Esta valiente mujer se negó a abortar a su bebé fruto de una violación y dijo si a la vida: “tenía mil razones para abortar y ni una para tener a mi hija. Si yo pude tenerla, siento que nada justifica el aborto”.
Leidy Parra es una joven madre colombiana de 27 años, que en 2019 dio a luz a su segunda hija, Violeta, fruto de la violación perpetrada por el padre de su hija mayor luego de que este saliera de la cárcel. En ese tiempo esta valiente mujer no tenía dinero ni para comer y, pese a todo, fue capaz de decirle sí a la vida y no al aborto.
“Yo pase por un aborto a los 16 años. Mis padres me obligaron a abortar. Esto fue súper duro y me cambió la vida, entré en depresión, ansiedad, tuve tendencias suicidas, me pasaron muchas cosas malas por abortar”, relata Leidy en entrevista concedida a ACI Prensa.
“Eso fue durísimo para mí y luego con estas secuelas quedé embarazada de Abby y ya no quería tener más hijos luego de ella”, prosigue.
El padre de Abby estaba en la cárcel y no pudo conocerla. Cuando salió de prisión la contactó para poder ver a la pequeña. Lo hizo pero además de eso abusó de Leidy.
“A los 15 días me entero que estoy embarazada nuevamente. De ahí surge Violeta. Yo decía ‘no puedo, no puedo’. Me echaron del trabajo, no tenía dinero, no tenía para pagar arriendo, no tenía ni para comer. Decía ‘cómo voy a tener este bebé que no deseo. Lo único que veía como solución era abortar’”.
Con eso en mente fue a un centro de abortos en Bogotá donde le ofrecieron diversos modos para realizar esta práctica.
“Gracias a Dios no tenía la plata para hacerlo pero luego conseguí la plata. Cuando volví sentí que Dios me detuvo. Algo pasó dentro de mí y sentí como una cachetada, como una voz que me decía ‘¿Leidy usted que va a hacer?, a usted la obligaron a abortar hace 10 años’. Pensaba en mi otra hija y no fui capaz de entrar”, relata Leidy.
La falta de dinero hizo que incluso llegara a vomitar sangre por no tener comida. “Esa noche lloré y le pedía a Dios, en quien no creía mucho, ‘Ya me mandaste este bebé y ayúdame a responder eso. Luego vi en una red social a 40 Días por la Vida y las llamé: ‘No sé quiénes son ustedes ni que hacen’, pero les dije que necesitaba abortar”.
Leidy se refiere al proyecto 40 Días por la Vida, que reza por el fin del aborto en Colombia y el mundo, y que tiene una fundación que se llama Coalición por la Vida Mamás 40, en la que acogen a embarazadas en situación de vulnerabilidad y las acompañan durante la gestación y luego de dar a luz, dándoles además algún tipo de capacitación para poder trabajar.
Ella es una de las madres que acudió al centro de ayuda a embarazadas Pro Mujer, de la Fundación Coalición por la Vida Mamás 40, para ayudar a limpiarlo luego que fuera vandalizado por abortistas.
Cuando en 2019 llamó a la fundación, le dijeron que “tome un taxi, ven con nosotros, no vayas a hacer nada hasta que hables con nosotros. Me recibieron con un abrazo como si me conocieran toda la vida. Me dijeron algo que fue importante: ‘no estás sola, estamos contigo’”.
En la fundación también le dieron “un almuerzo gigante y me calmé un poco. Les hablé, les conté mi situación: no tenía para el arriendo, me iban a sacar, necesitaba abortar para trabajar”.
“Me dijeron que había un albergue donde podía ir, pero les dije que no iba a poder comer. Me dieron un gran mercado con víveres, me ayudaron con abogados para ver a mi hija mayor que no vivía conmigo”, contó Leidy Parra a ACI Prensa.
Aunque ya les había dicho a quienes la atendieron en la fundación que quería tener a su bebé, en realidad “todavía no quería tenerla”.
“Me dieron ayuda psicológica para superar todo. Con ese proceso de aceptación acepté finalmente a mi hija a la que ahora amo y adoro”, resaltó la joven madre.
Leidy subrayó que actualmente “la fundación me sigue ayudando, sigue presente. Tengo un emprendimiento. Nunca me han dejado sola. Vendo camisetas y buzos estampados personalizados”.
Esta madre colombiana destaca que “tenía mil razones para abortar y ni una para tener a mi hija. Si yo pude tenerla, siento que nada justifica el aborto”.
En su opinión, es importante contar su experiencia y no callar porque si no “me vuelvo cómplice de esto, del aborto. Con el aborto uno termina pagando un precio que no es económico, sino espiritual”.
“El proceso del embarazo fue muy duro pero cuando Violeta nace y la veo chiquita con sus ojitos buscándome, ahí logré comprender que ella no tenía la culpa de absolutamente nada. Ella dependía única y exclusivamente de mí”.
“Eso me transformó y la empecé a amar como no se imaginan. Ella es todo para mí”, concluyó.
Violeta nació el 27 de agosto de 2019. En su honor y para compartir su historia, Leidy creó una página en Instagram a la que llamó Violeta inesperada.
Ese es el nombre con el que también ahora lleva adelante su emprendimiento que puede conocer AQUÍ.