Siguiendo los pasos de sus predecesores, el Papa Francisco publicó el jueves un documento que reflexiona en la vida y obra del poeta italiano Dante Alighieri, llamándolo profeta de la esperanza en un momento histórico donde la inhumanidad y la falta de perspectivas cobran gran importancia.

“En este particular momento histórico, marcado por tantas sombras, por situaciones que degradan a la humanidad, por una falta de confianza y de perspectivas para el futuro, la figura de Dante, profeta de esperanza y testigo del deseo humano de felicidad, todavía puede ofrecernos palabras y ejemplos que dan impulso a nuestro camino”, escribió Francisco en las líneas finales de Candor Lucis Aeternae.

Dante, escribe Francisco, tiene un mensaje importante que transmitir, uno que está destinado a tocar los corazones y las mentes de todos, e incluso en el presente tiene la capacidad de inspirar cambios y transformaciones. El mensaje que narra su obra debería ayudar a apreciar "lo que somos y de lo que vivimos día tras día en tensión interior y continua hacia la felicidad, hacia la plenitud de la existencia, hacia la patria última donde estaremos en plena comunión con Dios, Amor infinito y eterno".

Su misión profética, escribe el Papa sobre el poeta, implicó denunciar a aquellos creyentes - desde los papas hasta los fieles ordinarios - que traicionan a Cristo y convierten a la Iglesia en un instrumento para promover sus propios intereses, idolatrando el poder y las riquezas, ignorando las Bienaventuranzas y la caridad hacia los pequeños y los pobres.

"Sin embargo, incluso cuando denuncia la corrupción en partes de la Iglesia", escribe Francisco, Dante también "es un defensor de su profunda renovación e implora a la providencia de Dios para que esto suceda".

Resplandor de la Luz eterna en español, la carta apostólica del Papa es el último en una larga lista de documentos papales y reflexiones sobre el hombre que escribió La Divina Comedia, a menudo reconocido como uno de los mejores poemas de la historia.

El documento papal fue publicado para conmemorar el 700 aniversario de la muerte de Dante.

Según Francisco, Dante no quiere “simplemente ser leído, comentado, estudiado y analizado”, sino que quiere “ser escuchado e incluso imitado”, invitando al lector a convertirse en su compañero en el viaje que emprende a través de Inferno (Infierno), Purgatorio (Purgatorio) y Paradiso (Cielo) -.

“También hoy quiere mostrarnos cuál es el itinerario hacia la felicidad, el camino recto para vivir plenamente nuestra humanidad, dejando atrás las selvas oscuras donde perdemos la orientación y la dignidad”, escribe el papa. “El viaje de Dante y su visión de la vida más allá de la muerte no son simplemente el objeto de una narración, no constituyen un mero evento personal, por más que sea extraordinario.”

Francisco ha definido a La Divina Comedia como uno de sus libros preferidos, y es evidente a lo largo de la carta apostólica que al menos trata de seguir sus propios consejos de conocer esta obra maestra y aceptar la invitación de Dante a viajar con él.

El pontífice comienza su carta revisando algunas de las referencias clave que los papas hicieron sobre Dante y la Divina Comedia en este último siglo, comenzando por el Papa Benedicto XV, e incluyendo a Pablo VI, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y él mismo.

Como sostiene Francisco, en este aniversario “en esta circunstancia no puede faltar la voz de la Iglesia que se asocia a la unánime conmemoración del hombre y del poeta Dante Alighieri. Mucho mejor que tantos otros, él supo expresar, con la belleza de la poesía, la profundidad del misterio de Dios y del amor”.

La carta difundida el jueves, día en que la Iglesia Católica conmemora la Anunciación, es decir, cuando el Arcángel Gabriel anunció a la Virgen María que concebiría y se convertiría en la madre de Jesús, incluye reflexiones tanto sobre la vida de Dante como de sobre su obra más famosa.

Francisco revisa la vida del poeta no tanto por la precisión biográfica, sino para explicar de dónde venía Dante y dónde estaba durante el lapso de 18 años que invirtió en escribir La Divina Comedia.

Nacido en 1265 en Florencia, el poeta ocupó importantes cargos públicos, incluido un período como Prior. En 1302, como resultado de los disturbios políticos, fue exiliado durante dos años, se le prohibió ocupar un cargo público y fue condenado a pagar una multa. El pontífice señala que Dante rechazó la decisión por injusta, lo que solo agravó su castigo: exilio perpetuo, confiscación de sus bienes y sentencia de muerte si regresaba a Florencia.

“Este fue el comienzo del doloroso exilio de Dante y sus infructuosos esfuerzos por regresar a su ciudad natal, por la que había luchado apasionadamente”, escribió Francisco. Esta situación llevo a que Dante se convirtiera en un exiliado, un “peregrino pensativo” reducido a un estado de “pobreza extrema".

“Dante, reflexionando profundamente sobre su situación personal de exilio, de incertidumbre radical, de fragilidad y de constante desplazamiento, la transforma, sublimándola, en un paradigma de la condición humana, que se presenta como un camino, interior antes que exterior, que nunca se detiene hasta que no llega a la meta”, señaló el Papa.

Luego elogia al escritor porque, a pesar de todos los eventos "trágicos, dolorosos y angustiosos", la experiencia de Dante, nunca "se resignó, no sucumbió", negándose a "que se suprimiera el anhelo de plenitud y de felicidad presente en su corazón, ni mucho menos se resignó a ceder a la injusticia, a la hipocresía, a la arrogancia del poder y al egoísmo que convierte a nuestro mundo en «la pequeña tierra que nos hace tan feroces».”

Habiendo revisado su propia vida a la luz de la fe, Francisco escribe, el poeta descubrió su propia vocación y misión, emergiendo no como “un aparente fracaso, un pecador, desilusionado y desmoralizado, sino un profeta de la esperanza”.

A través de la poesía, escribe el Papa citando a Dante, aplicó el arte de la palabra que, al hablar a todos, tiene la capacidad de cambiar la vida de cada uno.

Al revisar su vida, escribió el Papa, Dante se dio cuenta de que su trabajo tenía la intención de “pone en movimiento un camino de liberación de cualquier tipo de miseria y degradación humana y, al mismo tiempo, señala la meta final, que es la felicidad, entendida sea como plenitud de vida en la historia que como bienaventuranza eterna en Dios.