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Los obispos colombianos condenan los atentados terroristas que sacudieron al país

Los obispos de Colombia expresaron su indignación tras la muerte de al menos 18 personas y más de 40 heridos en dos atentados perpetrados en Colombia y atribuidos a diferentes facciones disidentes del antiguo grupo guerrillero FARC.

Los obispos calificaron de "brutales" los atentados terroristas que son parte de la "ola de violencia que sacudió al país", y la Arquidiócesis de Cali, donde ocurrieron los ataques, hizo un "llamado urgente" a la paz.

Seis personas murieron cuando un vehículo de carga con explosivos detonó cerca de una base de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, causando decenas de heridos, informó la oficina del alcalde, según Reuters.

Horas antes, según informó la agencia, un helicóptero Black Hawk UH-60 de la Policía Nacional que participaba en una operación de erradicación de cultivos de hoja de coca fue derribado en el municipio de Amalfi, en el departamento de Antioquia, dejando alrededor de 12 policías muertos.

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), en un comunicado del 22 de agosto firmado por sus líderes, entre ellos el presidente de la conferencia, el arzobispo Francisco Javier Múnera Correa, de Cartagena, condenó los atentados terroristas y expresó sus "sentimientos de solidaridad" con las familias de las víctimas "en este momento en que la violencia sigue tocando las puertas de los hogares colombianos, sembrando dolor y desesperanza".

Los obispos hicieron un llamado directo a todas las partes involucradas en el conflicto a "abandonar el sendero de la muerte y recorrer el camino del respeto a la vida que dignifica y hace posible el verdadero desarrollo humano".

El presidente colombiano Gustavo Petro atribuyó los ataques a disidencias del antiguo movimiento guerrillero FARC, que se negaron a aceptar el acuerdo de paz de 2016 destinado a poner fin al conflicto que dura ya décadas y que se ha cobrado más de 450.000 vidas.

Los obispos del país pidieron a las autoridades estatales a intensificar la seguridad y la atención integral a la población civil, situando la protección de los ciudadanos como una prioridad ineludible.

El arzobispo Luis Fernando Rodríguez Velásquez, de Cali, dijo en una declaración del 21 de agosto que recogía el clamor de los hombres y mujeres de la ciudad "que nuevamente sienten el atronador ruido de las explosiones de bombas que acaban vidas humanas".

En su mensaje, el prelado expresó el dolor compartido del país, que ha sufrido décadas de violencia terrorista: "Nos duele la pérdida de vidas humanas... Nos duele, con dolor de Patria, el sentimiento de incertidumbre y miedo que deja esta clase de atentados... Nos duele constatar la descomposición social y ética que está llevando a la no valoración de la dignidad humana".

El arzobispo destacó que este es el cuarto atentado terrorista en Cali en lo que va de 2025, una situación que se ve agravada por la lacra del secuestro en el Valle del Cauca. Los secuestros de sacerdotes y religiosos tampoco son infrecuentes en el país.

El arzobispo Rodríguez fue contundente en su demanda de justicia: "La impunidad no puede volverse un paisaje. Pedimos que actúe con vehemencia la justicia para que quienes planean, deciden y realizan estos actos criminales sean sometidos a ella".

El 24 de agosto se celebró en Cali una vigilia con velas en honor a las víctimas de un atentado con un vehículo cargado de explosivos en inmediaciones de la Base Aérea "Marco Fidel Suárez".

El Papa León XIV convocó un día mundial de ayuno y oración el 22 de agosto para pedir "al Señor que nos conceda paz y justicia, y que seque las lágrimas de quienes sufren a causa de los conflictos armados en curso".

En respuesta a esta petición, el arzobispo de Cali celebró una Misa por la paz al mediodía del 22 de agosto en la Catedral Metropolitana de San Pedro Apóstol. También instó a la gente a implorar "la paz del Señor Resucitado" en todas las parroquias de su arquidiócesis.

En su comunicado, la conferencia episcopal pidió a los fieles colombianos que confiaran a "la intercesión de María, Reina de la Paz, el difícil momento que atravesamos como nación y la búsqueda conjunta de salidas que hagan posible reavivar la esperanza por los caminos del perdón, la reconciliación y la paz".

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