El obispo nicaragüense exiliado Silvio José Báez reveló que está seguro de que el papa Francisco está trabajando entre bastidores para ayudar a resolver "la situación cruel e injusta de los presos políticos en Nicaragua".
En una entrevista con el medio de comunicación nicaragüense Confidencial, el obispo Báez dijo que había hablado sobre la situación de los presos cuando se reunió con el Santo Padre en noviembre.
"Le traje los nombres de los últimos presos y un resumen escrito de la situación injusta y cruel a la que estaban siendo sometidos", expresó monseñor Báez, obispo auxiliar de Managua, quien lleva tres años en el exilio.
"Le rogué que por favor hiciera algo, aunque fuera de modo discreto y silencioso, pero que, en su corazón de pastor misericordioso, nuestros presos políticos encontraran un lugar", manifestó el obispo Báez en la entrevista con el periodista nicaragüense Carlos F. Chamorro. "Y estoy seguro que el papa hizo algo, y creo que continúa haciendo algo, quizá no de modo público, pero algo se está haciendo desde la Santa Sede".
Los comentarios del obispo Báez se publicaron el 10 de abril en una amplia entrevista que abordó su exilio, el silencio percibido del papa sobre Nicaragua, y el papel de la iglesia al enfrentar al cada vez más despótico presidente del país.
El momento de la publicación de dicha entrevista coincidió con el tercer aniversario de la partida del obispo Báez de Nicaragua. El obispo se fue del país en abril de 2019 por instrucciones del papa Francisco, quien, según el prelado, le dijo: "No quiero otro obispo mártir en Centroamérica".
"Yo salí de Nicaragua llorando", expresó de su exilio. "Y he pasado, estos ya tres años largos, en el exilio, con el sentimiento de nostalgia y de dolor por no estar presente físicamente en medio de mi pueblo".
El obispo Báez ha hablado abiertamente sobre el deslizamiento de Nicaragua hacia un gobierno tiránico bajo el mando del presidente Daniel Ortega.
Los líderes de la iglesia en Nicaragua han trabajado, a menudo infructuosamente, para encontrar soluciones. Facilitaron un diálogo nacional después de que las protestas de 2018 exigieran la destitución de Ortega. Las parroquias brindaron apoyo espiritual a los manifestantes y un lugar para buscar refugio de la policía y los paramilitares, y luego fueron asediadas por ayudar a las familias de presos políticos.
En su mensaje de Pascua 2019, pronunciado poco antes de partir, el obispo Báez habló de un "pueblo crucificado con la esperanza de la resurrección".
Esos sentimientos los reiteró, en declaraciones a Confidencial: "Puedo decir de corazón al pueblo de Nicaragua que, así como Jesucristo, crucificado por los poderes del mundo, fue resucitado por Dios a una vida que no termina, también los pueblos crucificados, tarde o temprano, resucitan".
El obispo Báez ha pasado gran parte de su exilio en Florida, donde enseña clases de Antiguo Testamento en el Seminario Regional de San Vicente de Paul en Boynton Beach. Los domingos celebra misa en la parroquia de Santa Agatha de Miami, que se ha convertido en un centro de acogida para nicaragüenses que llegan a Estados Unidos. A menudo, sus homilías hablan de temas cuyo enfoque es Nicaragua, donde sus palabras se difunden en las redes sociales y por los asediados medios de comunicación independientes del país.
"El papa me pidió en noviembre que no dejara de predicar en Santa Agatha cada domingo, como lo estaba haciendo", contó en Confidencial, "y que no abandonara a mi pueblo, y eso es lo que hago".
La situación ha sido difícil en Nicaragua. Ortega ganó las elecciones de forma fraudulenta en noviembre de 2021 tras inhabilitar y encarcelar a sus principales rivales políticos. El régimen sigue reteniendo a más de 170 presos políticos, a menudo en condiciones deplorables, según reporta el obispo Báez.
"No hay un solo día de mi vida en que yo no los recuerde, en que no rece por ellos, y no alce mi voz exigiendo su liberación", dijo el obispo Báez a Confidencial.
"Todos sabemos que son inocentes, que los procesos que se han llevado a cabo son una farsa total, y que la situación y las condiciones en las que se encuentran son inhumanas y crueles", acotó.
El régimen de Ortega expulsó recientemente al embajador del Vaticano en Nicaragua, el arzobispo Waldemar Stanislaw Sommertag, a quien se le criticó por no hablar sobre los abusos en el país, pero que trabajó entre bastidores para lograr la liberación de presos políticos.
El obispo Báez ofreció poca información sobre la expulsión, diciendo que fue una "crisis diplomática" y que "la profecía y la diplomacia son dos cosas diferentes".
Aún así, dijo: "El papa se sorprendió, mostró su dolor y su sorpresa también, porque creo que no estaba suficientemente informado" sobre la situación de Nicaragua.