NACIONES UNIDAS -- Era la primera vez que hablaba en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, y Gabriel Cobb, que tiene síndrome de Down, admitió estar "un poco nervioso".
Pero, obviamente, no era nada que este católico de 22 años de San Luis no pudiera manejar.
"Soy Gabriel, el mensajero de Dios", dijo a OSV News en una entrevista el 17 de marzo, momentos antes de dirigirse a una reunión de la ONU de defensores de las personas con síndrome de Down y autismo que debatieron los retos a los que se enfrentan las familias que crían a niños con diferentes expectativas e hitos de desarrollo.
"Nunca fue mi intención venir a Nueva York, pero recé al respecto", añadió Lori Cobb, su madre.
Ella le explicó a OSV News que la ONU había invitado a Gabriel a hablar en un evento similar hace tres años, pero que se había cancelado debido al COVID.
Pero eso dio a Gabriel, así como a ella misma, el tiempo necesario para prepararse.
"Aquí estamos tres años después, y él ha tenido un año de práctica. Y ahora se siente cómodo y confiado, mucho más que entonces", afirmó.
"Ha sido algo incluso difícil de creer", dijo Thomas Cobb, padre de Gabriel, a OSV News, visiblemente conmovido por todo ello.
Se detuvo un momento y dijo que esa misma mañana había recibido un mensaje de texto de otra familia que tiene un hijo con síndrome de Down. Le contaron que la historia de Gabriel y la invitación de la ONU "les había animado... y les había dado esperanza".
Entonces llegó un guardia de seguridad de la ONU y les dijo a Gabriel, Lori y Thomas Cobb que era hora de empezar.
"Mi fe es la parte más importante de mi vida. Me gusta ir a Misa todos los días y proclamarla en voz alta", dijo Gabriel, mientras se levantaba de la entrevista y caminaba hacia la sala de conferencias de la ONU.
Su madre y su padre se levantaron para seguirle.
"Gabriel no es un orador profesional, pero de alguna manera Dios cree que tiene un mensaje que compartir", dijo Lori, añadiendo que su familia se detuvo en la cercana iglesia de Santa Inés de camino al edificio de la ONU.
"Al fin y al cabo, soy Gabriel, el mensajero de Dios", reiteró Gabriel con una gran sonrisa, y todos se pusieron en marcha.
En el interior de la enorme sala, expertos en síndrome de Down y autismo pronunciaron algunos de los primeros discursos.
Lisa Correnti, vicepresidenta ejecutiva del Centro para la Familia y los Derechos Humanos, habló de "acuerdos internacionales" que "reafirman que las personas con discapacidad son iguales en dignidad y derechos".
"Los gobiernos deben esforzarse por proporcionar medidas de protección social a las familias, que son las principales responsables del desarrollo, la educación y el bienestar de los niños con autismo y síndrome de Down, y muy a menudo siguen siendo sus principales fuentes de protección social", dijo Correnti, cuya organización sigue de cerca los debates sobre política social en la ONU y otras instituciones internacionales.
El discurso de Gabriel también destacó el papel de su familia en su vida.
"Tengo dos padres cariñosos que siempre han mantenido la pelota en alto", dijo Gabriel a la sala de conferencias.
Mientras Gabriel hablaba, una pantalla de fotos se proyectaba sobre su hombro derecho. Explicó cada foto: Gabriel haciendo tareas con su padre y, con su madre, tocando el piano y leyendo libros, incluidas las obras de William Shakespeare y "Frankenstein" de Mary Shelley.
Entonces aparecieron en la pantalla fotos de Gabriel nadando, montando en bicicleta y corriendo.
Gabriel dijo a la sala de la ONU que era un atleta de triatlón, lo que significaba que nadaba, corría y montaba en bicicleta en una sola carrera, y no sólo una vez, sino 10 veces.
"Lo he conseguido, soy triatleta", exclamó, entre fuertes aplausos.
Gabriel prometió "seguir... compitiendo" y dio las gracias a los "entrenadores, familia y amigos, que me han animado a superar los límites".
"Rezo por haberles dado alegría e inspiración", dijo, "porque, con su ayuda, tengo síndrome de Down y no tengo limitaciones".
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James Martone escribe para OSV News desde Nueva York.