El cardenal venezolano Baltazar Enrique Porras asegura que el Papa Francisco lleva al país sudamericano en su corazón. Tras reunirse con él el viernes, dijo que el pontífice había instado a la Iglesia del país a seguir buscando una "solución pacífica y negociada, sin renunciar a nuestros principios."
Una solución de este tipo ayudaría a evitar "la violencia, la guerra o la represión" que a menudo se utiliza en todo el mundo, especialmente en situaciones "de desigualdades existentes."
Durante una entrevista el viernes, horas después de reunirse con Francisco, el cardenal evitó utilizar términos duros al describir su país, señalando simplemente que está "en crisis."
Esta ha sido durante mucho tiempo la línea diplomática del Vaticano, incluso cuando la mayoría de los que trabajan en la oficina exterior del Papa reconocen que el presidente Nicolás Maduro es visto como un dictador y una persona de la que "no se puede decir nada bueno", como dijo un alto diplomático a la semana pasada.
¿Qué le ha traído a Roma esta semana?
Hemos venido con la comisión de asuntos económicos de la Arquidiócesis de Caracas a dar gracias al Santo Padre por la beatificación del doctor José Gregorio Hernández, este médico laico ha sido como lluvia de mayo en medio de la situación que vive el país, y no solo para Venezuela, sino lo que significa la presencia de un médico, laico, investigador, profesor, creyente, hombre de diálogo con todos los distintos sectores. Es un ejemplo actual, no solo alguien de pasado, que fue un hombre “normal” procedente de un pequeño pueblo, que se fue superando sin ser un superhombre, en medio de una Venezuela de condiciones muy precarias, pero que tuvo un gran amor a su propria tierra, que sintió la vocación de prepararse bien en medicina para ayudar a su pueblo, y que habiendo sido un alumno brillante en Berlín, Paris y Madrid, donde le ofrecieron trabajo, decidió volver para devolverle a su patria lo que le había dado.
Era un mundo positivista, lo cual no le impidió manifestar su fe, pero no de una forma polémica. Fue muy amigo y con una muy buena relación con aquellos que pensaban distinto a él. Y en la situación actual, esto es muy importante.
Fue también abiertamente creyente. Por lo que es un testimonio, un modelo, tan necesario en el mundo de hoy. Yo he ido descubriendo muchas facetas distintas de una vida polifacética, de un hombre que por un lado fuer normal, le gustaban la música y el baile. Era cercano a la gente, fue un profesor muy exigente pero muy querido, que motivo la modernización de la medicina en Venezuela.
Sin haber tenido ninguna campaña publicitaria, su testimonio se fue regando como pólvora a través de América Latina. Me llaman la atención los pedidos de reliquia de todo el mundo, las conferencias episcopales desde Canadá hasta Argentina, pero también desde Australia y prácticamente desde todas las conferencias episcopales de Europa.
Y en Venezuela ha sido un momento muy interesante, en el momento que estamos viviendo, para una campaña evangelizadora, movida principalmente por la participación de los laicos, y también en particular por las personas relacionadas a la salud.
¿A demás del papa, tuvieron reuniones con otros miembros de la Curia Romana?
Sí, con el Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, que habiendo sido embajador del papa en Venezuela tiene su corazón allí, y el sustituto de la secretaria de Estado, que es de Venezuela. También fuimos por supuesto a la congregación de los Santos, y viendo que estamos trabajando en una economía más transparente no solo de la Arquidiócesis de Caracas sino de toda la Iglesia en Venezuela, visitamos también el IOR, para ver el trabajo que están realizado, y ha sido de verdad muy fructífero.
¿Qué diría hoy el Dr. Gregorio sobre la situación de Venezuela?
Sería un hombre que, con firmeza en primer lugar, estaría siempre muy pendiente de los pobres. En segundo lugar, un aspecto que se resaltó hace 100 años, en medio de una dictadura, sin tener una política de confrontación, si tuvo una política de denuncia, de cómo el estado no estaba cumpliendo con lo que era la salud de todo el pueblo de Venezuela. Y trabajaron con gran altura y merecieron un profundo respeto, aun cuando era un “buen” momento para la dictadura.
Creo que de estar vivo hoy, sería un hombre muy respetado, pero siempre enfocado en el diálogo, sin ser un hombre de confrontación o polémica. Hay que señalar que, a pesar de su profundo respeto por los otros, tenía muy en claro sus propios valores.
¿Se imagina un futuro en el que los millones de venezolanos que dejaron su país en los últimos años vuelvan, como lo hizo el doctor Hernández después de su formación como médico?
Es uno de los ejemplos más significativos que tenemos, porque sabemos, y las estadísticas lo demuestran, cuando se dan estos éxodos, forzados o no, el porcentaje de que vuelve es poco en comparación a los que salen: un 10 o 15 por ciento. Muchos profesionales han salido del país, y saben que, por los recursos naturales y las cuestiones geográficas, Venezuela tiene mucho potencial.
Una de las cosas que le hemos presentado al Santo Padre y en la que él nos animó, es el lanzamiento de una campaña de vacunación masiva con el nombre de Don Gregorio Hernández, para que no tenga ninguna connotación política, partidista o de proselitismo, sino que realmente sirva a la vida, como nos pide el Papa Francisco.
¿Puede compartir con nosotros algo de lo que el Papa Francisco le dijo sobre Venezuela?
Él se siente muy cercano a nosotros. Sigue con mucho ahínco la situación, y preguntando qué puede hacer. Y nos invita a buscar una solución pacífica, negociada, sin ceder nuestros principios, pero buscando qué es lo que nos une para que no sea la violencia, la guerra o la represión las que vengan a querer solucionar, algo que vemos en el mundo entero, con las situaciones de las desigualdades existentes, y la necesidad de representar la postpandemia.
No podemos volver atrás. Vamos a salir mejor o peor, y está en nuestras manos que sea mejor, y ese mejor pasa por el respeto a la vida, la búsqueda de un sentido mayor de lo que es la igualdad, la democracia, y el respeto de los unos a los otros.