El arzobispo Franco Coppola, embajador pontificio en México, viajó recientemente a un pueblo asediado por cárteles de drogas para reiterar el compromiso de la Iglesia de servir a poblaciones que sufren violencia.
El embajador, o nuncio, también quería elevar la consciencia de la situación en Aguililla, una ciudad del oeste del estado de Michoacán, donde los cárteles de drogas han peleado unos con otros y bloqueado las carreteras, impidiendo a los residentes viajar libremente y causando escasez de todo, desde alimentos a petróleo.
"En la Iglesia, no podemos implicarnos en la guerra, pero podemos asistir a los heridos, al pueblo. Mi visita es para que la gente sienta que la iglesia está cerca, que no están solos y que no se les abandonará", dijo el nuncio en Aguililla, donde encabezó una procesión y celebró misa por el pueblo el 23 de abril. "La Iglesia debe estar al lado del pueblo, no huyendo".
La visita del nuncio a Aguililla ofreció un breve respiro de la violencia que atrapa a la región, que está siendo disputada por organizaciones criminales rivales: Cárteles Unidos y el Cártel de la Nueva Generación de Jalisco.
La situación se convirtió tan extrema en Aguililla, que se encontraron ocho cuerpos decapitados anteriormente en abril, y un cartel usó un dron para lanzar explosivos contra la policía. El nuncio dijo que había compartido la noticia de las decapitaciones en las redes sociales y que su cuenta había sido suspendida temporalmente.
La visita también arrojó luz sobre la terrorífica violencia de los problemas aparentemente insondables de México con el crimen organizado y la preferencia del gobierno de quitar importancia a lo que está ocurriendo.
El arzobispo Coppola dijo que funcionarios del Secretariado de Relaciones Exteriores le pidieron, "Por favor, no hable tanto de la violencia en México porque daña el turismo".
Un portavoz del Secretariado de Relaciones Exteriores dijo que la petición habría ocurrido durante la administración del anterior presidente Enrique Peña Nieto, que dejó su cargo el 30 de noviembre de 2018. El actual presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo el nuncio, ha enviado cartas al papa pidiendo ayuda en "la lucha contra el crimen y la violencia en México… Me ha preguntado por esto en diversas ocasiones, y la Iglesia está respondiendo".
La visita también destacó la ausencia del gobierno en muchos rincones conflictivos del país, lo cual abre espacio para la operación de grupos delictivos.
"Es muy importante que se sepa lo que está ocurriendo aquí. Los malos se aprovechan del silencio", dijo el arzobispo Coppola. "En Italia, sabemos que la mafia prospera donde el estado no está presente. Ahí es donde los intereses particulares tratan de tomar el control".
El nuncio viajó a Aguililla con el obispo Cristóbal Ascencio García de Apatzingán, pasando a través de comunidades muy golpeadas por la violencia. La gente del pueblo se alineó a lo largo de la ruta para ver pasar a los eclesiásticos en un camión blanco con banderas del Vaticano y para recibir bendiciones.
Los medios de comunicación mexicanos informaron que la policía estatal controlaba cinco controles en la carretera, que habían sido bloqueados o destrozados por grupos criminales. La carretera se cerró de nuevo después de la visita del nuncio.
La situación se ha vuelto tan desesperada en Aguililla, que los medios mexicanos informan que más de 1,500 personas han huido de la región.
El padre Andrés Larios, sacerdote de la diócesis de Apatzingán, dijo el mismo día de la visita del nuncio, que se les había pedido a los sacerdotes de Aguililla su firma en 20 cartas para personas que deseaban pedir asilo en los Estados Unidos.