SÃO PAULO -- Mirando a través del lente de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, varias organizaciones brasileñas criticaron las acciones del presidente Jair Bolsonaro, quien se enfrenta al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva en la ronda final de las elecciones presidenciales del 30 de octubre.
Varios grupos señalaron que la administración actual ha descartado o reducido muchos programas sociales que, en los últimos años, ampliaron los derechos de algunos de los grupos marginados de Brasil y brindaron alivio a las personas más pobres del país.
Los entrevistados dijeron que no importa quién gane, los brasileños saben que los próximos cuatro años no serán fáciles.
"Hoy hay una oposición estructurada, airada y movilizada contra cualquier tipo de avance social en Brasil. El próximo gobierno tendrá que tomarse el tiempo para reconstruir el estado brasileño", dijo a Catholic News Service Antonio Eduardo de Oliveira, secretario ejecutivo del Consejo Misionero Indígena (CIMI), una organización vinculada a la Conferencia Episcopal de Brasil.
Un documento publicado a medios de octubre y firmado por 16 entidades, incluida la Conferencia de Religiosos de Brasil, la Comisión Pastoral de la Tierra de los obispos y el Consejo Misionero Indígena, así como Cáritas Brasil, criticó muchas posiciones adoptadas por el gobierno actual.
Para estas entidades, las acciones de Bolsonaro a favor de las armas de fuego, su manipulación de las religiones, sus políticas ambientales destructivas y su actuación frente a temas relacionados con los jóvenes, las mujeres, lo gente negra, las personas LGBTQ y las comunidades indígenas "nos obligan a tomar una estancia de oposición a su reelección, para ser consecuentes con la doctrina social de la Iglesia Católica y con el Evangelio de Jesús".
El padre Dario Bossi, superior provincial de los Misioneros Combonianos en Brasil y miembro de la Red Eclesial Panamazónica, REPAM, coincidió con el documento.
"El nivel de impunidad y violencia en la Amazonía aumentó considerablemente, al igual que la tasa de deforestación y los incendios, durante los cuatro años del gobierno de Bolsonaro, que defendió los intereses de la agroindustria y la minería en la Amazonía", dijo el padre Bossi.
Dijo que si Bolsonaro fuese reelegido, estas posiciones se consolidarían "de manera desastrosa y sin posibilidad de recuperación para la Amazonía y sus pueblos".
El padre Bossi dijo que durante los dos primeros mandatos de Lula (2003-2010), el gobierno tomó algunas malas decisiones relacionadas con la región amazónica y "no escuchó a los pueblos de la Amazonía". Dijo que esperaba que si Lula fuera elegido, manejaría las cosas de manera diferente.
"Lula ha mostrado, en numerosos discursos, una evolución (en el pensamiento) respecto a la ecología, la energía y el desarrollo en la Amazonía, destacando un compromiso con la deforestación cero en (la) Amazonía y declarándose en contra de la minería en tierras indígenas", dijo el padre Bossi.
Oliveira dijo que cuando Bolsonaro se postuló por primera vez para presidente, el candidato dijo que no demarcaría ni un milímetro de tierra indígena si fuera elegido. Cumplió su palabra.
"Bolsonaro está totalmente en contra de la existencia de los pueblos indígenas, las demarcaciones y la protección de los territorios indígenas. El panorama de los derechos y la protección de los pueblos indígenas no es bueno si Bolsonaro es reelegido", dijo el ejecutivo del CIMI.
Para Fábio Paes, coordinador de incidencia del Servicio de Solidaridad Franciscana, el gobierno de Bolsonaro ha "destruido totalmente las políticas de seguridad alimentaria en el país".
"Él acabó con el Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria (CONSEA), y esto tuvo un impacto enorme, porque el consejo fiscalizaba las políticas públicas en materia alimentaria. Las políticas de seguridad alimentaria en el país han sido desechadas", dijo.
Paes dijo que el Servicio de Solidaridad Franciscana trabaja en varias ciudades de Brasil, distribuyendo cerca de 1400 comidas diarias a las personas sin hogar en São Paulo y otras 800 comidas diarias a los necesitados en Río de Janeiro.
"Brasil está ganando miles de millones exportando alimentos al extranjero, mientras que la gente no tiene suficiente para comer dentro de nuestras fronteras. Más de 36 millones pasan hambre aquí en Brasil", dijo.
Con tantos programas vacíos, Paes dijo que la sociedad civil ha tenido que tomar la iniciativa para combatir la creciente ola de hambre durante la pandemia.
Durante la pandemia, la organización se sumó a otros movimientos sociales para combatir el hambre.
"Hicimos una campaña para mostrar que en estas elecciones era importante que la gente pensara en votar contra el hambre y la sed", dijo.
Para Paes, la continuación del gobierno de Bolsonaro significará el mantenimiento de una política que genera hambre.
"Hoy, el único programa que responde a nuestras inquietudes es el del gobierno de Lula por su compromiso con la lucha contra el hambre y el plan que llevó a cabo en sus primeros mandatos y que aún hoy sobrevive", dijo Paes.
Los entrevistados dijeron que la sociedad civil no debe bajar la guardia, sin importar quién dirija el país en los próximos cuatro años.
"No importa quién gane, Bolsonaro o Lula, seguiremos con nuestra misma misión: seguiremos luchando por los derechos de los pueblos indígenas en Brasil. Eso no cambiará. Siempre estaremos con ellos", dijo Oliveira.