Un “guadalupano”, como diría cualquier católico de ascendencia mexicana, es una persona que le tiene una especial devoción a la Virgen María, quien se le apareció milagrosamente a San Juan Diego en 1531, en la actual Ciudad de México.

Pero, ¿han oído hablar alguna vez de un “guadalupense”?

La distinción entre ambos términos no es bien conocida. Mientras México se prepara para celebrar el 500º aniversario de la aparición de su patrona dentro de 10 años, otra Virgen de Guadalupe menos famosa y ubicada a miles de millas de distancia, está gozando de su propio resurgimiento.

El pequeño pueblo de Guadalupe (que tiene una población de 2,000 habitantes), enclavado en las montañas de la región de Extremadura occidental, en España, ha sido un destino de peregrinación durante siglos. El año pasado, el santuario inauguró un año jubilar “Guadalupense” (que se celebra cada vez que su fiesta del 6 de septiembre cae en domingo). Y el Vaticano ha extendido el jubileo un año más, hasta el 2022, a causa de la pandemia de COVID-19.

A pesar del notable parecido entre el origen de sus historias, las respectivas Guadalupes de España y de México rara vez se mencionan juntas. El Papa Juan Pablo II atrajo la atención a la Guadalupe española en 1982, cuando se convirtió en el primer Papa en visitar el monasterio donde se guarda su imagen. Allí hizo una sorprendente confesión.

“Es indiscutible la estima tan grande que le tengo a la Virgen de Guadalupe de México”, dijo el Papa. “Pero me doy cuenta de que aquí están sus orígenes. Antes de haber ido a la Basílica del Tepeyac, debería haber venido aquí para comprender mejor la devoción mexicana."

El monasterio de Santa María de Guadalupe, en España, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993. (Foto: EFE/Paloma Puente)

Se desconoce el año exacto en que esto sucedió, pero la historia cuenta que, en algún momento de finales del siglo XIII, un vaquero estaba buscando una vaca que se le había perdido a lo largo de la ribera de un río llamado Guadalupe (“río escondido” en árabe), ubicado en las montañas, al este de Cáceres. Encontró muerto al animal, pero al hacer una incisión en forma de cruz para despellejar su piel, sucedieron dos cosas: la vaca volvió a la vida, y se le apareció una mujer que se presentó a él como la madre de Jesús.

“No hayas miedo”, le dijo al hombre, a quien se le recuerda con el nombre de Gil Cordero. “Yo soy la Madre de Dios, por la cual alcanzó la humanal generación redención.

La mujer le dijo que devolviera la vaca al rebaño, y también: “diles a los clérigos lo que viste”. Además, le dio instrucciones a los clérigos para que excavaran en el lugar en el que se encontró a la vaca. Allí, dijo la Virgen, encontrarían una imagen de ella que había de permanecer en ese lugar.

Cuando el pastor llegó a casa aquel día, encontró a su esposa de luto, debido a la muerte repentina de su hijo. Desesperado, él empezó a rezarle a la misteriosa mujer que había conocido un poco antes. Y su hijo volvió a la vida.

Ese milagro fue suficiente para hacer que su historia fuera creíble para las autoridades religiosas locales, empezando por un grupo de sacerdotes que llegaron a su casa. Habiendo sido convocados para enterrar al niño, lo encontraron vivo. Y creyeron.

Gil Cordero procedió a llevarlos al sitio en el que había encontrado a su vaca. Allí, ellos desenterraron una escultura de 59 cm de alto, elaborada en madera de cedro, al estilo románico y que representa a una mujer. A partir de ese momento, la devoción a la Virgen se extendió rápidamente.

Era el tiempo del apogeo de la “reconquista”, esa larga campaña militar cristiana para ponerle fin a la ocupación islámica de gran parte de la Península Ibérica. En poco tiempo, la noticia de la aparición llegó a oídos del Papa, que se encontraba en Aviñón, Francia, e incluso la realeza española empezó a invocar a la Virgen.

Los peregrinos se dirigen a la ciudad de Guadalupe, España, en una de las 23 rutas oficiales de peregrinación. (Foto: Asociación Fray Hernando de Talavera)

Cuando los soldados y misioneros españoles empezaron a llegar al Nuevo Mundo a fines del siglo XV, trajeron consigo su devoción a la misteriosa Virgen de Guadalupe.

Según un relato bien conocido, Cristóbal Colón navegaba de vuelta a Europa en 1493, después de descubrir América por primera vez, cuando sus otros dos barcos fueron separados del suyo por una peligrosa tormenta en el Atlántico. Colón exhortó a sus hombres a que le pidieran a la Virgen María que los librara del peligro, y una vez a salvo, el explorador le ordenó a la tripulación que hiciera un acto de acción de gracias en el santuario de Guadalupe al regresar a España.

Menos de 50 años más tarde, en diciembre de 1531, cuando una mujer que parecía brillar como los rayos del sol se le apareció a Juan Diego en las colinas de las afueras de la Ciudad de México, las semejanzas con la experiencia de Cordero fueron sorprendentes.

Al igual que Cordero, Juan Diego, era un hombre de posición social humilde. Y la Virgen le dio instrucciones similares a las que le dirigió a Cordero: informar de su aparición a los funcionarios de la Iglesia y solicitar que se construyera una iglesia para colocar ahí su imagen y glorificar a Dios.

A los escépticos les gusta especular que el relato de la Guadalupe mexicana es un mito inspirado en la Guadalupe española; una estratagema utilizada para inspirar conversiones y para despertar la devoción mariana entre los nativos.

Pero Mons. Eduardo Chávez, rector y cofundador del Instituto de Estudios Guadalupanos en la Ciudad de México, dice que existe abundante evidencia histórica de que los paralelos entre las Guadalupes mexicana y española no son de origen humano.

Él hace notar que las dos historias de Guadalupe no son los únicos casos en los que María pide que las autoridades de la Iglesia sean informadas de sus apariciones; en las apariciones de Lourdes y Fátima, entre otras, se dieron instrucciones similares.

“No es que se haya tomado la historia en Mexico para corresponder a lo que decían en España”, explicó Mons. Chávez en una entrevista telefónica: “Siempre la Virgen Maria, cuando es Maria, es eclesial. Es iglesia. Y por lo tanto está debajo de la cabeza de la iglesia católica, el obispo. Entonces el haber mandado a Juan Diego con el obispo quiere decir que la Virgen Maria efectivamente es eclesial.”

Además, las dos imágenes son completamente diferentes, señaló Mons. Chávez. Inclusive en la forma misma que tienen: la imagen española muestra a María sosteniendo al niño Jesús, en tanto que la tilma mexicana representa a una Virgen embarazada.

Al revelársele a Juan Bernardino —el tío de Juan Diego— como “Santa María de Guadalupe”, María “quiso un nombre conocido por los españoles”, añadió Mons. Chávez. “Si no, los espanoles hubieran quemado su imagen inmediatamente.”

La historiadora del arte Pilar Gordillo es la "Delegada de Fe y Cultura" de la Archidiócesis de Toledo en España. (Foto: cortesía)

Al igual que la Guadalupe mexicana, la historia del origen de la española apunta finalmente a Cristo como fuente de la salvación y no a la Virgen misma.

"Al final, esto no es devoción Mariana supersticiosa, de que no me pase nada, y llena de ex votos. No, esto es que la propia Virgen pide no para ella, pero para su hijo, que se construya una iglesia, una casita”, dijo la historiadora de arte española, Pilar Gordillo, quien ha estudiado los orígenes artísticos e históricos de la Virgen española.

Así como sucede con el más conocido Camino de Santiago, del norte de España, Guadalupe se encuentra asociada con peregrinaciones a pie. En toda España hay 23 rutas de peregrinación oficiales que conducen al monasterio de Guadalupe, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993.

El padre Raúl Muelas, vicario general de la Archidiócesis de Toledo (donde se encuentra Guadalupe) y organizador principal del año jubilar, contó a Ángelus que la pandemia ha hecho que este jubileo sea “más humilde” que los anteriores. Pero a medida que se disminuyen las restricciones por el COVID-19, “se está revitalizando la vuelta.”

Los grupos de peregrinos han estado llegando, en mayor número, al pueblo, y el monasterio acogió recientemente a una conferencia de artistas de toda España. Los sacerdotes de las localidades que están a lo largo de las rutas de peregrinación han notado un aumento en el número de solicitudes de hospedaje. Las historias de las peregrinaciones han llamado incluso la atención de la prensa, como, por ejemplo, la experiencia de un adolescente español que padece una discapacidad intelectual poco común y cuyo padre documentó en las redes sociales su peregrinación a Guadalupe.

La sanación es un tema importante dentro de la celebración del jubileo de este año, dice Gordillo, la historiadora del arte, quien también supervisa la labor de extensión cultural de la Archidiócesis de Toledo.

Guadalupe, explicó, era históricamente conocida por los hospitales establecidos por los monjes jerónimos de la ciudad, destinados a tratar a los peregrinos y a gente de las áreas rurales circundantes.

“La gente iba ahí a sanarse, pero también recibían el cuidado de la Virgen, a través de estos angeles que eran los monjes, que sanaban”, dice Gordillo. Al final de su estancia, los monjes les entregaban a los pacientes un par de zapatos; un gesto práctico y simbólico a la vez.

“De algúna manera, con el encuentro, sanar el alma te da zapatos, te da pies, te da alas, para caminar, para volver al mundo, y para poder con todo”, explica Gordillo.

Ya sea que la peregrinación se haga a pie o en automóvil, lo importante es que “también se viaja en etapas espirituales”, dijo el Padre Muelas.

“En ese esfuerzo del camino, en esta penitencia del caminar en pobreza, y a veces en precariedad, uno va dejando muchas cosas superfluas para quedarse con lo importante.”

El padre Muelas es también párroco en Talavera de la Reina, una población que es una de las más populares escalas de peregrinación hacia Guadalupe. Él se ha percatado, de primera mano, cómo la oportunidad de acoger y de ser acogido beneficia a todos los involucrados en ello.

“Todas estas cosas hermosas que nos sorprenden en el camino, van preparando nuestro corazón para el encuentro con Dios a través de Santa Maria.”