Monseñor Silvio José Báez, el obispo auxiliar de Managua que se encuentra exiliado en Miami, pidió este domingo por la liberación de su par, el obispo Rolando Álvarez, de Matagalpa, quien se encuentra preso en Nicaragua.

"Queremos pedirte por monseñor Rolando Álvarez, de Nicaragua, y por todos los presos políticos de Cuba, de Venezuela, y de Nicaragua”, dijo durante su homilía en la Iglesia de Santa Ágatha, en Florida, Estados Unidos.

El pedido de monseñor Báez por Álvarez se dio días después de que circularan rumores de una supuesta liberación del obispo de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí. El prelado quien se encuentra cumpliendo una condena de 26 años en la cárcel La Modelo, condenado por supuestos crímenes contra el estado de Nicaragua. Algunos medios informaron que el obispo había sido liberado y que se encontraría camino al exilio.

Sin embargo, el propio Báez escribió en su cuenta personal de Twitter que Álvarez le había confesado hace en agosto de 2022 que solo se iría del país por orden explícita del Papa. Al momento de esa conversación, Álvarez se encontraba secuestra por la policía del régimen en la curia episcopal.

“Añadió que era una decisión en conciencia ante Dios”, escribió Báez. “Así que no hay nada que negociar. Conozco a Rolando y nunca negociará una decisión de conciencia que ha tomado y que yo comprendo plenamente. En 2019 yo habría hecho lo mismo que él. Yo nunca me hubiera ido desterrado de mi país. Si salí fue en obediencia al Papa que me lo mandó.”

Lo que no se sabe es por qué el Papa Francisco ordenó a Báez que se exiliara en 2019 y no ha hecho lo mismo en el caso de Álvarez.

“Las noticias que llegan de Nicaragua me han entristecido mucho, y no puedo dejar de recordar con preocupación al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, a quien quiero tanto, condenado a 26 años de cárcel, y también a las personas que han sido deportadas a los Estados Unidos”, dijo el Papa Francisco el domingo 12 de febrero, al finalizar el rezo del Ángelus dominical.

El régimen de Daniel Ortega y su mujer, la vicepresidente Rosario Murillo llevan años atacando verbalmente a la Iglesia Católica, en particular a los obispos y sacerdotes, acusándoles de liderar un supuesto golpe de estado fallido en 2018, cuando la gente, hastiada de la corrupción del matrimonio presidencial, salió pacíficamente a la calle para protestar contra una reforma del sistema de pensiones.

Báez recordó a Álvarez al inicio de su homilía, diciendo que “injustamente sigue detenido en las cárceles de la dictadura sandinista en Nicaragua. Es inocente. Es un profeta de Dios, que debe ser liberado, y debe volver en medio de su pueblo”.

Añadió que “a nosotros nos toca esperar en Dios y orar por él, como cuando Pedro estaba en la cárcel, y toda la Iglesia oraba por él. Oremos hasta la celda donde está Rolando, para que el Señor le dé salud, le dé fortaleza, y aumente su fe y la esperanza que muy pronto lo tengamos en medio de nosotros”.

El prelado también se refirió a todos los ciudadanos de Nicaragua, diciendo que “nuestro mismo pueblo es un pueblo cansado y agobiado a causa de la pobreza y del miedo, del engaño, de la represión y de la incertidumbre frente al futuro. Somos un pueblo cansado y herido”.

“Ayudémonos a recuperar fuerzas con el respeto, la solidaridad, la escucha recíproca, ofreciéndonos mutuamente consuelo y dándonos unos a otra esperanza. No nos desgastemos ni nos distraigamos inútilmente. Démonos descanso unos a otros, sostengámonos y ayudémonos, que la tarea es inmensa”, pidió el obispo que vive en exilio desde 2019.

“El descanso que Jesús quiere dar a nuestro pueblo vendrá a través del compromiso de todos por cambiar el modo de ejercer el poder, transformando el despotismo en respeto a la libertad y dignidad de todas las personas; sustituyendo las ambiciones personales y grupales por la lucha en favor del bien común y dignificando el sufrimiento de las víctimas a través del compromiso por establecer procesos de justicia que eliminen para siempre la impunidad social”, instó Báez en su homilía, que se encuentra disponible online.

Hace años que el gobierno de Nicaragua busca silenciar al clero, deportando a los prelados extranjeros, cerrando conventos de las Hermanas de la Caridad y negando el regreso a su propio país a los religiosos que salen de Nicaragua por motivos laborales. El último en sufrir esta sanción fue el sacerdote nicaragüense Juan Carlos Sánchez, vicario de la parroquia San Francisco de Asís, en Managua.

Luego de un viaje a Bolivia para participar de una ordenación sacerdotal y una pasada por Miami para visitar a familiares y por compromisos laborales, la aerolínea le informó, en el aeropuerto de Miami, que las autoridades de su país le habían negado el ingreso.

La información fue dada a conocer por la investigadora nicaragüense exiliada Martha Patricia Molina, autora del estudio “Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?” y confirmada por el diario nicaragüense La Prensa, citando fuentes eclesiásticas de la Arquidiócesis de Managua, que dirige el cardenal Leopoldo Brenes.