Mons. Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados, afirmó que algunas minorías religiosas, en particular minorías cristianas, se enfrentan “a la extinción” en algunos lugares del mundo.
Mons. Gallagher hizo esta advertencia en una declaración pronunciada en la ONU el miércoles 22 de septiembre durante la reunión de alto nivel con motivo del 20 aniversario de la adopción de la Declaración y el Programa de Acción de Durban sobre “las reparaciones, la justicia racial y la igualdad para los afrodescendiente”.
En su discurso recordó que los cristianos “representan el grupo más perseguido a nivel mundial” y lamentó que los perseguidores a menudo gozan de impunidad”.
De forma particular, Mons. Gallagher recordó que “la Declaración de Durban expresa acertadamente la preocupación por la intolerancia, los actos hostiles y la violencia contra los grupos religiosos”.
“La intolerancia basada en la religión o las creencias conduce a la restricción del derecho a practicar libremente la religión elegida y, en sus formas más extremas, puede causar hostilidad, violencia y crímenes atroces”, denunció.
Insistió en que “el desprecio del derecho a la libertad de religión y de creencias conduce a la violación de otros derechos humanos”.
En su discurso se refirió también a la “insidiosa” práctica de la eugenesia como otra forma de discriminación.
“Podríamos decir que detrás de las técnicas de procreación artificial y de los aspectos oscuros de los diagnósticos prenatales se esconde a menudo una mentalidad eugenésica, en la que la idea de que hay seres humanos de valor inferior a causa de la discapacidad, el sexo u otros rasgos conduce a menudo a la negación de su derecho a la vida”.
Mons. Gallagher abogó también por eliminar toda forma de discriminación racial e hizo hincapié en que “el racismo puede y debe ser derrotado” aunque, para ello, señaló que es necesario promocionar “una cultura de encuentro, fraternidad y solidaridad”.
Reconoció que se han dado pasos importantes para combatir el racismo, pero recordó que las medidas adoptadas por los Estados “deben conducir a un cambio real a través de su aplicación por parte de los gobiernos, así como a través de la educación y la información ética de los medios de comunicación, proporcionando información objetiva y basada en hechos de manera que respete la dignidad de todos y no fomente una mentalidad divisiva de ‘nosotros contra ellos’”.
Sin embargo, advirtió también que “as leyes y normas que tratan de erradicar la discriminación y la intolerancia deben respetar el derecho a la libertad de opinión, pensamiento, religión y conciencia”.
Y es que “los derechos humanos universales son indivisibles e interdependientes y, por tanto, no pueden existir en oposición”.
“La vigilancia, la investigación y el enjuiciamiento de los incidentes de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia no deben convertirse nunca en una justificación para que los Estados violen los derechos humanos de las minorías o censuren sus opiniones”, subrayó.