El título del artículo te parecerá fuerte, pero los tiempos que vivimos urgen la utilización del vocabulario para no tratar de cubrir lo que, desde ya hace un tiempo, cuando se inventó la píldora anticonceptiva daño tanto al mundo creación maestra de Dios. Con la invención de esta pequeña píldora que mata la vida, vino de la mano el aborto. Abortar es pecar. ABORTAR ES MATAR. Abortar es ignorar lo que es el amor de verdad. Este mes en todo el mundo se celebra la vida.
El 3 de febrero de 1994 la Madre Teresa de Calcuta dijo ante una multitud en Washington, D.C.: “Al abortar, la madre no ha aprendido a amar; ha tratado de solucionar sus problemas “matando” a su propio hijo… El país que acepta el aborto no está enseñando a su pueblo a amar sino a aplicar la violencia para conseguir lo que se quiere. Es por eso que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto”.
En los Estados Unidos, se marchará por la vida en la capital de Washington. Se esperan cientos de miles de personas y entre ellos a los jóvenes. Tal parece que esta década será la década del triunfo por la vida, donde las personas que han sembrado durante tantos años ahora están recogiendo las flores de la vida por medio de esta nueva generación que se opone a silenciar a aquél que no ha nacido y que tiene unas ansías ganas de nacer para hacer mucho bien en el mundo.
Ahora recuerdo la historia de aquella madre de tres hijos que había abortado a un cuarto porque su esposo se lo exigió. Esta mujer lloraba con un llanto desgarrador y se abrazaba a mí gritando que desde entonces no podía dormir, tenía ataques de pánico y la angustia era su constante compañera.
También recuerdo la mujer de 38 años que espontáneamente empezó a llorar frente a mí y a contarme como su propia madre a los 16 años la había llevado a una clínica de abortos. A partir de ese momento su relación con su madre desapareció; vivía interminables episodios de depresión y en ese cuarto, en la privacidad de mi consulta despertaba al hecho de “darse cuenta” que ese aborto era un acto en contra de la naturaleza de su ser: “el amor”.
También recuerdo mi propia historia y de cómo siete años después de mi aborto empezaron estas agobiantes depresiones; la búsqueda del amor de hombre a hombre para llenar mis vacíos y los ataques de pánico que me asaltaban de formas inesperadas.
Sí, querido lector, el aborto no sólo acaba con la vida de ese hijo en el vientre. Acaba también con la vida de la mujer que fue elegida por Dios para gestarla. Por esto, es que, aunque se vaya a sesiones de terapia, se pase por seminarios de desarrollo personal, se piense que ese pecado quedó olvidado y sepultado, el mismo Amor que te creo, es el único que podrá perdonarte, salvarte y resucitarte en esa vida que es un regalo.
Por ello, si eres mujer que abortó, si eres mujer que todavía siente que no ha sanado después de múltiples visitas a un psicoterapeuta te invito a buscar un Sagrario, ahí te está esperando Jesús y tiene todo el tiempo del mundo para escucharte, para recoger tus lágrimas entre sus benditas manos y con ellas levantar la dignidad de tu rostro una vez más.
Busca a Jesús, busca al Médico de los médicos, su poder curativo no puede compararse con el de ningún otro medio humano o técnica o trabajos para sanar.
Con un corazón ya despierto, arrepentido y necesitado El Señor puede restaurarte. Entonces El mismo te impulsará a gritarle al mundo que cuando se ama no se aborta porque el alma sabe que la vida es Sagrada, que la vida viene de Dios y que la vida es para cumplir un propósito. El más grande de todos: anunciar que Cristo vive y sana.
Acércate este día a contemplar el Rostro de la Virgen Santísima y por un momento imagina que Ella toca tu vientre y lo bendice. Madre del Amor Perfecto, mujer única e irrepetible escogida para llevar a Dios en el vientre. Gracias por con tu innagotable ternura has transformado mi miedo y dolor en propósito parael bien de muchas mujeres en el mundo. Amén
¡Dios te bendiga!