ROMA - Nueve días después del arbitrario arresto domiciliario de un obispo en Nicaragua, el cardenal Leopoldo Brenes instó el domingo a confiar "plenamente en el Señor, no en las estrategias."

Brenes tenía previsto estar en Roma este fin de semana, para participar en el consistorio para la creación de nuevos cardenales el sábado.

Sin embargo, debido a la mala salud de su madre, Brenes decidió a última hora quedarse en casa.

Durante su misa dominical en la catedral de Managua, dijo que "la fuerza de los humildes es el Señor, (es) confiar plenamente en el Señor, no en estrategias, no en medios humanos, no en la lógica de este mundo, no en cálculos, no en grandes discursos, no en aplausos".

Brenes fue creado cardenal por el Papa Francisco en 2014. En 2018 el cardenal asistió a un consistorio en Roma acompañado por el obispo Rolando Álvarez, y ambos pusieron al día al pontífice sobre la crisis socioeconómica de Nicaragua.

Álvarez está bajo arresto domiciliario en Managua desde el 19 de agosto, después de que la policía le impidiera salir de su sede diocesana durante dos semanas.

Durante ese periodo, la vicepresidenta Rosario Murillo dijo que Álvarez estaba siendo investigado por "delitos contra la espiritualidad". Después de que se le pusiera formalmente bajo arresto domiciliario, la policía nicaragüense afirmó que Álvarez había sido encarcelado tras los intentos de las autoridades de mantener un diálogo con el obispo. La policía dijo que le pedía que cesara sus acciones "desestabilizadoras y provocadoras".

Varios sacerdotes y seminaristas que habían estado con el obispo fueron detenidos, y enviados a la infame prisión de El Chipote, donde el presidente Daniel Ortega mantiene a unos 190 presos políticos.

Francisco se ha referido al esfuerzo continuo por silenciar las voces de la disidencia en el país, especialmente entre la jerarquía católica. Los obispos son la única oposición que queda, después de que el régimen de Ortega cerrara periódicos y emisoras de radio, cientos de ONG, e incluso expulsara a 15 miembros de las Misioneras de la Caridad. El domingo 21, tras la detención de Álvarez, el pontífice expresó su preocupación y dolor por la situación en Nicaragua y pidió "un diálogo abierto y sincero" para que "se encuentren las bases de una convivencia respetuosa y pacífica".

Las palabras de Francisco no mejoraron la situación de Álvarez, sino que alimentaron el debate interno sobre lo que debe hacer la Iglesia católica para su liberación.

Una posible reunión entre Brenes y Francisco esta semana fue vista como una oportunidad para aclarar la postura del Vaticano, ya que el gobierno expulsó al representante de la Santa Sede en el país.

Brenes dijo el domingo que la situación se resolverá.

"Siempre el Señor, en medio de nuestros problemas, de las situaciones difíciles, siempre encontrará un momento en el que se haga presente", dijo.

La semana pasada, los sacerdotes de la diócesis de Estelí, en el norte de Nicaragua, de la que Álvarez es administrador apostólico, acusaron al régimen de Ortega de "perseguir a la Iglesia por su misión profética" en una carta abierta.

El gobierno persigue a la Iglesia "porque es la única capaz de denunciar sus constantes violaciones de los derechos humanos, olvidando que cuando persiguen a la Iglesia, en la persona de sus servidores los obispos, los sacerdotes, los laicos, es al propio Cristo a quien persiguen", decía la carta.

La incitación al odio y a la violencia fue iniciada por Ortega, afirmaron los clérigos, cuando en un acto oficial el gobierno "acusó públicamente a algunos obispos de golpistas, terroristas y, desde entonces, son innumerables las ocasiones en que usted, que debería dar ejemplo de civismo y respeto, lanza toda clase de insultos, ofensas y difamaciones."

Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, recibió la petición del Papa Francisco de abandonar el país en 2019 después de que el prelado nicaragüense comenzara a recibir amenazas de muerte.

Hablando desde la iglesia de Santa Águeda en Miami el domingo, el obispo denunció al régimen de Ortega por haber detenido a Álvarez, y pidió su liberación junto a la de los otros sacerdotes en cautiverio.

Álvarez, dijo, "está privado de su libertad, secuestrado, por la policía de la dictadura. Me uno a él en su soledad, en su dolor, y pido a todos que se unan a él. Un obispo es un sucesor de los apóstoles, y junto a él, pienso en los sacerdotes, seminaristas y laicos de Matagalpa, que están en una cárcel de tortura de la dictadura en Managua y por todos los presos políticos. ¡Todo esto es injusto! Todo esto es violencia organizada, que no podemos aceptar ni olvidar".

Báez también destacó la falta de humildad de los dictadores: "La historia de nuestros pueblos lo demuestra con dictadores arrogantes, que se endiosan y se imponen con irracionalidad y violencia. Hay tiranos que no sólo quieren ser los primeros, sino los únicos: los únicos que tienen voz, los únicos que deciden, los únicos que piensan".