ROMA – Los obispos de Nicaragua consideran que las elecciones presidenciales del 7 de noviembre representan la pérdida de una oportunidad valiosa. Los siete líderes opositores que expresaron la voluntad de postularse en contra del presidente Daniel Ortega fueron encarcelados en los últimos meses.

El proceso electoral, con el que Ortega y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo, buscan la reelección, ha estado plagado de irregularidades, amenazas y hasta el momento, el gobierno no ha demostrado la voluntad por garantizar unos comicios justos.

De aquí que la Conferencia Episcopal haya declarado durante el fin de semana que “hemos perdido una oportunidad valiosa para enderezar el rumbo de nuestra patria y solucionar los problemas sociales, políticos y económicos, al no dar cabida a la pluralidad de pensamiento de todos los sectores; al contrario se les ha excluido”.

El comunicado de los obispos tuvo lugar dos semanas después de que Ortega los acusara de ser “terroristas” durante un acto político en Managua, capital de Nicaragua.

Aunque hace años la relación entre los obispos y Ortega son tensas, la situación se deterioró fuertemente después de que los líderes religiosos abrieran las puertas de las iglesias como “hospitales de campaña” cuando la policía, el ejército y militantes pro-gobierno reprimieron violentamente las manifestaciones pacíficas que comenzaron en abril 2018. Según el presidente, fue un “intento de golpe de Estado” liderado por los obispos.

“Ellos [los obispos], como que fuesen electos, como que fuesen una autoridad electa, y como que tuviesen derechos, nos leyeron el ultimátum donde nos daban 24 horas para dejar el Gobierno, entregar el Poder Judicial, entregar la Presidencia, entregar el Poder Electoral, entregar la Asamblea Nacional... ¡Entregarlo todo!”, dijo Ortega el 5 de octubre.

El político hacía referencia a una carta escrita por los obispos, dirigida al poder Ejecutivo, en el marco de las negociaciones que, a pedido del gobierno, la Iglesia aceptó coordinar.

En el comunicado de este fin de semana, los obispos también critican el encarcelamiento de opositores y la persecución contra la disidencia política, con lo que Ortega ha despejado el camino para una elección sin competencia.

“Los derechos políticos inherentes a la ciudadanía pueden y deben ser concedidos según las exigencias del bien común. No pueden ser suspendidos por la autoridad sin motivo legítimo y proporcionado”, argumentaron los prelados.

La jerarquía eclesiástica en general se ha expresado contra la represión y las violaciones de derechos humanos cometidas por el gobierno. Aunque las cifras varía ampliamente según si el recuento lo hizo el Estado, la oposición o distintas ONGs, unas 300 personas fueron asesinadas durante las protestas, y desde entonces, portar la bandera nacional, el símbolo patrio por excelencia, se considera un crimen.

Ante las denuncias de la iglesia en contra de las violaciones de derechos humanos, Murillo, vicepresidenta designada por el Consejo Supremo Electoral y vocera del régimen dijo que los sacerdotes y obispos no tenían derecho a levantar la voz.

Siempre listo a sonar la voz de alarma, Monseñor Silvio Baez, el obispo auxiliar de Managua que se encuentra exiliado en Miami desde el 2019, a pedido del Papa Francisco luego de una serie de amenazas de muerte, se refirió a la situación política de Nicaragua.

“Mientras otros reprimen y encarcelan, nosotros denunciamos la opresión y luchamos por la liberación", dijo el prelado durante su homilía dominical.

“Alguien es grande no por el poder que tiene, la crueldad con la que actúa o la violencia con que se impone, sino por su capacidad de sacrificar sus propios intereses buscando el bienestar de todos”, dijo monseñor Báez.

Monseñor respondió al régimen  diciendo que “Jesús desea que la Iglesia esté siempre al lado de los demás, a sus pies, para servirles, no por encima para dominarlos. Mientras otros oprimen, nosotros aliviamos y liberamos; mientras otros aplastan, nosotros levantamos y auxiliamos; mientras otros reprimen y encarcelan, nosotros denunciamos la opresión y luchamos por la liberación”, dijo durante su emotiva homilía.

Monseñor Rolando Álvarez Lagos, obispo de Matagalpa también se refirió tangencialmente a las acusaciones del gobierno en contra de la Iglesia, diciendo que “la iglesia del triunfalismo tampoco es la iglesia de las influencia, de los privilegios, la iglesia que no guste de ensuciarse las manos como se la ensucian los trabajadores, los campesinos y los obreros, la iglesia no es la de los tronos de este mundo, no busca sentarse a la derecha o a la izquierda del poderoso”.