JERUSALÉN -- A medida que aumentan las tensiones y el número de víctimas en el sur de la Franja de Gaza, Catholic Relief Services no ha podido llevar ayuda humanitaria desde el 6 de mayo. En los almacenes en esa zona ya no le quedan suministros, dijo Jason Knapp, director nacional de CRS para Jerusalén, Cisjordania y Gaza.
Knapp también pidió que se abran todos los cruces hacia Gaza para la ayuda humanitaria.
La labor de CRS, la organización de ayuda al extranjero de los obispos de Estados Unidos, trabaja para apoyar a las personas vulnerables de todo el mundo que viven en pobreza extrema, zonas de guerra o que han sufrido desastres naturales.
"En este momento nuestra distribución se ha detenido. Necesitamos recibir cosas desde Jordania o Egipto. En los últimos días hemos distribuido todo a lo que tenemos acceso, por lo que se está volviendo aún más urgente asegurarnos de que esos cruces estén funcionando", dijo Knapp.
La capacidad de funcionamiento de la agencia en Rafah, en el sur de Gaza, todavía está vigente en asociación con grupos locales y otras agencias como el Programa Mundial de Alimentos de la ONU a través de la estructura logística que establecieron al comienzo de la guerra con almacenes y capacidades de transporte por carretera, señaló Knapp.
Sin embargo, su capacidad para desplazarse se ha visto gravemente afectada por la incursión israelí lanzada a principios de mayo, que ha provocado la huida de Rafah de casi un millón de personas. Ahora buscan refugio en míseros campos de tiendas de campaña y otras zonas devastadas por la guerra.
Funcionarios de salud palestinos dijeron que al menos 45 personas, alrededor de la mitad de ellas mujeres y niños, murieron en un ataque el 26 de mayo en el campamento de Rafah, como consecuencia de un ataque israelí cercano que provocó un incendio en el campamento densamente poblado.
Según The Associated Press, el ataque provocó una indignación generalizada, incluso entre algunos de los aliados más cercanos de Israel. El primer ministro Benjamín Netanyahu dijo que fue el resultado de un "trágico percance".
El 24 de mayo, la Corte Internacional de Justicia pidió a Israel que detuviera su ofensiva en Rafah, una orden que no tiene poder para hacer cumplir.
CRS trasladó sus operaciones desde la ciudad de Gaza, en el norte de la Franja de Gaza, al comienzo de la guerra, que estalló tras un ataque de Hamás el 7 de octubre contra comunidades del sur de Israel.
El ataque de Hamás cobró la vida de 1.200 personas -- las personas asesinadas eran en su mayoría civiles -- y 254 personas llevadas como prisioneros a Gaza, según Israel, y todavía quedan 125 rehenes en Gaza, incluidos los cadáveres de 39 rehenes fallecidos.
La posterior campaña militar israelí en Gaza ha causado la muerte de más de 36.000 palestinos, en su mayoría niños y mujeres, según el Ministerio de Salud de Hamás en Gaza, que no diferencia entre miembros de Hamás y civiles.
El Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA por sus siglas en inglés) ha dicho que 1,7 millones de personas en Gaza han sido desplazadas desde el inicio de la guerra en octubre.
A menudo, las familias que ya han sido desplazadas están movilizándose nuevamente debido a las operaciones militares y las órdenes de evacuación israelíes. Al 19 de mayo, el número estimado de personas desplazadas de Rafah es de casi 815.000 personas desde el 6 de mayo, con otras 100.000 personas desplazadas en el norte de Gaza, dijo la UNRWA en su último informe publicado el 24 de mayo.
Para muchas familias, este desplazamiento más reciente es la séptima u octava vez que han tenido que mudarse desde el inicio de la guerra, dijo Knapp. La gente carece no sólo de suministros básicos como alimentos y refugio, sino también de agua potable, saneamiento, atención sanitaria y educación, afirmó.
"Son las necesidades básicas de toda persona y es lo que ha sido un desafío a gran escala en una crisis tan importante durante los últimos siete u ocho meses", dijo.
Las organizaciones humanitarias de la ONU también han advertido repetidamente que la hambruna sigue siendo una amenaza inminente debido a las restricciones de la ayuda y la falta de acceso seguro.
Knapp dijo que CRS ahora ha tenido que trasladar sus operaciones de Rafah al área media de la Franja de Gaza y Khan Younis.
"No podemos dar servicio a Rafah. Nuestra capacidad operativa todavía está en su lugar, pero el gran obstáculo es el funcionamiento de los cruces, donde se necesita un enfoque profundo para que las mercancías puedan llegar al norte y al sur de Gaza", dijo. "Eso es lo que estamos pidiendo, especialmente que el cruce de Kerem Shalom sea accesible desde el lado de Gaza lo antes posible".
Desde el comienzo de la guerra, CRS ha podido prestar servicios a casi 800.000 personas con ayuda que incluye dinero en efectivo, paquetes de alimentos, ropa de cama, lonas, tiendas de campaña y kits de higiene a través de su red de asociaciones ya establecida, dijo Knapp, que estuvo en Gaza al comienzo de mayo y expresó "profunda preocupación" por las condiciones físicas y el enorme desplazamiento humano que presenció.
"Ha sido muy difícil conseguir que las cosas entren y funcionen de forma segura. No podemos ofrecer los mismos estándares en Gaza que en otros lugares", afirmó.
El jefe de la oficina de CRS en Gaza, Bassam Nasser, dijo -- en un intercambio escrito por medio de WhatsApp -- que el saqueo de almacenes es rampante, e incluso si la gente tiene dinero, no pueden acceder a su efectivo en los bancos con sólo tres cajeros automáticos en servicio en el sur de la Franja de Gaza. Los productos sólo se venden en puestos callejeros por dinero en efectivo y hay una escasez crítica de productos de higiene femenina, pañales para bebés, gas para cocinar, combustible y agua embotellada, dijo Nasser.
Nasser indicó que las necesidades críticas varían para cada familia. Como farmacéutica, su esposa ha estado tratando de mantener un suministro de medicamentos para los enfermos crónicos en Rafah, a donde su familia huyó desde su hogar en el norte de Gaza en los primeros días de la guerra.
La familia de Nasser se encontraba entre las decenas de miles de personas que tuvieron que escapar una vez más de Rafah.
"Las amenazas se convirtieron en bombardeos de artillería y ataques aéreos en el barrio donde vivíamos", dijo Nasser. Mencionó que su familia estaba "entre las familias afortunadas" que encontraron un apartamento compartido con otras tres familias con 20 personas viviendo en un apartamento de 1.300 pies cuadrados de una familia que pudo salir de Gaza en los primeros días de la guerra. Cada familia paga 500 dólares de alquiler sin ningún servicio y debe comprar agua a camiones y tiene electricidad sólo si hay paneles solares, dijo.
"Estoy perdiendo la fe en los valores globales y universales, y un día tras otro, (vuelvo) a pensar que el mundo está gobernado por poderes y elementos racistas. Personalmente, no quiero llegar nunca a esta conclusión, ya que destruiría aquello por lo que vivo", afirmó Nasser.
- - -
Judith Sudilovsky escribe para OSV News desde Jerusalén.