Después de realizar un arduo viaje desde su Eritrea natal hasta la ciudad costera de Sundsvall, Suecia, en 2014, Solomon Tesfay soñó con una vida mejor para él, su esposa, y sus tres hijos.
Tesfay, un veterano de 14 años del ejército eritreo, huyó con la esperanza de que sus hijos evitaran el servicio militar obligatorio del país y se vieran obligados a luchar en conflictos aparentemente interminables.
Una vez que Tesfay se dirigió a Estocolmo, la Agencia Sueca de Migraciones le concedió inmediatamente asilo político y le proporcionó un apartamento de un ambiente.
"Suecia es uno de los países más democráticos. (El país) ayuda a los inmigrantes, y pensé que el gobierno de Suecia me ayudaría a traer a mi familia", manifestó Tesfay a Catholic News Service el 22 de abril. "Ellos me recibieron, fueron buenos, me ayudaron de buena manera".
Sin embargo, casi siete años después de llegar a Suecia, Tesfay dijo que el país que lo recibió con los brazos abiertos ahora le está dando la espalda a él, a su familia, y a muchos otros refugiados.
A principios de abril, el gobierno sueco impulsó un proyecto de ley para promulgar permanentemente varias medidas temporales adoptadas a raíz de la crisis migratoria de 2015, incluyendo hacer mas rigurosas las regulaciones para la reunificación familiar.
El proyecto de ley, que se presentará al parlamento en mayo, estaría entre los más restrictivos de Europa, si se aprueba. Los grupos de ayuda religiosos y seculares en el país, incluyendo Cáritas Suecia y la Iglesia de Suecia, han pedido enmiendas por motivos humanitarios, incluidos cambios que facilitarían la reunificación familiar.
La Agencia Sueca de Migración les dice a los migrantes y refugiados que deben demostrar "que tienen ingresos regulares, relacionados con el trabajo, que les permitan mantenerse a sí mismos, a otras personas de su hogar, y a miembros de su familia que solicitan un permiso de residencia".
Además, los refugiados "también deben tener un hogar de tamaño y estándar suficientes para todos" los miembros de familia.
Si bien estos requisitos están destinados a garantizar una calidad de vida adecuada para los refugiados y sus familias, Tesfay señaló a CNS que las exigencias necesarias para que él se reúna con su familia se han vuelto poco realistas.
"Trabajo como enfermero auxiliar y tengo un empleo permanente. Pagué casi 80,000 coronas suecas ($9,517) en impuestos este año", explicó.
Sin embargo, su salario mensual bruto de 21,500 coronas ($ 2,550) no es suficiente para mantener a su esposa y sus tres hijos. Además, con un apartamento de un ambiente en Estocolmo, que cuesta un promedio de $ 1,400 al mes, es casi imposible que Tesfay cumpla con los requisitos de vivienda.
"¿Por qué pedirían eso? No lo entiendo", acotó. "Para mí, esto significa que no quieren traer a mi familia. Ese es el punto".
Tesfay le dijo a CNS que esta situación ha hecho mas tensa la relación con su esposa e hijos, quienes ahora han huido al país vecino de Etiopía.
"Están tristes. No me creen. Me dicen: 'Nos mentiste'. Hablo con ellos todos los días, pero no me creen. Solo saben que Suecia es un país democrático", expresó. "La situación no es buena en Etiopía. Hay guerra, así que tengo miedo. No sé qué hacer. Estoy estresado".
Tesfay también le dijo a CNS que el problema con el proyecto de ley de migración no es una cuestión de ayuda financiera sino de empatía.
"Todos aquí viven con su familia. Necesito a mis hijos, a mi esposa. ¿Por qué no puedo traer a mi familia?" preguntó. "¿Por qué (el gobierno) me concedería la residencia permanente, pero no quiere que traiga a mi familia? Si tengo un trabajo, entonces (seré) responsable de ellos. No quiero pedirle al gobierno que me dé dinero. No, no necesito del gobierno. Resolveré mis propios problemas".
Sin embargo, Tesfay dijo que, aunque seguirá viviendo y trabajando en Suecia, la perspectiva de vivir una vida sin su familia es sombría.
"Para mí, ahora no hay nada en Suecia. Vivo aquí, pero no soy nada sin mi familia", manifestó a CNS. "No volveré, pero no tengo nada sin mi familia".