CIUDAD DEL VATICANO -- Cuando San Francisco de Asís escenificó el primer Belén hace 800 años, lo hizo para recordar a la gente la poderosa y asombrosa verdad de que Dios se hizo humano en Jesús, dijo el Papa Francisco.
Los belenes, nacimientos o pesebres no son simples obras de arte o arte popular, dijo el Papa a cientos de personas que participaron en la escenificación de un belén viviente en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma el 16 de diciembre.
Vestidos como ángeles, pastores, la Sagrada Familia y los habitantes de Belén hace 2.000 años, actores aficionados se reunieron con el Papa Francisco en la sala de audiencias del Vaticano pocas horas antes de que comenzara la representación.
Cuando San Francisco escenificó una Natividad viviente similar en 1223, dijo el Papa, quería "representar en vivo el nacimiento de Jesús para suscitar en los frailes y en la gente la conmoción, la ternura ante el misterio de Dios nacido de María en un establo y depositado en un pesebre".
El pesebre vivo, dijo, fue diseñado "para dar concreción a la representación -- no un cuadro, no estatuas, sino personas de carne y hueso, para resaltar la realidad de la Encarnación".
Como sabía San Francisco, "el pesebre viviente tiene por objeto despertar en el corazón el asombro ante el misterio de Dios que se hizo niño".
El Papa Francisco dijo que, especialmente este año, la gente debería tener presente al pueblo de Belén cuando vea un belén viviente o un nacimiento en una casa o en la parroquia. "Para ellos promete ser una Navidad de dolor, de luto, sin peregrinos, sin celebraciones".
"Y naturalmente esto se extiende a todos los habitantes de la tierra donde Jesús nació, vivió, murió y resucitó", dijo. "Conocemos la situación causada por la guerra, consecuencia de un conflicto que ha durado décadas".
Inmediatamente después de reunirse con los personajes vivientes del Nacimiento, el Papa Francisco mantuvo una audiencia con los músicos que actuarían esa noche en un concierto de Navidad en el Vaticano para recaudar fondos para la educación católica.
El Papa habló de la importancia de las canciones como formas de transmitir "historias y oraciones" y expresar lo que la gente está pensando y sintiendo de una manera que las palabras por sí solas no pueden hacer.
"Basta pensar en todos esos adolescentes que cantan de memoria las canciones de sus artistas favoritos porque esas palabras y esa música se combinan para evocar en ellos una poderosa mezcla de emociones y asociaciones", dijo.
A lo largo de los siglos, la Navidad ha inspirado un tesoro de canciones a personas de todas las edades y culturas.
Y los intérpretes, prestando sus voces e interpretaciones vocales a esas melodías, se convierten en parte de la tradición, dijo.
"Hay algo hermoso en todo esto", dijo el Papa. "Tenemos un mensaje -- antiguo, pero siempre nuevo -- el del nacimiento de Jesús, el Salvador. Y voces diferentes, de todo el mundo, que se unen para hacerlo oír".
Las canciones navideñas nunca son "uniformes, homogeneizadas", dijo. "Los villancicos deben cantarse con ese arte que sale del corazón".