ROMA - El psiquiatra español Enrique Rojas, director del Instituto Español de Psiquiatría, cree que las cuatro piedras angulares de la psicología de una persona son la inteligencia, la voluntad, la afectividad y la espiritualidad, siendo la fe lo que da perspectiva a la persona para ver lo que verdaderamente importa.

"Nunca le diría a un paciente que abandone la religión, porque la religión, cuando se entiende bien, nunca es un obstáculo", dijo Rojas. "La fe es buena, y es necesaria. Decirle a un paciente que deje de lado la fe sería como decirle que ignore la cultura o el trabajo. Eso no quiere decir que la Iglesia, como institución, no tenga defectos. Pero al igual que no puedo dejar la política porque un político me decepcione, no puedo dejar la Iglesia porque un clérigo me decepcione".

Rojas es miembro del Opus Dei, está casado y es padre de cinco hijos -aunque su hijo varón murió a los dos años- y es autor de más de una docena de libros, entre ellos El desafío del amor, Cómo hacer que el matrimonio funcione.

Estuvo en Roma durante la Semana Santa, participando en el UNIV, un evento para estudiantes universitarios organizado por el Opus Dei desde 1968.

Crux habló con él tras su conferencia de clausura del evento en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, gestionada por el Opus Dei, junto a la famosa Piazza Navona de Roma.

Cuando lleva su sombrero de psiquiatra, Rojas dijo que cree que la fe juega un papel importante en la vida de una persona, hasta el punto de que sin espiritualidad "es muy difícil mantener la vida, y hablo de una espiritualidad abierta y liberal".

"La Iglesia tiene tres grandes ejemplos de espiritualidades diferentes en los tres últimos papas: Juan Pablo II era un hombre de masas; Benedicto XVI, un intelectual; y Francisco es un hombre muy completo, muy dedicado a los pobres, definitivamente el papa de su tiempo", dijo. "Francisco es una figura emblemática, una figura atípica y un modelo de identidad".

Redoblando la apuesta, definió al papa polaco como un hombre de acción y comunicación, al papa alemán como uno "para ser leído" y al pontífice argentino como uno para ser "contemplado, porque tiene muchos gestos excepcionales."

Hablando de la polarización del mundo y también de una creciente individualización, con personas propensas a vivir en burbujas ideadas para juntar a las personas que piensan igual y mantenerlas separadas de las que piensan diferente, Rojas argumentó que hoy, "el mundo es más apasionante que nunca, pero también tan terrible como siempre."

"Lo curioso es que los medios se han multiplicado, pero los fines se han perdido", dijo Rojas. "Cada vez hay más medios, como el teléfono móvil, que es una herramienta maravillosa de comunicación que se ha convertido en una de aislamiento. Hay mucha gente que ha ligado su trabajo a su teléfono. Pero también personas cuyo trabajo no depende del móvil, pero que, por trabajar, por ejemplo, en una multinacional con horarios diferentes, se encuentran de repente trabajando todo el tiempo".

Vivimos en una sociedad muy acelerada, que es al mismo tiempo muy superficial pero también llena de oportunidades, dijo. El problema es que la gente está "perdida, no tiene claro de dónde viene y a dónde va", y demasiados ya ni siquiera se preocupan por hacerse estas preguntas.

"De ahí la importancia de tener un modelo de identidad, un esquema de inspiración a quien nos gustaría parecernos cuando crezcamos", dijo. "Hay tres 'educadores' de la identidad: El profesor, el maestro y el testigo. El profesor enseña una asignatura; el maestro enseña lecciones que no vienen en el libro; el testigo es un modelo de identidad al que nos gustaría parecernos, un ejemplo de coherencia y vida. Hoy hay muchos profesores, pocos maestros y pocos testigos".

Esto se hace evidente, dijo Rojas, en el periodismo, con demasiados medios de comunicación que se centran en los malos, sobre todo en los que están rotos, como los actores que arruinan su carrera por estar borrachos en el plató o los cantantes que abusan de las drogas, o las parejas famosas que se separan tras una infidelidad. Los famosos, argumentó, son cada vez menos testigos, porque los que serían buenos modelos de conducta no obtienen el mismo nivel de atención, ni para los medios ni para los lectores.

Preguntado sobre cuáles son, según su experiencia, las claves para llegar a buen puerto en la vida, habló de tener una personalidad equilibrada y un proyecto de vida coherente y realista que incluya amor, trabajo, cultura y amistad.

"Permítanme hacer una metáfora marina: ¿Cómo construyes un barco y lo diriges? ¿Cómo lo mantienes a flote? ¿Y cómo te aseguras de que llegue a puerto?". dijo Rojas. "El barco es la personalidad, que tiene que estar equilibrada, sin buscar la perfección, sino la madurez. El proyecto de vida es lo que mantiene el barco a flote, y tiene que ser coherente y realista, y tiene que incluir amor, trabajo, cultura y amistad".

Estas dos cosas son las que llevan el barco a buen puerto.

"La felicidad absoluta es una quimera y está en la imaginación", dijo. "Hay que aspirar a la felicidad relativa, que podría definirse como una vida lograda, en la que la persona es capaz de sacar el máximo partido a su existencia, sobre todo en dos ámbitos que son los principales pilares: El amor y el trabajo, la vida afectiva y la vida profesional".

Rojas sitúa la vida afectiva y la profesional al mismo nivel, argumentando que la felicidad consiste en el amor y el trabajo, "en amar el trabajo y trabajar con amor".