La Eucaristía es el Sacramento más importante porque “es el centro de la comunión”, advirtió el secretario del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Mons. Juan Ignacio Arrieta.

En una entrevista concedida a EWTN en preparación al próximo Congreso Eucarístico Internacional, que se llevará a cabo en Budapest (Hungría), el Prelado español describió la relación de la Eucaristía con el Derecho Canónico y destacó que la Eucaristía “es el don más precioso que tutela la Iglesia”.

“La Eucaristía, como todos los Sacramentos, tiene que ver mucho con el Derecho Canónico porque son las normas, las reglas, que rigen la sociedad eclesiástica, que se estructura a través de los Sacramentos. El Bautismo es la ‘carta de ciudadanía’ de todos los cristianos, por tanto, es como nuestro ‘documento de identidad’…; el Sacramento de la Confesión nos ayuda a ‘limpiarnos por dentro’ para acceder al Sacramento más importante, que es el centro de la comunión, que es la Eucaristía”, dijo Mons. Arrieta.

En esta línea, la autoridad vaticana señaló que “la Eucaristía es, dentro de los siete Sacramentos, el centro de la comunión. Por eso es tan importante” y añadió que “todos los Sacramentos apuntan a la Eucaristía” por lo que “celebrar la Eucaristía es el símbolo de la comunión eclesial, y acceder a la Eucaristía es símbolo de comunión, de comunión con Cristo, que se nos da en la Eucaristía, es el don más precioso que tutela la Iglesia, como es natural”.

Sin embargo, Mons. Juan Ignacio recordó que “los derechos en la Iglesia no son como los derechos de la sociedad civil -que tiene una dimensión política-, sino que los derechos en la Iglesia son para la edificación del pueblo de Dios. Tengo derecho a recibir los Sacramentos, pero no lo puedo reclamar en los mismos términos que reclamo los derechos en la sociedad civil”.

Al responder a la cuestión de la excomunión, Mons. Arrieta citó entre los ejemplos, “el ultraje de la Sagrada Eucaristía y la violación del secreto de Confesión” y explicó que “la excomunión es una sanción canónica que en determinados casos prohíbe, impide, que una persona pueda acercarse al Sacramento, recibir válidamente los Sacramentos”.

“Es una pena que se le da a la persona para que se arrepienta, para que se arrepienta de su situación, y una vez arrepentido pueda recibir los Sacramentos que son el alimento espiritual que tenemos los cristianos”, afirmó.

En este sentido, el Prelado subrayó que la persona excomulgada realizó “un acto que es un delito canónico -no solamente un pecado- que le coloca automáticamente en esa posición” y agregó que “el derecho canónico tiene vigencia también en el fuero interno, en conciencia ha hecho una cosa, y aunque no me haya visto nadie hacerlo yo sé ante Dios que he hecho eso y me tengo que regular como consecuencia”.

Asimismo, Mons. Juan Ignacio Arrieta abordó la pregunta sobre los casos de las personas que se han divorciado y vuelto a casar y advirtió que son “situaciones muy diversas” y reconoció que “incluso en algún caso extremo se les podría permitir acceder a la Comunión, si no hay escándalo en determinadas circunstancias”.

Por ello, el Obispo dijo que “hay que vivir un acompañamiento para regular la situación si se puede arreglar, a veces, son situaciones que se pueden arreglar con el tiempo, situaciones matrimoniales previas” y concluyó que “son fieles cristianos, por lo que, a pesar de que por su situación no puedan recibir el Sacramento de la Comunión, la Iglesia no los considera aparte, la Iglesia los mantiene, son fieles cristianos, son ciudadanos”.