Los obispos nicaragüenses han denunciado "una crisis política, económica y social" en el país centroamericano, tras una ola de arrestos por motivos políticos que margina a figuras de la oposición, periodistas y críticos del gobierno antes de las elecciones de otoño.
En una carta de cinco páginas, los obispos dijeron: "Debemos evitar que se institucionalicen en nuestra patria las restricciones arbitrarias e ilegales de las libertades de los ciudadanos y la persecución de la oposición y los medios de comunicación".
La carta, publicada el 10 de junio, también afirma: "Preferimos y queremos un sistema democrático para Nicaragua", en el que haya una "división de poderes del Estado" porque "ese es el principio del Estado de Derecho... el principio en el que la ley es soberana y no la voluntad de los hombres".
"Es necesario construir una Nicaragua basada en la paz, la justicia y el respeto a los derechos humanos, rechazando todo lo que sea contrario a estos principios y trabajando juntos, conscientes de los pilares de la paz, justicia y perdón", dijeron.
Tras la publicación de la carta de los obispos, la policía arrestó al menos a cinco críticos de alto nivel del presidente Daniel Ortega, amparándose en leyes recientemente aprobadas que penalizan la información que el gobierno considera falsa y recibir fondos extranjeros para llevar a cabo actividades políticas.
La agencia de noticias Reuters informó que al menos 12 figuras prominentes de la oposición, incluyendo cuatro que se han declarado candidatos presidenciales, han sido arrestados antes de las elecciones de noviembre, cuando Ortega buscará otro mandato para extender sus 14 años en el cargo.
Entre los detenidos también se encuentran antiguos aliados, que lucharon junto a Ortega en la década de 1980 contra un régimen dictatorial.
Los líderes católicos de Nicaragua han expresado su consternación con la represión generalizada hacia manifestantes y críticos desde que los estudiantes salieron a las calles en 2018 para manifestarse contra una reforma de la seguridad social; posteriormente, exigieron la destitución de Ortega.
La propia iglesia ha sido objeto de ataques, con parroquias y catedrales incendiadas y asediadas por la policía.
La vicepresidenta Rosario Murillo, esposa de Ortega y portavoz del gobierno, acusó a los obispos de sembrar "odio" en Nicaragua. Anteriormente los acusó de "terroristas" y "golpistas", acusaciones habituales contra personas que el régimen considera opositoras.
"Estas no son elecciones. Es una forma de legitimar un periodo de dictadura creciente", dijo monseñor Carlos Avilés, portavoz de la Arquidiócesis de Managua.
"No van a dejar el poder bajo ningún concepto", dijo sobre Ortega y Murillo.
En sus homilías dominicales, por lo menos un obispo nicaragüense instó a los ciudadanos a mantenerse fuertes.
"En momentos históricos en los que parece que triunfa la injusticia, cuando percibimos que el poder de los malvados es invencible y nuestros esfuerzos son infructuosos, no debemos desfallecer", dijo el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, en una homilía del 13 de junio en una misa en Miami, a donde se ha trasladado por su propia seguridad. "Nada puede detener la acción de Dios en la historia".