CIUDAD DEL VATICANO – Los religiosos y religiosas deben entrar en la vida del pueblo a quien sirven "con respeto por sus costumbres y sus tradiciones" y "tratar de llevar a cabo la misión de inculturar la fe y evangelizar la cultura", les dijo el papa Francisco a religiosos de América Latina y el Caribe.
El papa advirtió que, sin inculturación, tanto la vida cristiana como la vida religiosa terminaría "en las posiciones más aberrantes y ridículas del gnosticismo".
"Hemos visto esto, por ejemplo, en el mal uso de la liturgia", dijo en un video del 13 de agosto. "Lo que se convierte en importante es la ideología y no la realidad del pueblo, y eso no es el Evangelio. No olviden el binomio: inculturar la fe y evangelizar la cultura".
El mensaje se retransmitió al comienzo de una conferencia de tres días patrocinada por la Confederación Latinoamericana de Religiosos, conocida por las siglas en español CLAR. El evento virtual del 13 al 15 de agosto reflexionó sobre el tema, "Hacia una vida religiosa intercongregacional, intercultural e itinerante".
La alegría "es el mejor testimonio que podemos ofrecer al pueblo santo y fiel de Dios, a quien estamos llamados a servir y acompañar en su peregrinación hacia el encuentro con el padre", les dijo el papa.
El alegre testimonio de hombres y mujeres consagrados toma muchas formas, especialmente a través del sentido del humor, añadió el papa.
"Es muy triste ver a hombres y mujeres consagrados que no tienen sentido del humor, que se toman todo tan en serio", dijo el papa Francisco. "Por favor; estar con Jesús es ser alegres, y es también tener la capacidad que nos da la santidad para tener este sentido del humor".
El papa Francisco también señaló la importancia de la vida consagrada como "promotora de fraternidad".
Sin embargo, cuando muchas congregaciones se enfrentan a la "tentación de la supervivencia" cuando sus comunidades van en descenso, el papa exhortó a los religiosos y religiosas a "renunciar al criterio de los números, el criterio de la eficiencia" que los puede convertir en "discípulos temerosos, encerrados en el pasado y entregados a la nostalgia".
"Esta nostalgia, básicamente, es el canto de sirena de la vida religiosa", dijo.