Agradezco a los miembros y al personal del Comité de Seguridad Pública de la Asamblea de California por su cuidadoso análisis y deliberación sobre el Proyecto de Ley del Senado 360, y agradezco que el autor del proyecto de ley, el Senador Jerry Hill, haya decidido no continuar con su aprobación este año.
Este resultado es bueno para el pueblo católico de California y para los creyentes de todas las religiones, no solo en este estado sino en todo el país.
La SB 360 era una legislación riesgosa. Era una amenaza al sacramento de la Confesión que habría negado el derecho a confesiones confidenciales a los sacerdotes y a decenas de miles de católicos que trabajan con sacerdotes en parroquias y en otras agencias y ministerios de la Iglesia.
Pero la SB 360 era más que eso: amenazaba la conciencia de todos los estadounidenses. Si cualquier legislatura puede obligar a los creyentes a revelar sus pensamientos y sentimientos más íntimos compartidos con Dios en la Confesión, entonces verdaderamente no hay un área de la vida humana que esté libre o a salvo de la intrusión del gobierno.
En estos últimos meses, ha sido inspirador ver a tantos despertarse de esta amenaza y unirse para hablar en defensa de la libertad religiosa.
Gracias a la fe y a la devoción de católicos individuales, parroquias y organizaciones, se hicieron decenas de miles de llamadas telefónicas y se escribieron decenas de miles de cartas y correos electrónicos a los legisladores en Sacramento, incluidas más de 140,000 cartas y casi 17,000 correos electrónicos enviados por católicos aquí en Los Ángeles. Esta es una señal de la gran fe y vitalidad de nuestra comunidad católica y la importancia de la Confesión para nuestra identidad y práctica religiosa.
Quisiera expresar mi gratitud personal a los líderes religiosos de todo el país que acudieron en nuestra ayuda para oponerse a la SB 360. Es una cosa hermosa permanecer unidos con nuestros hermanos y hermanas de las iglesias apostólicas del Este católico y ortodoxo, con bautistas y pentecostales, anglicanos y luteranos, musulmanes y judíos, y con la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.
La libertad religiosa es uno de los cimientos de la democracia estadounidense. Nunca puede ser aceptable que el gobierno interfiera en la forma cómo las personas oran o adoran o viven sus creencias en la sociedad. Y una amenaza a la libertad de una fe siempre será una amenaza para la libertad de todos nosotros.
Estos son asuntos que van más allá de la política. Y rezo para que, como creyentes, sigamos trabajando juntos para defender nuestras libertades y promover nuestros valores en la búsqueda de la construcción de una sociedad con justicia y compasión, que sirva a la dignidad de la persona humana.
Desde el inicio de este debate, hemos argumentado que la SB 360 no haría nada para proteger a los niños del flagelo del abuso infantil que, lamentablemente, se encuentra en todas partes de nuestra sociedad.
En la Iglesia Católica, hemos lidiado con este escándalo durante muchos años. En todo el estado las diócesis han implementado políticas y programas para mantener a los niños seguros. Tomamos huellas dactilares y verificamos los antecedentes de todo el personal de la Iglesia, tenemos personal que ayuda a las víctimas y tenemos protocolos estrictos para tratar las denuncias contra sacerdotes y contra otras personas que trabajan para la Iglesia.
Como resultado, los nuevos casos de abuso sexual infantil por parte de sacerdotes son raros en la Arquidiócesis de Los Ángeles y en las otras diócesis de California.
Sabemos que un solo caso es demasiado y por ello la Iglesia permanece vigilante y totalmente comprometida con la protección de los niños y con la ayuda a todas las víctimas-sobrevivientes para que encuentren sanación.
Es así que, mientras hoy le agradecemos a Dios por ayudarnos a mantener la Confesión sagrada, debemos comprometernos de nuevo, cada uno de nosotros, los miembros de cada fe y de todo camino de vida, a eliminar el flagelo del abuso infantil de nuestra sociedad, y velar porque todos los niños sean bienvenidos y amados, y que estén protegidos y seguros.