CIUDAD DE MÉXICO -- La Conferencia Episcopal Mexicana pidió a todos los mexicanos que se conviertan en sembradores de paz, señalando que han convertido esta práctica en su máxima prioridad pastoral en el país asediado por carteles de droga y bandas criminales.
En un documento de 10 páginas difundido a fines de enero y leído en las parroquias, los obispos expresaron que "lamentablemente persisten circunstancias muy graves de violencia e inseguridad en diferentes estados y ciudades del país".
"Somos conscientes de que la construcción de la paz es una tarea que requiere nuestra atención permanente y que debemos realizar en el corto, mediano, y largo plazo", dice el documento. Entre las seis opciones del plan pastoral de los obispos para la próxima década, "priorizamos en primer lugar la 'opción por una iglesia comprometida con la paz y las causas sociales'".
"Animamos a quienes nos gobiernan a seguir actuando para debilitar las raíces de la violencia con educación, promoción social, fortalecimiento del tejido social", manifestó el comunicado de los obispos, "pero también para poner fin a influencias criminales en todos los niveles de gobierno, hacer transparentes las situaciones de corrupción, detener los flujos de financiamiento (ilegal) y de armas, brindar la seguridad pública necesaria, y convocar a todos los mexicanos a construir la paz y la justicia . . . reconociendo que la paz solo se logrará con la ayuda de todos".
El arzobispo Gustavo Rodríguez de Yucatán, vicepresidente de la conferencia, le dijo a Catholic News Service que esta declaración repetía el llamado a la paz de los obispos de 2010, ya que la violencia persiste en México y la tasa de homicidios sigue obstinadamente alta.
"De alguna manera lo estamos repitiendo ahora porque es precisamente el centro, el núcleo del mensaje ahora, que todos tenemos que ser constructores de paz", acotó monseñor Rodríguez.
"Tenemos que hacer algo por la paz", añadió, "no sólo los que gobiernan, sino todos los sectores de la sociedad . . . Todos tenemos mucho que ver en la construcción de la paz".
La violencia ha convulsionado a México durante los últimos 15 años, mientras que la represión del gobierno contra los cárteles de droga se ha prolongado y los grupos criminales se han dividido y se han trasladado a otras actividades ilegales como la extorsión y la trata de personas. Los grupos criminales también han incursionado en la política: al menos 35 candidatos fueron asesinados antes de las elecciones intermedias de 2021.
Combatir la violencia ha resultado difícil. El arzobispo Rodríguez recordó que cuando fue obispo en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, entre 2008 y 2015, "las autoridades colaboraban de alguna manera" con grupos criminales.
Esta ciudad, frente a Laredo, Texas, sigue siendo disputada por carteles de droga, que la codician para contrabandear drogas a Estados Unidos e importar armas ilegales a México, según reportan analistas. Los inmigrantes allí son a menudo secuestrados para pedir rescate.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha promovido una política de "abrazos, no balazos", pero el arzobispo Rodríguez señaló: "No se ha visto mucho trabajo en los últimos años para acabar con la violencia . . . Él (presidente) no está confrontando a los narcos. Hay lugares donde la violencia es extrema".
Sacerdotes en el estado occidental de Michoacán han denunciado la pasividad de los soldados y las autoridades mientras los cárteles de droga luchan por territorios. El entonces nuncio apostólico en México, el arzobispo Franco Coppola, viajó a Aguililla el abril pasado como muestra de apoyo a los pobladores sitiados.
La voz de la iglesia al condenar la violencia en México no siempre ha sonado fuerte, según los observadores de la iglesia, quienes dicen que los sacerdotes y obispos a menudo se acobardan y prefieren no molestar a los líderes políticos.