El domingo, Carlos Saul Menem, presidente durante una década de la Argentina, el país de origen del Papa Francisco, falleció a los 90 años.

En 2016 se convirtió en el único ex presidente en ser recibido públicamente por el pontífice, que se ha negado a recibir o incluso encontrar al resto de los exmandatarios, incluidos Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri.

Amigo cercano del predecesor del Papa Francisco como arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Antonio Quarracino, Menem también estaba alineado con su predecesor en la Sede de Pedro, San Juan Pablo II, liderando la oposición latinoamericana al aborto en la cumbre de control poblacional de Naciones Unidas en El Cairo de 1994.

Aún menos conocido que el alineamiento de Argentina con la Santa Sede para influir en el resultado de la conferencia celebrada en El Cairo, es el papel clave que Menem, a través de dos de sus colaboradores más cercanos, jugó en la apertura de Cuba al mundo, mucho antes que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro agradecieran públicamente al Papa Francisco por su papel en el acuerdo de 2014.

En 1994, el entonces presidente argentino Menem -elegido en 1989 y que gobernaría hasta 1999 luego de una reforma constitucional que permitió su reelección- envió a Cuba a dos miembros de su gobierno, Alberto Kohan y Ricardo Romano. Antes de abordar el avión con destino a la Habana, se encontraron con el arzobispo Ubaldo Calabresi que en ese entonces era el representante vaticano en la Argentina.

Calabresi les entregó una carta dirigida al entonces líder cubano Fidel Castro, que presentaba a los dos argentinos, miembros del Partido Justicialista también conocido como Peronismo por su fundador, el general Juan Domingo Perón, como los “portadores de una propuesta de distensión con respecto a Cuba."

La carta los describe como personas "propensas a las negociaciones de paz" y de la "absoluta confianza" de la Santa Sede.

Esta carta, que contó con el apoyo del entonces arzobispo Jean-Louis Tauran, miembro de la Secretaria de Estado vaticana, persuadió a Fidel Castro de tomar la iniciativa y solicitar una audiencia con Juan Pablo II para invitarlo a visitar Cuba.

La visita de Castro al Vaticano tuvo lugar en 1996, y un año después, el pontífice polaco se convirtió en el primer Papa en visitar la nación insular.

(Un dato extra para aquellos que aman las trivias papales, Tauran fue el cardenal que anunció al mundo que el argentino había sido elegido por sus compañeros cardenales para suceder al Papa emérito Benedicto XVI).

La periodista argentina Claudia Peiró informó sobre la exclusiva allá por 2015 en Infobae, el sitio de noticias de habla hispana más leído en el mundo.

El gobierno de Menem, Peiró dijo a este medio el domingo, “era uno que tenía una muy buena relación con la Iglesia institucional. En el momento de su presidencia, la figura central a nivel local era la de Quarracino, con quien tenía un vínculo muy estrecho. Y como siempre digo, Quarracino fue el primer elector de Jorge Mario Bergoglio al papado, porque fue a buscarlo a Córdoba, a donde lo habían exiliado los jesuitas”.

Berogoglio se convertiría primero en obispo auxiliar de Quarracino, posteriormente su coadjutor para eventualmente convertirse en arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina.

“A diferencia de otros presidentes que disfrutaban echando leña al enfrentamiento con la Iglesia o destacando los errores cometidos por los obispos, como [Raúl] Alfonsín y [Néstor] Kirchner, Menem optó por ver a la Iglesia como un aliado”, Peiró, editora de la edición de fin de semana de Infobae, dijo por teléfono.

En 1994, cuando Menem reformó la constitución, incluyó la defensa de la vida humana desde el momento de la concepción -por lo que la reciente legalización del aborto en Argentina se considera inconstitucional- y lo hizo “en diálogo y de acuerdo” con Quarracino, según el periodista.

Además, en 1998, el entonces presidente argentino declaró el 25 de marzo como el Día Nacional del Niño por Nacer, coincidiendo con la fiesta de la Anunciación. Este decreto se produjo meses después de la visita de Menem a San Juan Pablo II en 1997, y los informes de la época indican que el argentino había prometido al pontífice que esta iniciativa estaba en marcha.

El Papa Francisco saluda a Carlos Saúl Menem en Santa Marta. / Télam

Menem provenía de una familia musulmana que emigró a Argentina desde Siria, pero se convirtió al catolicismo en su juventud. A pesar de su fe, no siempre se llevaba bien con los obispos con los que tenía que trabajar: cuando era gobernador de la provincia de La Rioja, en el norte del país, se enfrentó públicamente con el obispo Enrique Angelelli (recientemente beatificado por el Papa Francisco), por incumplir promesas de la campaña, incluida una reforma agrícola.

Angeleli, un crítico abierto los militares que gobernaron en Argentina en la década de 1970, fue asesinado en circunstancias sospechosas, supuestamente por defender a los pobres.

Cuando San Juan Pablo II murió en 2005, el entonces presidente Néstor Kirchner estaba enojado con la Iglesia debido a una “disputa” con el entonces cardenal Bergoglio, quien se había atrevido a criticar públicamente a la clase política argentina, entre otras cosas hablando de corrupción, durante un Te Deum en la catedral de Buenos Aires.

Menem, que se había reunido con el papa polaco en al menos seis ocasiones, decidió asistir al funeral por cuenta propia, junto a decenas de líderes mundiales.

En 2016, Menem se convirtió en el primer y único expresidente argentino en ser recibido por Francisco, quien en 2017 se negó a recibir a Fernández durante una gira europea de la entonces exmandataria, hoy vicepresidenta de la Argentina.

Según Peiró, Menem tenía la relación "adecuada" con la Iglesia: “Por el debate del aborto, vemos en Argentina la demanda de ‘Iglesia y Estado, asunto separado’, pero esto es producto del desconocimiento, porque están separados.”

“Más allá de esta división, quienes demandan este ‘debate’ trata a la Iglesia Católica como si hubiera caído del cielo y aterrizado en Argentina, ignorando por completo que a principios de 1800, cuando tuvimos nuestro primer Congreso [independiente], la mitad de los diputados eran miembros del clero", dijo.

“El hecho de que representen dos esferas diferentes no debería significar que se excluyan entre sí”, dijo. “Y en ese sentido, creo que Menem tenía el vínculo normal que todo presidente argentino debe tener con la Iglesia. Siempre que sea criticada, la iglesia local debería ir a la huelga por un día para que podamos comprender el trabajo que hace al administrar escuelas, hospitales, comedores populares y centros de día y rehabilitación para drogadictos”.

Menem estaba lejos de ser perfecto. De hecho, enfrentó una serie de cargos por corrupción, e incluso después de ser sobreseído, continúo siendo sospechoso. Hay una ciudad en Argentina que lo declaro persona non grata por su supuesto rol en la explosión de una fábrica militar para ocultar el hecho de que se habían traficado armas argentinas a Ecuador y Croacia en 1995.

Menem llevó una vida personal más que cuestionada, mientras empujaba a Argentina a un auge económico, luego derrumbado bajo el peso de los escándalos de corrupción.

Reconocido por su melena de pelo negro y tupidas patillas grises, en su apogeo Menem entretuvo a los Rolling Stones y puso a la Argentina en el escenario internacional, pero muchos lo acusan de haber vendido el país y causar muchos de los problemas que lo aquejan ahora.

Murió después de pasar casi dos meses en el hospital por una infección urinaria, problemas cardíacos y otros problemas de salud. Sera enterrado en un cementerio islámico a las afueras de la ciudad de Buenos Aires, junto a su hijo. Aunque murió siendo católico, su primera esposa y sus hijos son musulmanes.