Una niña palestina desplazada por la ofensiva militar israelí reacciona mientras espera con otros jóvenes el 21 de mayo de 2025 para recibir alimentos cocinados por una cocina de caridad en la ciudad de Gaza, Franja de Gaza. (Foto de OSV News/Mahmoud Issa, Reuters)
La solidaridad con los refugiados y los migrantes "no es opcional", sino "un testimonio vivo del Evangelio", dijo el obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, presidente del Comité sobre Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.
Mons. Seitz compartió sus reflexiones en una declaración emitida con motivo del Día Mundial del Refugiado, que se celebra en todo el mundo el 20 de junio desde 2001.
Establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el día se lanzó inicialmente para conmemorar el aniversario de la Convención sobre los Refugiados de 1951.
Aunque a menudo se utilizan indistintamente, los términos "migrante" y "refugiado" se definen por separado en el derecho internacional, con la protección específica de los refugiados debido a condiciones peligrosas -- como la guerra o la persecución -- que hacen imposible el regreso a su país de origen. Por el contrario, no existen definiciones uniformes de "migrante" o "migración forzada" a nivel internacional, según las Naciones Unidas, aunque los migrantes están, no obstante, protegidos como personas humanas por el derecho internacional de los derechos humanos.
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados, a finales de 2024 más de 123 millones de personas -- o una de cada 67 personas -- en todo el mundo se habían visto obligadas a huir de sus hogares debido a la persecución, los conflictos, la violencia, las violaciones de los derechos humanos y la inestabilidad.
De esta cifra, cerca de 43 millones eran refugiados, con más de 73 millones de desplazados dentro de sus propios países, y otros 8,4 millones clasificados como solicitantes de asilo. Además, la ONU cuenta con 4,4 millones de apátridas, a quienes se ha negado una nacionalidad y los derechos que conlleva.
Este año, la celebración del Día Mundial del Refugiado se centró en la solidaridad, y la ONU subrayó la necesidad de defender el derecho de los refugiados a buscar seguridad, así como de poner fin a los conflictos que les empujan a huir de sus países de origen, garantizando al mismo tiempo que tengan oportunidades y recursos para prosperar en sus comunidades de acogida.
"Ante todo, la solidaridad comporta decir, clara y contundentemente, que las personas refugiadas no están solas y que no les daremos la espalda", afirmó la Agencia de la ONU para los Refugiados en su página web.
"En su travesía, los refugiados encarnan la esperanza que estamos llamados a compartir como cristianos. Al acogerlos, reflexionamos sobre nuestra propia peregrinación hacia el hogar eterno que se nos ha prometido", dijo el obispo Seitz en su declaración. "Su entereza y su fe nos desafían a servir a los demás más profundamente y a construir un mundo en el que cada persona sea tratada con dignidad y pueda vivir en paz y libertad".
Mons. Seitz también elogió el "profundo testimonio" de quienes "abren sus corazones y sus hogares a quienes buscan seguridad, acogiendo al forastero, curando heridas y devolviendo la esperanza".
Se hizo eco de una declaración emitida el 16 de junio por el arzobispo Timothy P. Broglio de la arquidiócesis militar de Estados Unidos y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, quien antes del retiro de una semana de la USCCB en California emitió una reflexión asegurando a los migrantes y refugiados el apoyo de los obispos mientras la administración Trump realiza cambios en las políticas de inmigración de Estados Unidos y su aplicación.
"Nosotros, los obispos de los Estados Unidos, permanecemos firmes en nuestro llamado a la protección consistente de los refugiados en medio de su trato dispar por parte de nuestro gobierno", dijo el obispo Seitz en su declaración.
Siguiendo una promesa de campaña, el presidente Donald Trump ha tomado medidas enérgicas contra la inmigración a los EE.UU. Entre los esfuerzos de la administración están la terminación del estatus de protección para los migrantes de varias naciones en conflicto, la prohibición total o parcial de viajar a los EE.UU. desde varias naciones, la orden a Inmigraciones y Aduanas de cumplir con las cuotas diarias de arrestos de 3.000 personas, la suspensión de visas para estudiantes extranjeros, el intento de poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento y la deportación de personas sin estatus legal permanente en los EE.UU. a terceros países en desafío a las órdenes judiciales.
Aunque la administración afirma que sus redadas se centran en atrapar delincuentes, varias detenciones y expulsiones importantes han afectado a personas sin antecedentes penales demostrados. Según el Transactional Records Access Clearinghouse de la Universidad de Syracuse, se calcula que el 44% de los más de 51.000 detenidos por ICE al 1 de junio carecen de antecedentes penales, aparte de haber entrado en Estados Unidos sin permiso.
La conferencia episcopal estadounidense y Catholic Charities USA se encuentran entre las 200 organizaciones no gubernamentales mencionadas en una investigación del Congreso por ayudar supuestamente a inmigrantes a los que sus dirigentes denominan "extranjeros inadmisibles" durante el gobierno del ex Presidente Joe Biden.
En su declaración, el obispo Seitz resumió la doctrina católica sobre la inmigración diciendo: "La Iglesia reconoce el derecho de cada país a controlar sus fronteras, al tiempo que afirma el derecho a buscar refugio cuando circunstancias que amenazan la vida niegan a las personas el derecho primordial a permanecer en su patria".
Señalando las recientes reflexiones del Papa León XIV, Mons. Seitz dijo que "la tentación de volvernos hacia nosotros mismos, de aislarnos de las necesidades de nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo, es incompatible con una visión cristiana del bien común".
Mons. Seitz parafraseó la exhortación de Cristo recogida en Lucas 12,48, diciendo: "Debemos recordar la exhortación de Cristo en el Evangelio de Lucas: a quien mucho se le da, mucho se le exige".