El Papa Francisco pidió este 29 de enero a los jueces del Tribunal de la Rota Romana recordar su dimensión pastoral y hacer “más accesibles y ágiles, posiblemente totalmente gratuitos”, los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad matrimonial.
Además, el Santo Padre reiteró que en el caso del juicio breve “el Obispo es el juez”.
“Volvamos a la verdad: el juez es el Obispo. Tiene que ayudarle el vicario judicial, tiene que ayudarle el promotor de justicia, hay que ayudarle; pero él es el juez, no puede lavarse las manos. Volver a esto que es la verdad del Evangelio”, afirmó el Papa con ocasión de la inauguración del año judicial que se llevó a cabo en el Vaticano.
El Santo Padre se refirió a la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad del Matrimonio establecida en 2015 con la carta apostólica en forma de motu proprio “Mitis Iudex Dominus Iesus”, que estableció “una forma de proceso más breve” para aplicarse “en los casos en los cuales la acusada nulidad del matrimonio esté sostenida por argumentos particularmente evidentes”.
Este motu proprio enumera, en su artículo 14, algunas de las circunstancias que pueden permitir tratar la causa de nulidad del matrimonio en el mencionado juicio breve, como son: “la falta de fe que puede generar la simulación del consentimiento o el error que determina la voluntad, la brevedad de la convivencia conyugal, el aborto procurado para impedir la procreación, la obstinada permanencia en una relación extra conyugal al momento de las nupcias o en un tiempo inmediatamente sucesivo, la ocultación dolosa de la esterilidad o de una grave enfermedad contagiosa o de hijos nacidos en una relación precedente o de un encarcelamiento, un motivo para casarse totalmente extraño a la vida conyugal o consistente en el embarazo imprevisto de la mujer, la violencia física ejercida para arrancar el consentimiento, la falta de uso de razón comprobada por documentos médicos”, entre otros.
El Papa estableció que el juez en tal proceso abreviado sea el mismo obispo para que no se ponga en riesgo “el principio de la indisolubilidad del matrimonio”.
Sin embargo, el Santo Padre lamentó este viernes que tal reforma, “especialmente la del juicio breve, ha encontrado y encuentra muchas resistencias”.
“Lo confieso: después de esta promulgación recibí cartas, muchas, no sé cuántas, pero muchas. Casi todos los abogados que perdían la clientela. Y está el problema del dinero. En España se dice: ‘Por la plata baila el mono’. Es un dicho que queda claro”, dijo el Papa.
Asimismo, el Santo Padre señaló “también con dolor: he visto en algunas diócesis la resistencia de algún vicario judicial que con esta reforma perdía, no sé, cierto poder, porque se daba cuenta de que el juez no era él, sino el Obispo”, advirtió.
En este sentido, el Papa relató: “Poco después de la promulgación del juicio breve, un obispo me llamó y me dijo: ‘Tengo este problema: una chica quiere casarse por la Iglesia; ya estaba casada hace algunos años por la Iglesia, pero la obligaron a casarse porque estaba embarazada... Hice todo, pedí a un sacerdote que hiciera de vicario judicial, a otro que hiciera de defensor del vínculo... Y los testigos, los padres dicen que sí, que fue forzado, que el matrimonio fue nulo. Dígame, Santidad, ¿qué debo hacer?’, me preguntó el Obispo. Y le pregunté: ‘Dime, ¿tienes un bolígrafo a mano?’. ‘Sí’. ‘Firma. Tú eres el juez, sin darle tantas vueltas’”.
Luego, el Santo Padre exhortó “a cada Obispo -constituido por Cristo como padre, pastor y juez en su propia Iglesia- a abrirse cada vez más al desafío vinculado a este tema”, y añadió que “se trata de perseguir con tenacidad y llevar a término un camino eclesiológico y pastoral necesario, orientado a no dejar a la sola intervención de las autoridades civiles a los fieles que sufren por juicios no aceptados y padecidos”.
“La imaginación de la caridad favorecerá la sensibilidad evangélica ante las tragedias familiares cuyos protagonistas no pueden ser olvidados”, advirtió.
Además, el Pontífice subrayó que “es más urgente que nunca que los colaboradores del Obispo, en particular el vicario judicial, los agentes de la pastoral familiar y especialmente los párrocos, se esfuercen por ejercer esa diaconía de protección, cuidado y acompañamiento del cónyuge abandonado y eventualmente de los hijos que sufren las decisiones, por justas y legítimas que sean, de nulidad matrimonial”.
“No debemos cansarnos de dedicar toda la atención y el cuidado a la familia y al matrimonio cristiano: aquí invierten gran parte de su solicitud por el bien de las Iglesias particulares”, pidió el Papa.
De este modo, el Santo Padre dijo que los jueces “deben rezar mucho” por lo que invocó para ellos los dones del Espíritu Santo para que recen “antes de cada decisión a tomar sobre la verdad del matrimonio”.
Finalmente, el Papa expresó su agradecimiento “con la confianza de que el Tribunal de la Rota Romana, manifestación autorizada de la sabiduría jurídica de la Iglesia, seguirá desempeñando con coherencia su nada fácil munus al servicio del plan divino sobre el matrimonio y la familia”.