AMÁN, Jordania -- Seis meses después del devastador terremoto que sacudió a Turquía y Siria, las organizaciones católicas de caridad manifiestan su preocupación y asisten principalmente a los residentes del noroeste de Siria quienes, según afirman, prácticamente no reciben ayuda internacional.

Doce años de guerra civil resultaron en 5,4 millones de sirios refugiados, 6,8 millones trasladados dentro del país y 4,3 millones que se refugian en la región controlada por los rebeldes. Procedentes de diversas partes del país, todos ellos necesitan asistencia humanitaria de manera urgente. Los terremotos agravaron una recesión económica preocupante, la escasez de combustible, la sequía prolongada y las crisis sanitarias, como un brote de cólera, ejerciendo aún más presión sobre los sistemas públicos de la zona.

Thomas Weiss, de Malteser International, dijo a OSV News que estas personas "dependen totalmente del apoyo internacional". "El acceso de las organizaciones humanitarias a Siria debe ser seguro, coherente y, sobre todo, estar protegido de la politización", instó. Weiss viaja regularmente al noroeste de Siria para reunirse con los beneficiarios y las diversas organizaciones no gubernamentales locales con las que Malteser International colabora.

"Nos enfrentamos a una situación que se ha prolongado durante muchos años en el noroeste de Siria, y existe el riesgo de abandonarla, dejando en el olvido a los varios millones de personas que necesitan urgentemente ayuda humanitaria. Esto es extremadamente preocupante", declaró a OSV News Weiss, quien dirige el departamento de Oriente Medio de la organización internacional de ayuda humanitaria de la Orden Católica de Malta.

A diferencia de Turquía, Siria no contaba con máquinas excavadoras ni equipos especializados para ayudar a recuperar a la gente de las estructuras de hormigón derrumbadas y totalmente aplastadas por los temblores de febrero. Según las Naciones Unidas, los sismos dejaron 6.000 muertos y 12.000 heridos en Siria, pero las autoridades locales afirman que la cifra exacta es probablemente mayor. Muchas familias continúan sin hogar y no tienen dónde vivir permanentemente. En Turquía, los terremotos se cobraron la vida de 50.000 personas, dejando más de 100.000 heridos y casi 300.000 edificios destruidos.

El padre Tony O'Riordan, del Servicio Jesuita a Refugiados que opera en la ciudad de Alepo, advirtió que los sirios pasan hambre, y afirmó que nueve de cada diez personas en Siria precisan ayuda. "Han pasado seis meses y cada vez hay más personas que necesitan asistencia alimentaria. Nos encontramos ante una avalancha de personas en situación de necesidad y los donantes internacionales no están prestando la ayuda financiera suficiente para el plan de respuesta", declaró el padre O'Riordan al Irish Examiner, con sede en Cork.

"En Alepo, reparamos 44 casas y edificios, y seguimos distribuyendo alimentos, kits médicos y artículos de primera necesidad. La situación sigue siendo muy complicada", explicó a OSV News Andrea Avveduto, responsable de comunicación de Pro Terra Sancta. "Hemos empezado a pagar el alquiler a la gente ya que muchos no tienen trabajo y les resulta imposible afrontar el gasto. Esto debe hacerse antes de comenzar con la reconstrucción de sus casas", advirtió Avveduto.

La asociación, con sede en Jerusalén y Milán, apoya a la Custodia Franciscana de Tierra Santa. En el norte de Siria, presta ayuda a la pastoral en Alepo y a la labor de dos frailes franciscanos en las ciudades cristianas de Yacoubieh y Knayeh, en la provincia de Idlib, que fueron tomadas por grupos islamistas. Allí, los desafíos tras el terremoto son aún mayores.

Casi el 80% de las viviendas de Knayeh quedaron destruidas, según la organización. El pueblo de Jdaide también sufrió graves daños, pero el más afectado fue el pueblo de Yacoubieh, empezando por el convento y la iglesia, que se derrumbaron por completo. En Knayeh, la iglesia ha quedado parcialmente destruida y la antigua escuela se encuentra inutilizable.

"La situación es mucho más difícil", afirmó Avveduto. "Muchos cristianos de estas ciudades se vieron obligados a desplazarse a los campos para refugiados por primera vez desde el comienzo de la guerra. Es un poco peligroso para los cristianos estar allí, donde la mayoría de la gente es musulmana", explicó Avveduto, refiriéndose a que en algunos casos hay militantes islámicos o simpatizantes presentes en los campos. "Pero como muchas casas han sido destruidas, no tuvieron opción".

"En Knayeh y Yacoubieh, seguimos suministrando alimentos a la población. Estamos recaudando fondos en un intento de reparar las casas dañadas, la iglesia y el convento. Uno de los problemas principales es que la mayoría de las casas deberían derribarse y reconstruirse. Pero en muchos casos, esto no es posible", dijo Avveduto.

Debido a las sanciones internacionales impuestas a Siria, resulta difícil ingresar los materiales necesarios para reconstruir las viviendas, lo que plantea otro desafío. Aunque algunas personas también están siendo alojadas en centros de emergencia gestionados por los franciscanos, el de Knayeh, explicó Avveduto, "no puede albergar a mucha gente, por lo que se vieron obligados a ir al campo de refugiados".

Avveduto explicó que el plan es reparar o reconstruir más casas para que la gente pueda regresar a sus hogares, pero se necesita urgentemente financiación internacional. "Como se trata de una emergencia, intentamos hacer todo lo posible para ayudar a la gente. Parece que el pueblo sirio ha caído en el olvido una vez más. Queremos hacer todo lo posible para ayudarles".

Weiss afirmó que Malteser International ha intensificado sus esfuerzos con el objetivo de asistir a las "personas más vulnerables y que han sido profundamente damnificadas por los terremotos" con la ayuda de donantes alemanes.

La organización, en colaboración con sus socios, presta apoyo a seis hospitales, una clínica de maternidad que cuenta con un hospital infantil y ocho unidades de atención primaria en las regiones de Idlib y el norte de Alepo. En el marco de un proyecto comunitario, en julio se inauguró un nuevo hospital provisional en la ciudad de Afrin, que presta atención médica a unas 150.000 personas necesitadas de la región y que además sirve como principal hospital de referencia del distrito. Conjuntamente con la Asociación de Médicos Independientes, Malteser International también envió cinco unidades médicas móviles a las zonas afectadas por el terremoto en Afrin, Azaz y Harim.

Por otra parte, se prestan servicios de agua potable y saneamiento en algunos de los campos de refugiados, y se intenta aumentar la prevención del cólera y otras enfermedades contagiosas. Se ofrecen proyectos sencillos de capacitación para generar ingresos basados en actividades agrícolas.

Muchos adultos y niños han quedado profundamente traumatizados debido a las consecuencias del devastador terremoto. "Una medida importante para mejorar la salud mental de los niños es crear lugares seguros y acogedores donde puedan jugar y evadirse por un momento de la vida cotidiana en los campamentos", explicó Weiss. Además de alimentos, también se proporcionan otros artículos de primera necesidad, como tiendas de campaña, para ayudar a los más necesitados.

"Si antes del terremoto la necesidad de asistencia humanitaria ya era enorme, después de esta nueva catástrofe lo es aún más", señaló Weiss. Muchos sirios expresan ansiedad por lo que les depara el futuro. "Esto es desgarrador, es preocupante".

Pero añadió: "No dejaremos sola a la población del noreste de Siria y permaneceremos a su lado", un sentimiento compartido por todos los grupos católicas de asistencia.

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Dale Gavlak, escribe para OSV News.