Una vez más, el mundo se despertó con una tragedia: Al menos 1.500 personas murieron y miles más resultaron heridas después de que un potente terremoto de magnitud 7,8 y una réplica de 7,5 sacudieran Turquía y Siria en la madrugada del lunes.
"Encomendando a los fallecidos a la amorosa misericordia del todopoderoso, envía su más sentido pésame a quienes lloran su pérdida", dice el telegrama enviado a Turquía por el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin en nombre del Papa Francisco. "Su santidad reza asimismo para que el personal de socorro reciba los dones divinos de la fortaleza y la perseverancia en su labor de atención a los heridos y de socorro".
Similarmente, en su telegrama a Siria, enviado el lunes temprano, el Papa encomendó a los afectados por esta catástrofe a la providencia del todopoderoso: "Como signo renovado de su solidaridad espiritual, su santidad invoca sobre el al sufrido pueblo sirio las bendiciones divinas de fortaleza y paz".
Según monseñor Paolo Bizzeti, vicario apostólico de Anatolia, la región asiática de Turquía, la catedral de Iskenderun quedó completamente destruida, se derrumbó, y las oficinas diocesanas no pueden utilizarse. Por voluntad de Dios, se encontraba en Italia cuando se produjo el terremoto, por lo que ya está coordinando los esfuerzos para llevar ayuda humanitaria a la región.
Es un milagro, dijo, que nadie muriera al derrumbarse la catedral.
El cardenal Mario Zenari, representante del Papa Francisco en Siria, afirmó que la nunciatura sigue en pie, pero que su corazón y sus pensamientos están con la población de Alepo, la ciudad más afectada por el trágico terremoto.
El arzobispo jubilado Jean-Clement Jeanbart, que dirigió la comunidad greco-melquita católica durante lo peor de la guerra en Alepo, fue rescatado de debajo de los escombros en los que se convirtió su dormitorio. Un sacerdote y un laico que trabajaban con él siguen desaparecidos.
A través de su red de sacerdotes misioneros, religiosas y laicos, las Obras Misionales Pontificias ya están sobre el terreno y listas para ayudar.
Tu generosidad puede ayudar mucho en las tareas de ayuda humanitaria, así como en las de reconstrucción de la catedral de Iskenderun y de las diversas iglesias destruidas en Alepo, una ciudad devastada por la guerra que poco a poco intentaba volver a ponerse en pie.
"Hay escombros por todas partes", dijo el padre Bahjat Elia Karacah, fraile de la Custodia de Tierra Santa y párroco latino de Alepo. "Los que pudieron, salieron a la calle presas del pánico, pero demasiados quedaron atrapados mientras los edificios se convertían en polvo. Aquí llueve y hace frío, y la gente está descalza y en pijama. Hemos abierto las habitaciones no dañadas de la parroquia y ofrecido bebidas calientes y algo de comer, pero poco más podemos hacer."
"Con las primeras luces del alba, la gente ha intentado volver a casa, pero no hay electricidad, y la situación es realmente dramática. Estamos esperando a los equipos de rescate, porque nuestra prioridad es sacar de entre los escombros al mayor número de personas posible."
"Por favor, se lo ruego, no se olviden de nosotros", dijo. "Confiamos en la ayuda internacional: aquí estamos todos conmocionados. La guerra no fue suficiente. La pobreza no fue suficiente. Ahora, el terremoto. Por favor, por favor, no abandonen a nuestro pueblo".