CIUDAD DEL VATICANO -- En un momento en que muchos gobiernos parecen incapaces de promover la paz, la justicia y el desarrollo para todos, los cristianos deben ser proféticos, tender la mano a los demás y atreverse a probar algo nuevo, dijo el Papa León XIV.

"Sin las víctimas de la historia, sin los que tienen hambre y sed de justicia, sin los migrantes y refugiados, sin el clamor de toda la creación, no tendremos las nuevas piedras" necesarias para construir el reino de Dios, dijo el Papa en su mensaje a la Reunión de Rímini.

Decenas de miles de jóvenes adultos de todo el mundo se reúnen cada agosto en la ciudad costera italiana de Rímini para el encuentro organizado por el Movimiento de Comunión y Liberación.

El Encuentro 2025, programado del 22 al 27 de agosto, tuvo por tema "La Roca" de T.S. Eliot: "En los lugares vacíos construiremos con ladrillos nuevos". Los organizadores afirmaron que el lema busca "expresar la esperanza de una novedad en el drama de la historia, el deseo de construir juntos espacios donde compartir la búsqueda y la experiencia de lo verdadero, lo bueno y lo justo".

El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, escribió a los participantes del Encuentro en nombre del Papa León XIII. El Vaticano publicó el texto del mensaje el 21 de agosto en inglés e italiano y el movimiento también publicó el mensaje en varios idiomas.

Una de las exposiciones destacadas del Encuentro se iba a centrar en los mártires de Argelia: el obispo Pierre Claverie de Orán y otros 18, entre ellos los siete monjes trapenses de Tibhirine, asesinados entre 1993 y 1996 durante un conflicto armado que duró 10 años entre las fuerzas gubernamentales y grupos rebeldes islámicos extremistas.

El cardenal Parolin afirmó que el Santo Padre se sentía complacido con esta decisión, ya que son un ejemplo de "la vocación de la Iglesia a habitar el desierto en profunda comunión con toda la humanidad, superando los muros de desconfianza que oponen las religiones y las culturas, en una imitación integral del movimiento de encarnación y entrega del Hijo de Dios".

El camino de los mártires, de presencia y sencillez, de conocimiento y de diálogo de vida, es el verdadero camino de la misión, decía el mensaje. "No una autoexhibición, mediante la contraposición de identidades, sino el don de sí hasta el martirio de quien adora día y noche, en la alegría y en las tribulaciones, solo a Jesús como Señor".

"Donde los responsables de las instituciones estatales e internacionales parecen no lograr hacer prevalecer el derecho, la mediación y el diálogo", decía el mensaje, "las comunidades religiosas y la sociedad civil deben atreverse a la profecía. Significa dejarse empujar al desierto y ver desde ahora lo que puede nacer de los escombros y de tanto dolor inocente, demasiado".

El enfoque del Encuentro en el diálogo --entre católicos de diferentes opiniones, con otros cristianos y con miembros de otras religiones-- es la única manera de "preparar los ladrillos nuevos" con los que construir el futuro que Dios ya tiene reservado para todos, pero que solo se despliega cuando nos acogemos mutuamente, decía el mensaje.

"Desarmada y desarmante, la presencia de los cristianos en las sociedades contemporáneas debe traducir, con competencia e imaginación el Evangelio del Reino en formas de desarrollo alternativas a las vías de crecimiento sin equidad y sostenibilidad", afirmó.

"Para servir al Dios vivo debe abandonarse la idolatría del lucro que ha comprometido gravemente la justicia, la libertad de encuentro e intercambio, la participación de todos en el bien común y, finalmente, la paz", leía el mensaje. "Una fe que se extrañe de la desertificación del mundo o que, indirectamente, contribuya a tolerarla, ya no sería seguimiento de Jesucristo".