Un hombre se toma una selfie junto a otras personas reunidas cerca de instalaciones artísticas con esqueletos y otras decoraciones en la plaza del Zócalo de Ciudad de México el 30 de octubre de 2024, víspera del Día de Muertos. Al fondo se ve la Catedral Metropolitana. (Foto de OSV News/Henry Romero, Reuters)
Muchos feligreses de la parroquia de San Antonio de las Huertas, en la Ciudad de México, recuerdan a sus seres queridos fallecidos construyendo altares en sus hogares para el Día de Muertos.
Los altares están repletos de flores (mayormente la flor de cempasúchil), a menudo adornados con colorido papel picado y suelen incluir comida y bebida, como Coca-Cola, tequila y cerveza. Mucha gente cree que sus familiares regresan las noches del 1 y 2 de noviembre para reunirse con la familia.
El padre Pedro Lira, párroco de San Antonio de las Huertas, apoya la práctica de construir altares. Pero también anima a sus feligreses a rezar por sus seres queridos fallecidos y a recordar la promesa de la vida eterna.
"Al encender las velas mucha gente se detiene, reza un Padre nuestro sin tener mucha idea de lo que de lo que se tiene que hacer como rezo en el altar", explicó el padre Lira a OSV News. "Es la confianza de decir: ‘¿Aun después de la muerte, yo puedo hacer algo por ti?’".
El famoso Día de los Muertos marca una de las tradiciones culturales más profundas de México, que se remonta a la época prehispánica, en la que la gente conmemora y se comunica con sus seres queridos fallecidos. El pueblo de México construye altares y visita los cementerios llevando velas.
Muchos mexicanos también visitan las iglesias, donde se rezan oraciones por el Día de Todos los Santos el 1 de noviembre y el Día de los Fieles Difuntos el 2 de noviembre.
"La Iglesia conmemora, no celebra, a los fieles que han fallecido", dijo el padre Lira. "Los encomendamos a la misericordia de Dios. Ya no sabemos si comparten su gloria, pero los encomendamos a la providencia de Dios. Y por eso, como Iglesia, rezamos por ellos".
La muerte ocupa un lugar único en la cultura mexicana. Según las investigaciones, las poblaciones prehispánicas celebraban una versión del Día de Muertos en la época de la cosecha. Los primeros evangelizadores católicos "cristianizaron" ese recuerdo de los muertos, según el padre Lira, quien enfatizó: "El mensaje cristiano es la muerte como un paso a la vida eterna. ... La cultura mexicana no veía la vida después de la muerte".
La tradición se ha convertido también en un espectáculo, gracias a la película de James Bond de 2015, Spectre, que incluía un desfile apócrifo del Día de Muertos. Las autoridades turísticas mexicanas copiaron el desfile, con marionetas gigantes de esqueletos, que atrae a multitudes al centro de la Ciudad de México.
Los espectadores se pintan la cara de blanco y negro y se visten con trajes de La Catrina, elegantes esqueletos que antes se utilizaban para burlarse de los mexicanos que aspiraban a ser europeos. Mientras tanto, los turistas acuden cada vez más a los cementerios para presenciar las festividades, lo que aporta una actividad económica muy necesaria a las oprimidas localidades rurales, pero perturba las conmemoraciones.
"Los habitantes del estado de Oaxaca han logrado crear un segundo Día de Muertos destinado exclusivamente a turistas y extranjeros", explicó Shawn Haley, antropólogo canadiense que estudia esta festividad, a OSV News. El Día de Muertos alternativo "desvía la atención de los forasteros de las celebraciones del pueblo, que así pueden seguir siendo exclusivas de la comunidad y la familia".
Los observadores afirman que un renovado sentido de orgullo por las tradiciones mexicanas, junto con películas como "Coco", han acelerado la aceptación del Día de Muertos. El renovado interés por el Día de Muertos, por su parte, ha disminuido en gran medida el interés por Halloween, que había sido recuperado por los migrantes y había ido ganando terreno hasta hace poco. "Se considera una festividad estadounidense pintoresca", afirmó Haley.
Los líderes de la Iglesia mexicana llevan mucho tiempo advirtiendo sobre el auge de Halloween. El padre Andrés Larios dijo que un grupo de jóvenes de su parroquia en Michoacán incluso intentó convertir el salón de funciones parroquiales en una casa encantada, algo que él aprovechó como oportunidad para enseñar.
"La Iglesia prefiere mil veces seguir fomentando este esa parte de que un día nos vamos a encontrar con nuestros seres queridos que murieron para este mundo, pero que siguen viviendo en el otro a a quitar todo esto que viene de Estados Unidos", como Halloween, dijo Andrés Larios, párroco de la Diócesis de Apatzingán.
Según Haley, los católicos practicantes aún se refieren al Día de Muertos como Todos los Santos, que conmemora a los santos, y Fieles Difuntos, que conmemora a todos los creyentes, para "distinguirse de los católicos no practicantes", aunque "la celebración en sí es exactamente la misma".
Añadió: "En los hogares no católicos, se espera que los seres queridos fallecidos regresen a casa, mientras que, en los hogares católicos, el altar se convierte más en un memorial para los difuntos. Se trata menos de celebrar y más de recordar".
Los sacerdotes están haciendo hincapié en la fe, junto con el recuerdo.
"Es muy importante recordar la importancia de orar por los santos el 1 de noviembre y orar por los difuntos el 2 de noviembre", declaró a OSV News el padre Alan Camargo, portavoz de la Diócesis de Matamoros-Reynosa.
"La religión católica, el centro, es Cristo que muere y vence a la muerte", continuó, añadiendo que "los altares a muertos, calaveras… eso no choca con la fe cristiana siempre y cuando descubramos la importancia del respeto a la vida y también del respeto a la muerte".
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David Agren escribe para OSV News desde Buenos Aires.