BARCELONA, España - Según una de las teólogas que asesora a la oficina del Vaticano que organiza el Sínodo de los Obispos en curso, los laicos se han adormecido tras siglos de limitarse a decir "amén".
Para muchos miembros laicos de la Iglesia católica, la teóloga española Cristina Inoges Sanz, el proceso sinodal que comenzó el pasado octubre y que está previsto que dure hasta octubre de 2023, cuando se celebrará una cumbre de obispos en Roma, "es la primera vez que son conscientes de que su voz es importante."
"Una Iglesia sinodal es aquella que es consciente de que tiene que asumir una diversidad de voces", dijo a Crux. "Como en una sinfonía: todos sabemos que cada instrumento entra cuando le corresponde. Pero en una sinfonía también puede haber una nota asintótica, y no pasa nada. Tenemos que ser capaces de integrar esto en nuestra vida eclesial: La unidad puede tener una pluralidad de voces y también algunas discrepancias".
Lo que sigue son extractos de la conversación de Inoges Sanz con Crux.
¿Cómo viene en su diócesis el proceso sinodal?
Mi diócesis, Zaragoza, se está moviendo muchísimo. Hay más de 400 grupos trabajando en el sínodo, un número considerable. Para muchos, está siendo una primera toma de conciencia de que su voz es importante. Hemos estado acostumbrados a decir amén, pero no a decir algo. Ha calado mucho en el laicado, que se está dando cuenta de que su opinión y su voz valen. Y también han tomado conciencia de que esto no acabará en el 2023. Tiene que haber un cierre administrativo, si, pero estamos en una senda, empezando a hacer camino en la misma. Y los que vengan después, continuarán el camino. Nosotros no veremos una iglesia shinoda, porque es un proceso evolutivo. Y somos conscientes de estar dando los primeros pasos.
¿Qué significa que la Iglesia sinodal?
Son palabras que no usamos, aun cuando la Iglesia nace sinodal y laical. Pero son dos realidades que no somos capaces de recordar, porque la Iglesia dejó de ser laical en el primer siglo, y sinodal hace mil años. Una Iglesia sinodal es una que es consciente de que tiene que asumir una diversidad de voces. Como una sinfonía: todos sabemos que cada instrumento entra cuando le corresponde. Pero en una sinfonía puede también haber una nota asintótica, y no pasa nada. Nosotros tenemos que ser capaces de integrar esto en nuestra vida eclesial, que una unidad puede tener una pluralidad de voces y también algunas discrepancias..
¿Cómo se hace para trabajar en la discordia, con las voces disonantes?
Diálogo. Como estamos acostumbrados únicamente a decir amén, esto cuesta. El diálogo es un ejercicio que nunca hemos hecho. El ponerse a la escucha del otro, integrando la experiencia de esa persona, contextualizarla en el momento en el que la ha vivido, poniéndose en los zapatos de la otra persona y caminado a la par. Así uno puede ser capaz de entender al otro y su experiencia “disonante,” y esta experiencia puede ser mala, pero también buena. Comprender el contexto vital del otro, todo lo que abarca la vida de la persona, nos permite integrar esa disonancia.
¿Se confunde el integrar con el cambiar?
Yo creo que más que de cambio, tenemos que hablar de sanar procesos. Un aspecto de la sinodalidad es aprender a relacionarnos de otra manera en la Iglesia. En muy contadas ocasiones esas relaciones no tendrán que pasar por un proceso de sanación. La Iglesia ha hecho, hace y hará muchas cosas bien. Una persona que se interese por saber que hemos hecho de bien, puede saberlo. Pero hemos hecho cosas mal y hay que saberlo. Tenemos que aprender a relacionarnos de manera distinta en esa parte humana, que sea mucho más sanadora de lo que ha sido hasta ahora.
¿Qué parte de lo que es necesario sanar viene de haber reducido la Iglesia a los sacramentos?
Nos hemos convertido en una Iglesia muy puntual. Y ahora estamos en un cambio de época. Antes una persona se consideraba católica por estar bautizada, ir a Misa y cumplir una serie de requisitos. Pero hoy te das cuenta de que hay casi más cristianso fuera de la Iglesia que dentro. Y es una paradoja, pero hay muchos creyentes que no practican, y también practicantes que normativamente no son creyentes, son gente que, sin tener una formación cristiana, tienen un comportamiento que se adecua más a un cristianismo que a una filosofía.
Hay muchas personas que tienen una experiencia fuera del marco institucional, porque la institución les agobia, pero están haciendo reino de Dios fuera de esa institución. Y esto hay que tenerlo en cuenta, y hay que saber dialogar también con estas personas. En España decimos que a veces los árboles no te dejan ver el bosque, y encuentras personas que admiran el bosque porque tienen una perspectiva que a nosotros nos falta. Y los aportes que pueden hacer, el modo en el que nos beneficia dialogar con ellos a todos aquellos que nos consideramos miembros de “dentro” de la Iglesia.
¿Cuál es la voz de la mujer en el proceso sinodal?
Yo más que de la voz de la mujer, hablaría de las voces de las mujeres. Muchas veces el subconsciente nos juega malas pasadas, porque cuando hablamos de las mujeres, nos es más fácil darnos cuenta de que son muchos los rostros, y las voces, de las mujeres, como para reducirlas a sólo una. Por otra parte, no es lo mismo la situación de las mujeres en un país u otro, que en una cultura u otra. Por eso, más que de la aportación de las mujeres, incluso, yo hablaría de mujeres en distintos contextos. Hay mujeres que han encontrado su manera de participar, y otras que aún no. Dicho esto, creo que la voz de las mujeres en este sínodo puede ser profética en el revelar situaciones no muy conocidas pero que existen, así como profundizar en situaciones que, siendo anormales, han sido normalizadas.
¿Algo más que quiera decir?
Si, sugerirles a todos que participen en el sínodo, peor a su vez, que participen teniendo expectativas reales: No vamos a tener una iglesia sinodal en octubre del 2023, pero es muy importante tener en cuenta que el hecho de estar en sínodo- no de sínodo- el solo hecho de estar participando, es una realidad que debería hacernos pensar que el cambio es posible. La Iglesia es una institución que tiene muchísimo de bueno por ofrecer. Y por muchos problemas que tenga la Iglesia, este sínodo es la esperanza de que mucho también pueda cambiar, entendiendo que estamos en un proceso y que el cambio no va a llegar de la noche a la mañana. Pero tenemos que tener esperanza de que la Iglesia puede cambiar a mejor.