Muchos vimos ilusionados la llegada de una nueva década. Muchos comieron las doce uvas que prometen abundancia; otros revisaron y escribieron sus metas y propósitos y otros tantos cientos de miles quizá, trabajaron en el ya famoso “vision board” o “tablero de visión “ una herramienta utilizada por los coaches profesionales que te ayuda a enfocarte y concentrarte en lo que realmente quieres para hacerlo realidad.

¿Y quién hace realidad lo que sueñas o deseas? Piensas convencido que eres tú, usando tu cerebro. De manera crees que eres Dios, Todopoderoso y te olvidas de Él.

Esta es una de las tantas formas engañosas en las que miles y miles de católicos han caído rendidos y han puesto su fe en ello diluyendo de esta forma su fe y confianza en un Salvador. Pero de esto podré hablar más ampliamente en otra ocasión. Lo que quiero decir es que nadie, ni tú no yo sospechábamos que nos convertiríamos en una generación de la historia inolvidable. No por nuestra forma ejemplar de vivir como seres creados para el amor, sino por aquellos que vivieron una plaga que se llevó en un año a miles y miles de personas y que se llamó Corona virus. Es decir, la generación de la pandemia del coronavirus.

De todo lo vivido en el doloroso 2020 este virus es el protagonista y ser sin vida (por eso es virus) que se convirtió en el más poderoso del planeta.

Ha sido tanto su poder que la economía está devastada. Los ancianos han muerto como mangos que caen del árbol y los días para los que somos jóvenes se pegaban unos a otros lanzándonos a una agobiante espera del cuándo podemos volver a la normalidad.

En una época en la que “dejamos de creer en Dios y empezamos a creer en cualquier cosa”.
(Chesterton)

El mismo Dios nos puso un alto.

Leía que “ningún hombre es capaz de mover o inclinar la voluntad de Dios”(1) aunque estén convencidos de lo contrario. Y lo que hemos vivido en el 2020 creamos o no creamos es la voluntad de Dios. Una voluntad que ha sido así porque de alguna manera se ha cansado de ver a sus hijos que entronizaron la pura autodeterminación que es lo mismo que actuar según sea su voluntad y que como escribe Juan Manuel de Prada: “Ha convertido a los hombres de nuestro tiempo en amasijos de pulsiones aberrantes que puedan asesinar a sus hijos en gestación o dejar morir a sus viejos en los modernos morideros llamados residencias o incluso matarlos con una inyección creyendo además que actúan piadosamente “.

Dios nos mira y quizá nos invita a buscar su Palabra Sagrada para que cada uno pueda reflexionar en aquellas palabras del Profeta Isaías: “..ay de los que a lo malo llaman bueno y a lo bueno malo; que hacen de la Luz tinieblas y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo”.

Si eres católico y piensas que exagero quiere decir que también ya estás contaminado.

¿Cuál será la vacuna para acabar con esta tempestad espiritual llamada coronavirus?
Como en su día Dios hablo a Noé para que construyera un arca y salvará a su familia , creo que ahora mismo está llamando a cada uno para hacer lo mismo de cara al 2021 para lo que está en el mayor de los peligros: la familia.
Las siguientes preguntas pueden servir para comenzar tu diálgo con él:

¿Qué tipo de adorador quiero ser para Dios? ¿Cuánto le pediré en mi oración diaria el don de amarlo cada día más y más? ¿Qué tan capaz me estoy sintiendo de unir mi voluntad a la suya para que su plan eterno para mí se haga realidad?¿Y qué tal si me llevo el siguiente conjunto de palabras para meditarlas en mi oración y sacar unos propósitos concretos para ser un enorme hijo?

Pandemia: pecado
Pecado : purificación
Purificación: paz
Paz: Jesucristo
Jesucristo: Salvador del alma.

Porque al final no se nos preguntará cuánto triunfamos , cuánto acumulamos o cuánta fama tuvimos sino más bien “cuánto ore, cuánto ame, para conseguir el auxilio de Dios, para obrar el bien y perseverar, como es necesario para tener cosecha de trigo”. R Garrigou- Lagrange.
Qué la más Santa y llena de Gracia de todas las mujeres que han existido , la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos auxilie para poder mirar lo que no hemos visto y empezar a vivir nuestra vida solamente para adorer a Dios.

Omnia in bonum.
(1) Las tres edades de la vida interior, R Garrigou-Lagrange.