Una vez más, el presidente de Nicaragua Daniel Ortega arremetió contra la Iglesia católica, a la que acusó de ser una "dictadura" y una "tiranía perfecta", y acusó a los obispos de mandar a la gente a “meterme plomo” porque son una “banda de asesinos encubierta”.

Durante un acto en ocasión del 43 aniversario de la Policía Nacional transmitido en cadena de radio y televisión, Ortega también acusó a la Iglesia católica de haber utilizado "a sus obispos en Nicaragua para dar un golpe de Estado" a su Gobierno en el marco de las manifestaciones que estallaron en abril de 2018 por unas controvertidas reformas a la seguridad social.

"¿Desde cuándo los curas están para dar golpe de Estado y desde cuándo tienen autoridad para hablar de democracia?", cuestionó el líder sandinista, que gobierna el país centroamericano desde 2007.

"¿Quién elige a los curas, a los obispos, ¿quién elige al papa, a los cardenales? ¿cuántos votos?, ¿quién se los da?", continuó. “Si vamos a ser democráticos, que empiecen por elegir con el voto de los católicos al papa, a los cardenales, los obispos. Con el voto de la población elegir a los sacerdotes de cada comunidad. Y no que todo sea impuesto. Es una dictadura. Una tiranía perfecta. ¿Con qué autoridad me hablan de democracia?”

Ortega fue aún más allá, acusando a los obispos de Nicaragua de haber llamado a la gente “a que me metieran plomo”.

“Piensen qué clase de obispos, qué clase de cura. Lo decían tranquilamente. Son una banda de asesinos encubierta”, dijo el líder, ante la atenta mirada de su mujer, la vice presidenta Rosario Murillo, quien suele arremeter contra la jerarquía de la Iglesia Católica.

El mandatario no ofreció prueba alguna de las acusaciones contra los obispos, que suelen transmitir sus homilías en vivo justamente para evitar falsas afirmaciones.

Para el antiguo guerrillero marxista, que ahora se define como católico, la Iglesia católica no tiene autoridad para hablar de democracia, porque "los obispos son nombrados de dedo de parte de alguien que no ha sido electo por el pueblo, sino por un grupo de cardenales”.

"Le diría a su santidad, el papa, con todo respeto, a las autoridades de la Iglesia católica, yo soy católico, que como católico no me siento representado y no me siento representado por todo lo que conocemos de esa historia terrible, pero también por el hecho que lo oímos hablar de democracia y no practican la democracia", alegó.

A juicio de Ortega, "sería una revolución que al papa lo eligiera el pueblo católico del mundo".

El Papa es elegido por el colegio de cardenales mediante lo que se conoce como un “cónclave”, que tiene lugar después del fallecimiento- o la renuncia- de el sucesor de Pedro. Desde su elección en marzo de 2013, el papa Francisco se ha esforzado por buscar prelados en las “periferias” del mundo, para internacionalizar el colegio de cardenales, creando nuevos purpurados en países que nunca habían tenido uno.

Asimismo, el líder sandinista volvió a tildar de "golpistas" a "algunos obispos" de Nicaragua y los acusó de encubrir a una "banda de asesinos" que, según dijo, intentaron derrocarlo y asesinarlo en el marco de las manifestaciones antigubernamentales de hace cuatro años, en la que se pidió su dimisión por responder con la fuerza. Más de 300 personas murieron en manos de las fuerzas de seguridad del régimen durante esas protestas, y docenas de manifestantes se encuentran aún en prisión.

El discurso de este miércoles del líder sandinista un capítulo más de un largo libro de ataques por parte del gobierno en contra de la Iglesia Católica. En lo que va del año, el gobierno expulsó del país al embajador del Vaticano, el arzobispo polaco Waldemar Stanislaw Sommertag y a 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta.

El obispo Rolando Álvarez de Matagalpa posa para una foto en una iglesia católica donde se refugia, alegando que había sido atacado por la policía, en Managua, Nicaragua, en esta foto de archivo del 20 de mayo de 2022. El obispo Álvarez, quien ha criticado al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, fue arrestado por la policía el 19 de agosto y se desconoce su paradero. (Foto CNS/Maynor Valenzuela, Reuters)

También mantiene bajo arresto a ocho sacerdotes, incluyendo al obispo Rolando Álvarez de Matagalpa, quien fue sustraído de la curia episcopal por agentes policiales la madrugada del viernes 19 de agosto, junto a otros cuatro presbíteros, dos seminaristas y un camarógrafo después de haber estado 15 días bloqueados, “con Iglesia por cárcel”.

Entre los primeros en responder contra Ortega estuvo el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez, quien se encuentra exiliado en Miami, junto a una creciente comunidad de sacerdotes católicos de Nicaragua que son activamente perseguidos por el régimen.

"¡Cuánta ignorancia, cuánta mentira y cuánto cinismo! Un dictador dando lecciones de democracia; alguien que ejerce en forma ilegítima el poder, criticando la autoridad que Jesús otorgó a su Iglesia; alguien que es ateo, lamentándose de no sentirse representado por la Iglesia", escribió en un tuit el obispo, quien se encuentra fuera del país desde hace 41 meses por decisión del papa Francisco por motivos de seguridad.

Además, el Ejecutivo cerró una docena de radios y canales de televisión católicos, y la Policía Nacional, que dirige Francisco Díaz, consuegro de Ortega, ingresó por la fuerza y allanó una parroquia, impidiendo a los feligreses recibir la eucaristía dentro del templo y sitiando a otros sacerdotes en sus iglesias, prohibido procesiones con imágenes de los santos y una peregrinación con la réplica de la imagen de la Virgen de Fátima.

El discurso de Ortega tuvo lugar dos semanas después de que el papa Francisco, durante su vuelo de regreso de Kazajstán, hablara de la situación en Nicaragua: “Ha habido conversaciones con el gobierno; hay diálogo. Esto no significa la aprobación de todo lo que hace el gobierno o la desaprobación de todo. No. Hay diálogo y cuando hay diálogo es porque hay que resolver problemas. Ahora mismo hay algunos problemas”.

Pidió el regreso de las hermanas de la Madre Teresa, diciendo que estas mujeres “son buenas revolucionarias, pero del Evangelio. No hacen la guerra contra nadie. Más bien, todos necesitamos a esas mujeres”.

“Hay cosas que no son comprensibles. Enviar a un nuncio [apostólico] a la frontera es un asunto diplomático grave. El nuncio es una buena persona que ahora ha sido nombrada en otro lugar. Estas cosas son difíciles de entender y también de tragar... Pero no es el único caso. En América Latina se dan situaciones así en varios lugares”, dijo Francisco.