¿Cómo es el Belén que puso Dios hace más de dos mil años en los que nació Nuestro Redentor, Rey Salvador y del Universo?

Puedo imaginar a su madre, una jovencísima María mirando asombrada  a Dios  y derritiéndose como madre al contemplar por primera vez la carita de su pequeño hijo, que dependía de sus cuidados, y a la vez era… “verdadero Dios y verdadero hombre”.

¡Qué gran misterio y regalo para la humanidad!

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado;
le ponen en el hombro el distintivo del rey y proclaman su nombre:
«Consejero admirable, Dios fuerte,
Padre que no muere, príncipe de la Paz.”
(Isaías 9, 5)

Por un momento imagino que estoy allí, en medio de ese grupo de pastores que ha llegado a verlo. Puedo mirar a José a su lado, o quizá colocado un poco detrás de María para mirar también anonadado a este hijo que en el mismo instante  de verlo lo sintió carne de su carne y sangre de su sangre.

Puedo ver a José, tembloroso y maravillado, arrodillarse ante Dios y tomarlo entre sus brazos para proteger a su hijo, verdadero Dios y verdadero hombre.

El Belén que puso Dios es así: un hombre y una mujer llena de gracia, que aman a Dios sobre todas las cosas; que son almas de profunda oración y que por lo mismo viven para alabar a Dios y para hacer su voluntad con sus vidas.  Por ello María y José ya no son sólo dos personas. Ahora son dos santas personas por la belleza interior de sus almas, por la entrega de su corazón y por la valentía de su sí.

El sí de Santa María, el momento más importante de la historia… el que cambió el destino de nuestras almas.

Se me llenan los ojos de lágrimas y siente mi corazón un gran agradecimiento hacia Ella…. ¿cómo no mirarla? ¿cómo no amarla? ¿cómo no acompañarla con mi sufrimiento cuando Ella sufrió más que ninguna mujer en el mundo?

El sí de San José…. Ilusionado, enamoradísimo de Santa María… con un corazón tremendamente bueno (tanto que fue llamado hombre justo) … elevado hacia Dios…. ¿cómo no admirarlo y quererlo? ¿cómo no respetarlo? ¿cómo no amarlo con intensidad y aprender a ser humilde desde alguien que olvido de inmediato el orgullo para hacer la voluntad de Dios?

Creo que de eso se trata la vida, el adviento y la Navidad. De soltarlo todo y tomarse unos días para mirar nuestro año, revisar la vida y tratar de encontrar si hice lo que Dios me pedía, me gustara o no. Si abracé todo con amor. Si no hui a la cruz. Si no me queje. Si aprendí a ser humilde. Si deje a un lado el por qué para dejar el pasar al:  “sí, he aquí la esclava, el esclavo, que hace lo que Tú quieras, Mi Dios.”

Gracias, gracias, gracias.