortega. Al menos 325 personas fallecieron durante los tres meses de protestas a causa de la represión que fue condenada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y las Naciones Unidas a nivel internacional.
Entre los que más fuertemente condenaron la represión fueron los obispos, que dieron la orden de abrir las iglesias y otros centros de la Iglesia para brindar atención y protección a los manifestantes, que eran rechazados en los hospitales públicos, aun si presentaba heridas de bala.
Se entablaron diversos intentos de diálogo entre el gobierno y los manifestantes, con la colaboración de los obispos locales y también del arzobispo polaco Mons. Waldemar Stanislaw Sommertag, nuncio apostolico en Nicaragua.
El fracaso de estos esfuerzos de diálogo- que exigían elecciones anticipadas y la liberación de miles de presos políticos- llevó a que el gobierno acusara a los obispos de haber organizado un intento de golpe y de ser los líderes de la oposición.
Algunos de los prelados sufrieron actos de violencia a manos de aquellos que apoyan a Ortega, incluidos disparos contra los asuntos en los que se movían. Monseñor Silvio Baez, auxiliar de Managua, debió salir de Nicaragua ante una serie de amenazas contra su vida. El obispo, que salió del país a pedido del Papa Francisco, continúa siendo una de las voces más críticas contra el gobierno.
El Cardenal Leopoldo Jose Brenes, también de Managua, realizó en lo que va del año una serie de apelos invitando al país a mantener la paz dentro del contexto electoral. Las elecciones nacionales están programadas para el 7 de noviembre. A casi un año de los comicios, sin embargo, Ortega ya está trabajando para garantizar su re-reelección.
Por ejemplo, el 3 de enero, durante su misa dominical, retransmitida por TV desde su casa por motivos de la pandemia de COVID-19, Brenes pidió que en “un año santo, en un proceso electoral, todos nosotros, como católicos, podamos poner el elemento de la reconciliación y de la no violencia”.
Brenes también pidió por “que todos", desde las "autoridades gubernamentales, ministros, líderes sociales, líderes políticos,” puedan dejarse inspirar por lo que el Papa Francisco escribió en su última encíclica, Fratelli Tutti, que está dedicado a la política, y su “compromiso para el bien común”.
Publicada en Octubre de 2020, la encíclica está dedicada al concepto de la fraternidad humana. El capítulo al que hace referencia Brenes está titulado “La mejor política,” el pontífice afirma que los servicios que prestan los líderes populares, “aglutinando y conduciendo, puede ser la base para un proyecto duradero de transformación y crecimiento, que implica también la capacidad de ceder el lugar a otros en pos del bien común”.
También advierte que el liderazgo “deriva en insano populismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder”.
Desde el exilio, Baez es más fuerte en sus afirmaciones, condenado a Ortega como “dictador”: “Los tiranos quieren dar la apariencia de valientes y se presentan altaneros y agresivos, pero son muy miedosos. Se sienten continuamente amenazados y son capaces de todo para no perder el poder, sus privilegios y sus riquezas. Por eso consideran a los demás como rivales o enemigos contra quienes luchar y a quienes engañar o eliminar".
Esta afirmación es una clara referencia a una nueva ley aprobada por el Senado de Nicaragua, a pedido de Ortega, que le permite al mandatario acusar a los políticos opositores de terroristas y así encarcelarlos arbitrariamente.
En su homilía, también del 3 de enero, Baez recordó que Herodes estaba interesado en el niño, pero no para adorarlo como los reyes magos, sino que deseaba eliminarlo.
"Los tiranos de hoy también pretenden engañar a la gente buena y sencilla, como los magos, o deciden matar incluso a gente inocente como hizo Herodes más tarde con los niños de Belén. Engaño y crimen siguen siendo las armas preferidas de los dictadores de hoy" mencionó el obispo en su homilía desde la Iglesia Santa Agatha en Miami.
La tensa situación entre el mandatario y los obispos no siempre fue así: hubo prelados que apoyaron fuertemente la revolución Sandinista que llevó a Ortega al poder, y de hecho, el sacerdote Ernesto Cardenal fue miembro del ministerio original de Ortega.
Pero el propio Cardenal, que en su momento fue públicamente reprendido por Juan Pablo II cuando este visitó a Managua en 1983 por su apoyo a la revolución, denunció a Ortega por su corrupción.
Los próximos meses serán turbulentos en esta pequeña nación de 6.5 millones de habitantes y cientos de miles de exiliados. Las elecciones, programadas para el 7 de noviembre, podrían poner fin a los 15 años de “reinado” del líder sandinista, que culminan en realidad más de cuatro décadas en el poder, ya que fue también mandatario entre 1979 y 1990.
Sin embargo, ha demostrado un fuerte interés por perpetuarse en el poder, e independientemente de los resultados de los comicios, son muchos los analistas y observadores, incluidos los obispos, que temen un regreso de la violencia, que hundiría aún más a un país que ya atraviesa una profunda crisis.
Como suele ser el caso en los países de América Latina cuando atraviesan profundas crisis económicas, la Iglesia tendrá un rol central para evitar este estallido social. Pero con un gobierno que da por sentado que los obispos están planeando un golpe, este llamado a conservar la paz en este año electoral se vuelve aún más profético.