En un seminario en línea organizado por Ayuda a la Iglesia Necesitada Internacional (ACN), varios ponentes, entre ellos un obispo y varios sacerdotes nigerianos, confirmaron que la violencia que viene asolando al país desde hace varios años no se debe únicamente a “enfrentamientos” por las tierras entre pastores musulmanes y agricultores cristianos.
“No se trata solo de cuestiones de pastoreo. Para mí, esto es una guerra religiosa”, afirma el Obispo de la Diócesis de Makurdi en el estado de Benue, Mons. Wilfred Anagbe.
“Tienen una agenda, que es la islamización de este país. Y lo están haciendo, eliminando cuidadosamente a todos los cristianos y ocupando sus territorios. Si se trata de pastoreo, ¿por qué matar a la gente? ¿Y por qué quemar sus casas?”, se pregunta.
Johan Viljoen, director del Denis Hurley Peace Institute de Sudáfrica, organismo que trabaja para promover la paz, la democracia y la justicia y que está estudiando los ataques armados de los fulani en el sureste de Nigeria, habla de una “ocupación concertada y bien planificada. Todo esto está ocurriendo bajo la cobertura de Miyetti Allah, de la que el presidente Buhari es el mecenas”, dice, refiriéndose a una organización que dice defender los derechos de los pastores fulani.
La implicación del Estado a alto nivel es una de las razones por las que las fuerzas armadas se han mostrado poco dispuestas a intervenir y controlar la violencia. “No creo que el Ejército intente resolver nada. En todo caso, intentan fomentarlo”, afirma Johan Viljoen, recordando una reciente misión de investigación en Nigeria durante la cual los colaboradores de su instituto eran parados cada cinco kilómetros por soldados, todos ellos fulani, que actuaban de forma amenazante y apuntaban con sus armas. Tras años de violencia “ni un solo fulani ha sido juzgado por la violencia”, añade.
Mons. Wilfred Anagbe subraya que las fuerzas armadas están bajo el control directo del presidente y, además, “todos los jefes militares de la Marina, del Ejército del Aire y de la Policía son musulmanes”.
Según cifras oficiales, hay unos 3.000 muertos por esta ola de violencia de los últimos años, pero quienes viven sobre el terreno afirman que la cifra podría ascender a 36.000, con muchas más personas desplazadas, indigentes y profundamente traumatizadas por sus experiencias. Mientras muchas ONG abandonan las zonas de peligro, la Iglesia católica y sus instituciones -con las que ACN Internacional colabora estrechamente- son las únicas alternativas fiables para hacer llegar la ayuda a la gente necesitada.
Los representantes de la Iglesia piden a Occidente que ayude con el suministro de ayuda, pero también de otra manera: “Hay que cambiar el discurso, no se puede seguir la narrativa del gobierno de Nigeria”, dice el P. Remigius Ihyula, también de la diócesis de Makurdi. “Han colocado a protegidos en las embajadas de todo el mundo, para que estos difundan la mentira de que no pasa nada”, se queja durante el seminario organizado por ACN.
El P. Joseph Fidelis de la diócesis de Maiduguri explicó que es irritante oír hablar de “enfrentamientos” o “conflictos” entre grupos opuestos. “No es un enfrentamiento, es un lento genocidio. Desplazar a las personas de sus tierras ancestral, privarlas de sus medios de vida y masacrarlas es una forma de genocidio”.
Nigeria es el país más poblado de África. No hay cifras oficiales, pero se estima que en este país hay tantos musulmanes como cristianos: los primeros dominan en el norte y los segundos, en el sur. La violencia se ha extendido por todo el país, amenazando la estabilidad en toda la nación.